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Aprender a usar la cabeza: cómo enseñar a pensar a los niños

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Los primeros años de vida son claves en el desarrollo total de la persona en todos los campos, tanto biológico, como afectivo e intelectual. Por lo tanto, una buena base afectivo-intelectual en estos primeros años, va a ser importante a la hora de ayudar a nuestros hijos a estructurar las habilidades del pensamiento, es decir, a usar la cabeza. Enseñar a pensar es enseñar a recoger la información, a elaborarla y a expresarla.

Hábitos intelectuales y virtudes: claves para enseñar a pensar

Las habilidades del pensamiento son muchas y variadas, pero para enseñar a pensar un enfoque importante es educar la personalidad del niño de un modo integral: es decir, trabajar las habilidades o destrezas de pensamiento junto a los hábitos básicos de esfuerzo, orden, laboriosidad, etc. No hay inteligencia sin hábitos intelectuales y no hay desarrollo intelectual sin virtudes morales.

Por lo tanto, padres y profesores tenemos que centrarnos en las capacidades o habilidades básicas de pensamiento (desarrollo cognitivo) y el conocimiento y razonamiento moral, (fortalecimiento de la voluntad a través de las virtudes humanas y el cultivo de la afectividad).

Cómo piensan los niños antes de los 12 años

El proceso natural del desarrollo del pensamiento en los niños antes de los 12 años es el paso de lo intuitivo e imaginativo a lo racional, para llegar a sintetizar y estructurar los propios conocimientos.

1. Necesitan de los sentidos. La inteligencia senso-motora pasa a ser lógica, aunque necesiten de los sentidos para captar las cosas, ya que el razonamiento abstracto vendrá después, alrededor de los 13 años.

2. No son capaces de abstracción, sino de lo concreto, apoyándose siempre en las impresiones sensoriales (manipulación y experiencias) y en las representaciones («realismo infantil»).

3. Son capaces de relacionar ideas sencillas, pero llegar a una definición general les resulta todavía difícil. Es un pensamiento intuitivo, muy apoyado en las imágenes.

4. Empiezan a razonar por sí mismos a partir de los por qué, y son frecuentes las preguntas sobre el porqué o para qué de las cosas. Los padres deben atender, incluso fomentar, esas preguntas.

Ideas que fomentan un pensamiento más estructurado

a. Hablar mucho con los hijos (aprovechar las ocasiones que ofrece la vida familiar para potenciar su sentido crítico).
b. Formular porqués.
c. Pedir razones.
d. Fundamentar lo que se dice. Distinguir verdad y opinión.
e. Enseñarles a buscar sincera y valientemente la verdad y a ser coherentes.
f. Enseñarles a ponderar las cosas y a razonar, a no dejarse arrastrar por estados emocionales pasajeros y a no juzgar con precipitación.
g. Enseñarles a sopesar las distintas opiniones, y a respetarlas.
h. Ayudar a decidir.
i. No tomar las decisiones que puedan tomar ellos.
j. Darles un tiempo para reflexionar y decidir.
k. Ayudarles a considerar alternativas y a prever consecuencias.
l. Fortalecer su confianza.

5 consejos para enseñar a pensar a los niños

1.  Sustituir tiempo de televisión por el de juego, ayuda al desarrollo cognitivo, la imaginación e implica activamente al niño.

2.  La conversación estructura el pensamiento. Por eso, hay que buscar ratos para charlar entre los miembros de la familia. Luria y Vygotsky demostraron la enorme importancia de la conversación para el desarrollo intelectual del niño.

3.  Estimular en los hijos los juegos y pasatiempos relacionados con el lenguaje: adivinanzas, acertijos, chistes, juegos de formación de palabras. No hay pensamiento sin lenguaje, y éste se enriquece con las interacciones.

4.  Estar presentes, aunque no encima, cuando los hijos estudian y hacen los deberes del colegio. La principal causa del fracaso escolar se debe a un deficiente desarrollo de los hábitos intelectuales que se adquieren juzgando, relacionando, razonando, analizando, sintetizando y valorando.

5.  Estimulando la lectura, leyendo en voz alta, haciendo preguntas sobre lo que leen los hijos e inculcando la actitud de que en los estudios, lo importante es aprender (el que sabe, sabe, independientemente de las notas) ayuda a desarrollar el pensamiento.

Querer aprender y querer pensar es un acto de la voluntad. ¿Quieres aprender y saber más? ¿Quieres ser más inteligente? Estás preguntas ayudarán a nuestros hijos a ser más libres. La acción propia de la libertad es la de elegir el mayor bien conocido y para eso, hay que exigir. Sin exigencia no hay crecimiento, tampoco en lo intelectual.

Patricia Palacios
Asesoramiento: José Antonio Alcázar, director Pedagógico del Instituto Europeo de Estudios de la Educación

Más información. Los Estudios y el Desarrollo Intelectual. Autor Carlos Ros Amador. Ediciones Palabra.

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