Es inevitable sentir angustia y miedo si vemos que el habla de nuestro hijo no se desarrolla «como debería». Por ello, lo primero es calmarse: los nervios no ayudan a nadie, y mucho menos al niño. Tras esto, vamos por partes, ¿estás seguro de que tu hijo es tartamudo? Quizá sólo tenga una disfluencia típica de la edad.
Qué es la tartamudez
Los pediatras de la Asociación Española de Pediatría en Atención Temprana definen la tartamudez como un trastorno del ritmo del habla que se caracteriza porque el niño repite frecuentemente y prolonga sonidos, sílabas o palabras. Surge sobre todo en la infancia, a partir de los 18 meses.
La Fundación Española de Tartamudez aclara que apenas hay «niños tartamudos«. «El 5% de los niños tienen disfluencias entre los dos y los cinco años», explican, al tiempo que aseguran que ocho de cada diez casos tienen posibilidad de remisión. Por esto «no debemos catalogarlos o colgarles un cartel, con la carga psicológica que esto implica». Desde esta fundación animan a los padres a hablar de «niños que hacen disfluencias, que repiten, que se bloquean».
Diagnóstico de la tartamudez infantil
Como ocurre en la mayoría de los trastornos, un diagnóstico temprano es esencial: «Es muy importante realizar una consulta preventiva con un terapeuta del lenguaje especializado», recomiendan estos expertos, que aseguran que lo peor que pueden hacer los padres «es esperar, ya que cuanto más cerca del inicio del síntoma se intervenga, mejor será el resultado».
Será el especialista el que será capaz de distinguir si lo que le pasa a nuestro pequeño son síntomas normales de la fluidez o si son las expresiones indicadoras del inicio de una tartamudez. Una vez diagnosticado, se podrán establecer distintos tipos de tratamiento o de intervención.
El tratamiento para un niño tartamudo
Será el logopeda el encargado de determinar qué tratamiento necesita el niño. Ello dependerá de qué problema tiene en concreto, pues en ocasiones esas dificultades del habla van relacionadas con problemas en el oído.
Por lo general, los tratamientos para niños tartamudos se resumen en dos: la intervención directa con el niño o la indirecta, que se produce a través de sus padres. Esta última es la más típica para los niños más pequeños.
El objetivo de esta intervención profesional es restablecer la fluidez antes de que las estructuras del lenguaje se consoliden con disfluencias. «A partir de la edad escolar, el abordaje se orienta a reducir la tensión para poder aumentar la comodidad y facilidad al hablar, conjuntamente con la modificación de las actitudes asociadas a su disfluencia», agrega la fundación.
¿Cómo trato a un hijo con tartamudez?
Si tu hijo tiene tartamudez, lo esencial es normalizarlo: esto no puede ser el tema de todas las conversaciones, pues acabaremos transmitiendo al niño una angustia innecesaria. Esto no quiere decir que tengamos que omitir este tema: todo lo contrario, es necesario hablar con él para que exteriorice cómo se siente, si tiene miedos o complejos y cómo podemos ayudarle.
La actitud de padres de hijos con disfluencias
– Acepta la forma de hablar de tu hijo.
– No te sientas culpable si tu hijo tartamudea.
– No consideres el tartamudeo como algo negativo.
– Procura no transmitir desagrado cuando el pequeño se atasca.
– No te impacientes cuando el niño tartamudea.
– Piensa que el niño hace esfuerzos por controlar su habla.
Consejos clave si tu hijo tiene tartamudez
– Evita hacerle preguntas directas: le ponen nervioso porque requiere una respuesta concreta. No abuses de cuestiones que necesiten respuestas largas.
– Lee en casa con el pequeño.
– Tened conversaciones y deja que se exprese sin miedo.
– Mírale a los ojos, transmítele confianza cuando se atasque.
– No le hables rápido: es una forma indirecta de conseguir que el niño hable despacio.
– Utiliza un lenguaje sencillo.
– Si se atasca, deja que termine: no le des recomendaciones, pues le agobiaránLa tartamudez en el colegio.
Un miedo muy importante tanto para los niños como para los padres es la llegada al colegio. Nadie quiere que el resto de compañeros traten mal al pequeño porque no pueda hablar igual que ellos. El primer consejo aquí es claro: hablar con el maestro, pues su conocimiento y comprensión son esenciales. «Un maestro informado puede intervenir facilitando actitudes de comprensión y apertura a la diversidad», asegura la fundación al respecto.
Eso sí, tampoco podemos pretender que se trate a nuestro hijo de forma diferente. El pequeño tiene que ser integrado en la clase y las actitudes hacia él deben ser normales: hay que recordar que la escuela es un ‘entrenamiento’ para la vida adulta, donde no recibirá tratos especiales. En esencia, lo mejor será hablar con el profesor y el terapeuta del lenguaje para llegar a una solución conjunta que todas las partes deben mantener.
Damián Montero
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