Llevar a un niño menor de dos años a la guardería significa que su sistema inmunitario pasará el curso peleando con bacterias, virus y otros microorganismos causantes de enfermedades. Ante esta cadena consecutiva de enfermedades infantiles, lo mejor para los padres es armarse de paciencia, tener preparado un plan alternativo para cuando el bebé enferme e intentar evitar al máximo las vías de contagio.
«Siempre está malo/a». Esta es la frase que más repiten los padres que llevan a sus bebés a la guardería o escuela infantil. Una realidad que corrobora la Asociación Española de Pediatría. En el 62 congreso que se celebró en Sevilla, la AEP calculó que un niño menor de dos años que va a una escuela infantil padecerá unos 10 procesos febriles al año, casi uno al mes.
Ahora, un estudio realizado por la Academia Americana de Pediatría apunta que los niños de menos de 2 años pueden enfermar de una infección vírica por semana entre cuadros gripales, bronquitis, crup o laringitis, diarreas, infecciones de los oídos, etc. Por este motivo, conviene conocer a fondo cuáles son estas enfermedades comunes, que no revisten gravedad cuando no se complican con otras, qué hacer y cómo tratarlas.
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6 enfermedades típicas de guardería
Consultar con el pediatra es siempre la primera recomendación cuando nuestros hijos están enfermos. El médico debe ser siempre el que diagnostique la enfermedad y nos recomiende el tratamiento más adecuado.
1. Herpangina y enfermedad ‘mano-pie-boca’
Son infecciones muy comunes en edades tempranas. Se reconocen por la aparición de puntitos rojos en la parte posterior de la boca, que se convierten posteriormente en pequeñas llagas algo dolorosas. La enfermedad mano-pie-boca tiene los mismos síntomas, pero como indica su nombre, en la boca, manos y los pies. También pueden aparecer en la zona del pañal. Ambas enfermedades están causadas por el mismo virus.
Sus síntomas son fiebre, dolor de garganta y malestar antes de la aparición de los puntos en la boca. No existe un tratamiento contra este virus, que se propaga por contacto o respiración. Los puntos y úlceras desaparecen en 10 días. Su periodo de incubación es de 3 a 6 días durante el que puede contagiar a otros. Se pueden administrar antitérmicos para aliviar la fiebre y el dolor.
2. Catarros y faringitis
Son las infecciones de vías aéreas superiores más frecuentes. Los síntomas son fiebre, mocos y congestión nasal, de carácter leve, aunque se acentúa la sensación de dificultad respiratoria en los más pequeños. Puede disminuir el apetito y aparecer vómitos y, en el caso de la faringitis, dolor de garganta y tos asociada a secreciones.
Estas infecciones no tienen tratamiento específico y desaparecen en cuestión de días. Se pueden usar antitérmicos para controlar la fiebre y reducir el malestar general. Asimismo, no se recomiendan los antitusivos, pues la tos es un mecanismo de defensa del cuerpo necesario para limpiar de secreciones la vía aérea.
3. Gastroenteritis
Bastante frecuente entre los niños en los primeros años de escuela, si bien la más habitual es la provocada por el rotavirus, contra el que ya se incluye vacunación. Sus síntomas son diarrea, vómitos, fiebre, dolor abdominal. Resulta fácil su transmisión por vía fecal-oral en cambios de pañal o cuando los niños se limpian, por ello es necesario enseñar bien las medidas de higiene.
El tratamiento consiste en buena hidratación y una dieta astringente, sólo en caso de que no mejore su pediatra puede recetarle antibióticos. Los probióticos son un aliado muy eficaz en estos casos para aumentar la flora bacteriana buena para el niño y disminuir los gérmenes más patógenos.
4. Infecciones de oído
La otitis es una inflamación del oído medio, habitualmente derivada de un cuadro infeccioso respiratorio previo, por acúmulo de secreciones mucosas. Los niños son más vulnerables a esta infección porque sus trompas de Eustaquio son más cortas, horizontales y anchas. Además de mocos en las fosas nasales, la otitis puede presentar fiebre y dolor de oídos. En muchos casos esta infección se cura en 2 o 3 días con un tratamiento de gotas óticas con antiinflamatorios, que ayudarán a bajar la inflamación del tímpano y los tejidos circundantes para que el moco pueda salir. Si lo considera el pediatra, en determinados casos puede recetarse tratamiento antibiótico.
5. Roseola o exantema súbito
El cuadro empieza con fiebre muy alta (puede alcanzar los 40.5° C) unos días antes de que aparezca una erupción cutánea que comienza en el tronco y se extiende a las extremidades. La erupción, de pequeños puntitos rosados que no pican, durará entre 3 y 7 días, durante los cuales la fiebre va disminuyendo de intensidad. El niño puede, además, tener bastante mucosidad nasal, dolor de garganta y enrojecimiento de ojos. No existe tratamiento específico y la enfermedad finaliza, por lo general, por sí sola sin complicaciones. La fiebre, aunque es alta, responde bien a los antitérmicos.
6. Conjuntivitis
Se trata de una inflamación de la conjuntiva, la membrana que envuelve el ojo por la zona esclara (parte blanca del ojo) y el párpado por dentro. La conjuntivitis una infección frecuente en edades tempranas que se produce por irritación, ya sea por alergia o por infección. La irritación produce rojez y el ojo aumenta la producción de lágrima como mecanismo de limpieza. Cuando las lágrimas se sobreinfectan aparecen las legañas, lo que agrava la sensación de «arenilla», y un dolor leve, que suele sentirse como si fuera picor. Su tratamiento requiere generalmente menos de una semana de antibiótico en colirio, hasta que el niño amanezca al menos dos días consecutivos sin secreciones y con los ojos normales.
Marisol Nuevo Espín
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