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Cómo exigir y negociar con los hijos adolescentes

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Sucede a menudo que la natural autoridad y exigencia de los padres cuando viene, por así decirlo, pellizcada por los hijos adolescentes pierde su eficacia y su brillantez, su calma y su seguridad. Exigir con autoridad a los hijos adolescentes es dar un punto de referencia, una brújula para orientarse y donde estén bien definidos los puntos cardinales a seguir. 

Exigir y negociar con los hijos adolescentes es, en este momento, más difícil y delicado. Por un lado, es cuando nuestros hijos adolecentes tienen más necesidad de sus padres y de nuestra autoridad y por otro, cuando más rebeldes están para acatar normas y límites. El adolescente no es, por definición, una persona ya adulta y madura, lo llegará a ser; por el momento está sólo en formación, en desarrollo.

La influencia positiva de los padres desarrolla la responsabilidad del hijo adolescente y esta exigencia se debe vivir como una ayuda y no como una imposición. Debido a sus cambios en los estados de ánimo, a un mismo comportamiento le correspondeerán, en distintos momentos, diversas respuestas educativas.

Siempre, pero sobre todo durante la adolescencia, es preciso ayudar al hijo porque se enfrenta a uno de los problemas más serios de su fase de crecimiento. Por tanto, se trata de ponerse a su disposición, dispuestos también a cambiar de opinión o a escuchar por enésima vez que nos vuelvan a explicar las razones del otro; no será posible pretender ser los únicos que tenemos razón, aunque se pueda y se deba seguir exigiendo. No tendrá ya sentido aquel: «Porque te lo digo yo».

¿Qué es negociable con los hijos adolescentes?



1. Conceder más autonomía, pero continuar exigiendo en los fundamentos educativos.
2. Permitirle regresar más tarde, pero pretender que sea puntual.
3. Concederle hacer planes suyos, pero obtener que acepte también los de toda la familia.
4. Junto a muchos síes -dados con verdadera y plena confianza, a costa de ser traicionados- que le brindarán una oportunidad para la responsabilidad y el crecimiento, deberán existir unos noes taxativos que no se pondrán nunca en discusión.

Conceder sin ceder en el arte de exigir a un adolescente

Hasta ahora, a la hora de exigir ciertos comportamientos a nuestros hijos nos bastaba con «mandárselo» y ellos, unas veces mejor y otras peor, solían acabar obedeciendo. Nos veían con respeto y como modelos a imitar. Pero… ¡nuestro hijo adolescente ha cambiado! Ni siente igual que hace tan solo unos meses, ni reacciona como esperamos y, ni mucho menos, nos ve con esos ojos de admiración que todavía podemos descubrir en la cara de los más pequeños.

¿Y nosotros? ¿Cómo podemos ir a la par, caminar junto a él, no dirigiéndonos ya «a», sino estando «con»? También nosotros debemos cambiar y no poco, respecto al modo de exigirle, permaneciendo firmes respecto a los contenidos porque es precisamente de esta solidez, de esta certeza, de lo que el adolescente tiene necesidad.

Pero las formas son vitales, ya que si llegase a decir, con motivo de nuestra rigidez e incomprensión: «¡Total, es inútil, mis padres no me comprenden!», sería el final de cualquier relación constructiva y quizá de cualquier tipo de relación. Por lo tanto, tendremos que aprender a conceder, a alargar la cuerda de la autonomía de los hijos, tanto en las cosas que quieren hacer como en nuestro juicio sobre ellas, sin ceder nunca hasta el fondo, sin jamás dejar de ser padres y madres con autoridad; además de ser afectuosos, tendremos que aprender a exigir con flexibilidad.

Consejos para exigir y negociar con los hijos adolescentes

1.  Es importante no molestar al adolescente por tonterías y echarle la culpa de todo. Debemos corregir o insistir sólo sobre lo que es verdaderamente importante.

2.  Es una etapa de altibajos en sus estados de ánimo, que ni el propio hijo puede explicar. Tenemos que hacerle comprender que debe conceder menor importancia a los momentos de bajón personales y más a los de los demás: padres, hermanos, familiares y amigos.

3.  Ser prudentes a la hora de reprenderlo para no hacerlo nunca cuando esté con la moral baja y menos delante de los demás. Aunque cueste, es necesario tener mucha, mucha paciencia y por supuesto, no tomarle nunca el pelo. Y siempre buscar el momento oportuno, nunca actuar de modo impulsivo.

4.  Los padres debemos aportar el suplemento de realismo que falta en los hijos adolescentes. Éstos no se dan cuenta de que el mundo no es tan negro como a veces lo ven ellos. En el arte de saber exigir a un adolescente, hay que exigirles un especial olvido de sí mismos cuando entren en barrena en este círculo vicioso.

5.  Tenemos que evitar conversaciones serias cuando esté cansado, o bien cuando lo estemos nosotros.

6.  Ya no es momento de imponer las cosas, sino de pedirlas, es decir, de solicitar su colaboración de manera que tu hijo sienta que es él o ella la que decide prestar ese servicio a su padre o a su madre. Si quieres que tienda la colada no es aconsejable decirle: «Deja lo que estés haciendo y tiende la ropa»; mejor, coméntale que tienes varias cosas pendientes y que cuando pueda te sería de gran ayuda que te colgase la ropa. Así, le dejas en su tejado la decisión no sólo de hacerlo, sino de cuándo y porque él quiere.

Ana Aznar

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