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¿Cómo volver al trabajo en buenas condiciones después de las vacaciones?

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Septiembre ya está más cerca de lo que recordábamos. Hay que aceptar la realidad, después de un verano divertido y en familia hay que volver a nuestro puesto de trabajo al igual que los niños vuelven al colegio. Y como ocurre con ellos, este cambio supone en cierto modo un paso difícil para nosotros.

Cambiar la playa por una oficina no es un plato de buen gusto por lo general. En algunos casos incluso se puede hablar del síndrome postvacacional que tan famoso se hace en esta época del año.

El síndrome postvacacional es más usual de lo que comúnmente se piensa. Muchas personas se resienten al cambio de un periodo extenso de ocio y tranquilidad a otro en el que regresan las obligaciones del puesto de trabajo y en algunos casos, los problemas derivados de este como el madrugar, la falta de sueño que terminan por desmotivarnos a la hora de acudir a nuestro lugar de empleo. El (SPV) es un desajuste físico y emocional que suele superarse sin problemas, exceptuando aquellas personas vulnerables emocionalmente o con problemas importantes en su trabajo.

¿Cuáles son los mecanismos de producción de este síndrome?

El hecho de que el síndrome postvacacional aparezca al incorporarnos a nuestras actividades cotidianas inmediatamente después del periodo de vacaciones, nos hace pensar que puede estar relacionado con la alteración del ritmo de vida y el cambio brusco que representa para el reloj interno que va marcando y regulando el funcionamiento de nuestro organismo, de acuerdo con los estímulos y vivencias en las que se desenvuelve: periodos de actividad, sueño y descanso, horarios para comer, acostarse, levantarse.

Otra explicación la podríamos encontrar en la propia naturaleza del estilo de vida y en las actividades realizadas durante el periodo de vacaciones que por lo general son más relajadas, desenfadadas y placenteras. Esto contrasta con el marcado carácter disciplinado, exigente y rutinario del resto del año: se adelanta la hora de levantarse y se retrasa la de acostarse, se acababa la libertad de horarios, la prolongación del descanso, las relaciones sociales, la atención a las aficiones, las actividades recreativas y deportivas.

Cabría destacar el desajuste horario como la principal causa, seguida del cambio de ritmo diario y en los ciclos, cambio en las comidas y sobre todo, en nuestra actividad social relacional. Si a esto le añadimos el regreso a un entorno de demandas y exigencias, que nos genera un gran estrés y a u ritmo que nos hace cambiar bruscamente nuestros hábitos en las últimas semanas, tenemos muchas posibilidades de ser víctimas del síndrome postvacacional.

¿Cómo volver en buenas condiciones al trabajo?

Para volver a trabajar en unas condiciones buenas y sin riesgo de ser víctima del síndrome de las vacaciones acabadas, hay que poner en práctica una serie de consejos. Julio Bobes, catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Oviedo, estima que es septiembre no hay más enfermos, sino más dificultades de adaptación a la vida de siempre.

«Volver al rol habitual, regresar aun horario no elegido, asumir una carga laboral, todo esto provoca ansiedad. Esto altera los ritmos y crea problemas de adaptación. Dura unos días pero no es una depresión. Además, hay gente que se estimula con volver». Pero estos, los que vuelven con alegría, son los menos y sus motivaciones para volver son los compañeros o la gente que te rodea en el trabajo.

Trabajar en lo que gusta es clave

Lo mejor, según los psicólogos, es tomárselo con filosofía y tratar de habituarse lo más rápido posible. No nos afecta de igual manera a todas las personas, porque debemos tener en cuenta que además de la variable entorno, existe otra variable más importante aún: la percepción subjetiva, la vivencia de nuestra vuelta al trabajo, y dicha vivencia puede ser positiva o negativa. Nosotros somos quienes debemos hacerla positiva. Eso sería decir que entre escoger el vaso medio lleno o medio vacío, escogemos verlo medio lleno.

Debemos reconocer que el entorno de trabajo es un elemento fundamental junto a la percepción que de dicho entorno tenemos. Así, la relación con jefes, colaboradores y compañeros ha de basarse en una comunicación fluida, que puede hacer más llevadero el proceso de adaptación al regreso.

El tiempo que estamos de vacaciones también es otro elemento que influye notablemente. Se aconsejamos repartir o dividir el periodo de vacaciones de modo que podamos disfrutarlas en dos periodos siempre que sea posible. Una vez que el fin de las vacaciones esté próximo, no dejar todo para última hora sino regresar tres o cuatro días antes e ir adaptando nuestro ritmo al habitual.

Ya en nuestro puesto de trabajo, comenzar de manera gradual, siendo conscientes de que nuestro rendimiento irá creciendo en un par de días. Nos debemos integrar en la actividad profesional cuanto antes y si podemos, nos apoyaremos con una buena dosis de comunicación con nuestros colegas.

Sería aconsejable adoptar una visión realista sobre las vivencias del periodo de vacaciones, con sentidos de normalidad y sin exageraciones, conscientes de su carácter temporal y procurando evitar su añoranza o estar pendientes del tiempo que queda para volver. Debemos valorar la posibilidad e mantener, con sentido del equilibrio, algunas de las actividades de ocio y relaciones sociales desarrolladas en el periodo de vacacional. Retomar la vuelta al trabajo con una actitud positiva, con visión de reencuentro con la normalidad y nuestra tarea, será nuestra meta en los primeros días sin tratar de alargar este proceso inútilmente.

Marisol Nuevo Espín

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