Todos deseamos que nuestros hijos lleguen a ser personas maduras, capaces de tomar decisiones y afrontar sus consecuencias, en definitiva adultos responsables y felices. Qué duda cabe que la formación escolar de nuestros hijos es un ingrediente nada despreciable para tan ambicioso proyecto.
Educar de forma integral
El papel de la familia es determinante en el desarrollo de la personalidad de cada hijo, también en el éxito académico. Si nos preocupa mucho su rendimiento escolar, lo primero que tenemos que tener claro es que no es lo más importante, aunque parezca un contrasentido.
Igual que cuando ejercitamos sólo una parte de nuestro cuerpo, se atrofian las demás, no podemos cargar las tintas sólo en una faceta de la vida de nuestro hijo, en este caso, los estudios.
Tenemos que pararnos a pensar cómo le estamos educando en otras facetas de su personalidad, no solamente en los estudios. Así, para educar de forma integral también nos preocupamos y ocupamos de otros aspectos, porque en materia de formación y educación, todo está relacionado, algunas cosas influyen en otras. Estos son esos otros aspectos que no debemos olvidar.
1. Educación en valores. Responsabilidad en encargos de la casa y fuera de ella. Si tienen hábitos de colaborar en casa ganarán en habilidades sociales, serán más trabajadores, solidarios, eficaces, y como consecuencia tendrán una mayor autoestima al verse resolutivos, algo que les ayudará en sus estudios.
2. Autoestima y buen apego entre padres e hijos. Más que criticarles o castigarles por los objetivos no cumplidos sobre los estudios y otras facetas, hay que fomentar y motivar por los objetivos alcanzados.
3. Actividades sociales. El tiempo libre es importante. Administrar su tiempo es vital. Es normal que nuestros hijos sólo busquen divertirse, están en la edad. De ahí lo importante que es enseñarles a pasarlo bien, el saber disfrutar de nuestro tiempo libre es una virtud.
4. Amistades. Los amigos ahora son lo primero, antes que la familia y los estudios, se pasan el día con ellos y siguen en casa por teléfono, móvil, chats. Su vida social se centra casi en exclusiva en la escuela. Es muy común ver que chicos estupendos bajan en sus calificaciones por frecuentar «amistades peligrosas«. Los padres no podemos elegir los amigos de nuestros hijos, pero sí el ambiente donde se forjan las amistades: el tipo de colegio y la formación que se imparte, el equipo deportivo, las clases extraescolares. Según sean sus amigos así van a ser nuestros hijos y sus estudios.
5. Hábitos y técnicas de estudio. Sí, unos de esos aspectos integrales de los que hablamos tiene que ver también con el estudio y, por supuesto, con los hábitos relacionados que han aprendido desde pequeños.
La importancia de educar en valores
Cuando los padres me vienen preocupados por los malos resultados de sus hijos, les suelo preguntar, entre otras cosas, qué encargos tienen dentro de casa, si salen con amigos, cómo son esos amigos, qué programas de televisión ven y cuanto tiempo, si pasan mucho tiempo frente al ordenador.
Normalmente me miran con desconfianza pensando «esta buena mujer no se ha enterado que a mi hija le ha quedado hasta el recreo», ya que esperan algunas «técnicas de estudio» que le ayuden a memorizar.
Si educamos a nuestros hijos dentro de unos valores, estamos poniendo los cimientos para construir una personalidad equilibrada, generosa, con espíritu de superación, que valora el trabajo como medio de crecimiento personal y mejora de la sociedad. Y como consecuencia, les estaremos proporcionando las herramientas para estudiar y aprender mejor, que se verá reflejado en sacar buenas notas.
¿Tiene dificultades?
A veces el motivo por el que el niño no saca buenas notas no es porque no se esfuerce o no quiera estudiar, sino porque tiene ciertas dificultades que retrasan su aprendizaje. Lucía Alvarez Blanco, licenciada en Pedagogía por la Universidad de Oviedo y III Premio Joven de Investigación de Familia de la Fundación Acción Familiar, analiza en su estudio algunas dificultades reales que pueden dar lugar al fracaso escolar asociadas al proceso de aprendizaje:
a) Déficits en la visión, audición o en el funcionamiento cognitivo.
b) Dificultades de aprendizaje, (discalculia, dislexia, etc.) alteraciones del comportamiento y/o dificultades de adaptación social.
c) Trastornos asociados con la percepción, atención y memorización de las informaciones.
Identificar estas dificultades nos ayudará a ponerles remedio yendo a los expertos necesarios. Así, podremos adelantarnos al problema o, al menos, evitar que se haga mayor. Dar a nuestros hijos la atención personalizada que requieran (si es que lo necesitan) ayudará a que se sientan más seguros y esto, unido a los aspectos antes mencionados, hará que los niños se enfrenten a la vida con las herramientas que necesitan para superar los obstáculos con éxito.
Susana Moreu. Directora de comunicación de INEFA en Granada. Instituto de Estudios de la Familia
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