Las disfonías infantiles son trastornos de la voz que afectan a niños y niñas en edades comprendidas entre los 6 y 10 años. Generalmente, estos trastornos no son severos y no suelen suponer la pérdida completa de la voz de manera prolongada o permanente. A través de una serie de hábitos vocales en edades tempranas, se puede educar la voz.
Podríamos definir la disfonía como una alteración de la voz que afecta a alguna o varias de sus características acústicas básicas: su altura, timbre o calidad vocal o su intensidad. Se trata de unas voces «roncas» con mayor o menor pérdida de aire al hablar, voces que «no suenan bien» apagadas, sordas, oscuras, sin brillo ni color, a veces con un componente nasal excesivo.
Cómo detectar una disfonía infantil
Con frecuencia, la disfonía infantil no es detectada en el ámbito familiar. A veces, discretas alteraciones de la voz no alarman a los padres, sobretodo en entornos familiares donde la madre o el padre hablan con gran intensidad, o si alguno presenta una voz disfónica.
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En estos ambientes es fácil que el niño acabe imitando el comportamiento vocal; por tanto, el modelo vocal que ofrecen los padres es importante ya que el niño suele identificarse con el estilo comunicativo ya sea éste tranquilo, nervioso, dialogante, agresivo etc.
En muchas ocasiones, es en el colegio donde se detectan problemas en relación con la voz o el habla. Por eso, es importante que el medio escolar esté sensibilizado y preparado para poder detectar inicialmente un trastorno de la voz infantil y de esta manera, orientar a los padres y poder realizar una tarea preventiva o dirigir hacia un tratamiento específico.
Hábitos vocales de los niños
Por otro lado, también en edades tempranas se puede llevar a cabo una educación de la voz a través de una serie de hábitos vocales que tienen que ver con actitudes tan simples como saber escuchar y hablar respetando a los demás, respetando los turnos en las intervenciones, no gritar ni chillar, no forzar la voz al cantar, no abusar de la voz en ambientes con ruido de fondo, etc…
Un factor que puede influir negativamente en la educación vocal es el ejemplo que supone el protagonismo del uso abusivo de la televisión: la forma de expresión oral está en consonancia con los contenidos, valores y presentación que transmiten muchos programas y las voces pueden adquirir características agresivas y timbres metálicos.
La laringe del bebé
En el desarrollo global del niño, la voz atraviesa diferentes periodos en lo referente a su maduración y desarrollo. En el momento del nacimiento, la laringe del bebé tiene unas dimensiones equivalentes a un tercio de la dimensión que alcanza una persona adulta. El bebé puede emitir sonidos agudos con una frecuencia de alrededor de 500 ciclos por segundo, que inicialmente responden a manifestaciones reflejas ante el placer, el dolor o disgusto y que se manifiestan como risa o llanto. Poco a poco, los sonidos emitidos irán diferenciándose para pasar desde el balbuceo al juego silábico, hasta la emisión de las primeras palabras aproximadamente hacia el año de vida.
Las cuerdas vocales del recién nacido carecen de ligamento vocal, una estructura que supone un estrato intermedio entre la superficie de la cuerda o mucosa y el músculo vocal, que tiene gran importancia funcional en lo que a la fonación se refiere. Su ausencia supone una mayor susceptibilidad a los microtraumatismos y a la formación de nódulos vocales.
Cambios de la voz en niños y niñas
En los niños, hacia los 13 años, la laringe inicia un crecimiento que culminará con la adquisición del registro de voz de un hombre adulto; la voz se hace más grave, su frecuencia desciende en una octava mientras que la laringe aumenta en todas sus dimensiones.
Las cuerdas vocales del niño no sólo se diferencian de las del adulto en el tamaño (6-8 milímetros en el recién nacido frente a los 8-16 milímetros del adulto) sino también, en la propia estructura histológica y características anatómicas de las mismas.
En el caso de las niñas, este proceso es mucho más sutil, ya que la frecuencia de la voz desciende tres o cuatro semitonos en la altura tonal, adquiriendo con el paso de los años, la madurez expresiva propia de una mujer adulta.
Capacidad respiratoria de los niños
También, a nivel respiratorio, el niño desarrolla un aumento de la capacidad vital respiratoria, desarrollándose los pulmones y la caja torácica. Este desarrollo funcional respiratorio, le permitirá a su vez utilizar más volumen de aire a la hora de expresarse y podrá enunciar frases de duración creciente con mayor comodidad. También, la respiración del niño o del adulto, varían según la actividad que realicen.
Además de estos aspectos funcionales que permiten utilizar la respiración de manera que se adapte a una determinada circunstancia, hemos de tener en cuenta otros aspectos de tipo psicológico que influyen en la respiración. El diafragma, músculo esencial de la respiración, es el más emocional de todos los músculos del cuerpo. Todos hemos comprobado que las emociones impactan en la respiración: cuando estamos excitados, la respiración se acelera, cuando estamos tristes se «limitan» los movimientos. Así, el flujo respiratorio se modifica ante cualquier estímulo sensorial.
Por ello, decimos que desde la niñez, el diafragma responde de manera inmediata al impacto de la vida emocional. Si habitualmente este músculo mantiene una excesiva tensión, con el tiempo esta tensión puede cronificarse e impedir que este músculo realice de manera elástica su función, afectando a otros grupos musculares que participan en la inspiración y espiración.
Podemos apreciar estas situaciones en niños y adolescentes que presentan un bloqueo muscular localizado en zonas del tórax o abdomen; la consecuencia es una falta de apoyo en la voz, aspecto que puede influir en la aparición de trastornos vocales.
Maria Teresa Molina, Logopeda y Secundino Fernández, Otorrinolaringólogo del Dpto. de Otorrinolaringología de la Clínica Universitaria de Navarra.
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