Con la adolescencia se produce el trueque en los papeles entre el padre y la madre que se había ido gestando durante los años previos. Ahora es papá quien ha de tomar una postura más activa, especialmente con los hijos varones y mamá la que se queda en un segundo plano.
Los cambios psíquicos y físicos que acompañan la adolescencia implican un mayor entendimiento de las cosas; es decir, que las reglas que hasta ahora no se cuestionaban quedan en entredicho, la supremacía intelectual, física y moral de los padres ya no es creíble y el orden de la realidad ya no tiene la base segura de antes.
Los cambios fisiológicos que se producen en los hijos adolescentes son profundos y desconocidos para ellos. El flujo de hormonas provoca impulsos y deseos con una fuerza hasta ahora desconocida. El cuerpo crece y adquiere nuevas formas a velocidad vertiginosa. Cosas que antes carecían de importancia son ahora vitales: la ropa, las apariencias, las relaciones con los compañeros del sexo opuesto, etc.
Papel contradictorio de los padres en la adolescencia
Estas características, propias de la edad y de las hormonas, les llevan (sobre todo a los varones) a distanciarse de lo femenino que representa la madre y a acercarse a lo masculino del padre, sobre todo a unos rasgos que identifican más con él: seguridad, autoridad, apoyos firmes.
En este caos de rebelión y aparente seguridad, el adolescente, chico o chica, necesita la tutela benévola de su padre, que delimite el mundo y enseñe con sus palabras y su forma de ser el camino hacia la edad adulta. El adolescente, chico o chica, necesita la presencia tranquilizadora de su padre, pero también lo necesita para tener a alguien contra quien rebelarse, alguien que sea capaz de resistir a sus ataques y de mantenerse firme contra viento y marea. Este es un aprendizaje definitivo que marcará, seguramente, su forma de relacionarse con los demás y con el mundo.
Las madres se preguntan: ¿he hecho algo mal?
Esto no significa que la madre haga mal las cosas en esta etapa. Como todas las madres con hijos adolescentes saben, en realidad siguen siendo protagonistas en su casa, pero de otro modo.
La madre sigue siendo el marco de unión de la familia, quien puede aliviar las tensiones propias de esta etapa, ella tiene mucha mano izquierda para conciliar. Es el momento de ir, más que nunca, junto al marido y de dejarle que se encargue él de ciertos asuntos. La adolescencia rebosa temas conflictivos que exigen muchas vueltas, mucho hablar entre los cónyuges y mucho actuar en la misma línea los dos.
Si eres madre….
1. No creas que tu papel ya no es importante y tengas que desentenderte. Al contrario, tu ayuda como madre es igual de necesaria o más que nunca, pero hay que desempeñarla de otro modo: la misma sensibilidad, intuición e interés, pero cediendo el protagonismo a tu marido.
2. Aunque tus hijos varones no te hagan tanto caso como antes, con las chicas no ocurre esto de un modo tan radical. Sobre ellas seguirás teniendo mucho ascendiente.
3. Derrocha cariño y comprensión, aunque los hijos no te cuenten todo, como antes, ni te hagan tanto caso. Es mejor actuar así que gritar para que te oigan más.
Ignacio Iturbe
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