¿Existe la depresión infantil? ¿Son los niños vulnerables a estos síntomas? La respuesta es sí. Con una prevalencia entorno al 3 por ciento, la depresión infantil es motivo frecuente de consulta. Sin embargo, un niño deprimido es difícil de identificar. Los síntomas de un niño y un adulto con estado de ánimo deprimido son completamente diferentes.
Depresión infantil: observa los síntomas a través del juego
Los síntomas característicos de la depresión infantil se pueden clasificar en tres áreas: salud, entorno social y área escolar.
1. En el área de la salud, los síntomas más característicos de la depresión infantil son falta en el control de esfínteres, dolores frecuentes de cabeza y estómago, problemas en la piel y dificultades a la hora de respirar. También alteraciones en el sueño y apetito.
2. En el área social, el niño deprimido suele presentar aislamiento y agresividad con las personas que lo rodean, así como pérdida de interés en actividades que antes le resultaban atractivas.
3. En el área escolar se produce un fuerte rechazo a asistir al colegio, presentando dificultades de atención y concentración para realizar actividades escolares. Pueden presentar reacciones de ansiedad ante la separación de sus padres, con llanto y malestar significativo, mostrando mucha preocupación y miedo.
El adulto es capaz de manifestar sus necesidades, explicitar sus quejas y demandar ayuda explicando su estado de ánimo. El niño tiene dificultades para reconocer y comunicar sus ideas y pensamientos. Esta diferencia es fundamental para explicar la diferencia de síntomas entre el adulto y el niño deprimidos.
El juego es el lenguaje que emplea el niño. Al observar cómo juega podemos apreciar y conocer el estado de ánimo en el que se encuentra. Gracias a esta observación, y también a la interacción con otros durante el proceso, podemos ver cómo se encuentra.
Es común entre los adultos pensar que los niños no pueden deprimirse. Están cuidados, se dedican a jugar, y los padres tienden a protegerles de lo malo que les pueda ocurrir. Así que se plantean lo siguiente. «Si mi hijo tiene depresión, ¿qué he hecho yo mal?».
Inicialmente los adultos que rodean al niño, padres, profesores y personas cercanas, buscan otras causas. El conocimiento de estos síntomas juega un papel importante. Cuánta más atención se preste a su diagnóstico, antes se podrá intervenir con el niño.
Síntomas de la depresión infantil
– Irritabilidad, rabietas frecuentes sin motivo.
– Baja motivación ante el juego.
– Aburrimiento excesivo.
– Rechazo para asistir al colegio.
– Dificultades en la concentración y atención.
– Elevada actividad motora.
– Dificultad para alcanzar el peso que corresponde a su desarrollo evolutivo.
– Dificultades en el sueño.
– Frecuentes quejas sobre dolores en el cuerpo.
– Signos de agresividad, arañazos sin explicación aparente.
¿Cuál es el origen de la depresión infantil?
La depresión puede ser de origen biológico, o como consecuencia a un acontecimiento vivido. Los niños son reactivos a lo que ven y viven, escuchan y perciben.
Los niños escuchan, ven y, sobre todo, sienten. Juegan, ríen y, sobre todo, disfrutan. Son parte de la familia: también viven los conflictos conyugales, los problemas de salud y las dificultades del día a día del resto de los miembros de la familia. Es importante favorecer la comunicación y estar atentos a las señales que nos dan información de cómo se encuentran.
El niño necesita que los adultos que le rodean y le conocen, le refuercen sus puntos fuertes y le ayuden mediante la motivación a mejorar sus puntos débiles. La expresión de sus sentimientos en un entorno de seguridad como puede ser el hogar, y la utilización de diversos recursos como la escritura y el dibujo son atractivos para ellos.
El niño aprende mediante la observación y experiencia cómo comportarse consigo mismo, con el entorno que le rodea y también con el futuro. Aprenden e interiorizan los esquemas de funcionamiento en el día a día, adquieren habilidades y muestran dificultades. Es esencial el papel de los padres, amigos y maestros para una correcta adaptación y felicidad del niño.
Puntos para pensar o sospechar de una depresión infantil
– La expresión de mi hijo en el juego refleja cuál es su estado de ánimo. ¿Cómo juega?
– Mostrar aburrimiento y baja motivación, excesivo cansancio y dolores corporales o alteraciones en el sueño son síntomas a observar. ¿Presenta mi hijo alguno de ellos?
– Las rabietas son un modo de comunicación para los niños. ¿Son frecuentes en él?
– ¿Ha ocurrido algún acontecimiento vital estresante alrededor del niño recientemente? Si es así, ¿qué le he comunicado a él?
Cómo actuar en caso de depresión infantil
– Proporciona al niño la información que es capaz de comprender. Los niños aunque no sean capaces de explicar su estado de ánimo como los adultos, sí son capaces de comprender lo que ocurre a su alrededor.
– Presta especial atención a los comportamientos del niño mientras juega. La falta de juegos con compañeros, rechazo a ir al colegio y falta de interés en juegos que habitualmente le gustaban son síntomas claros del estado de ánimo.
– Fomenta la expresión de sentimientos. Si los padres validan mediante el diálogo la ocurrencia de dificultades y problemas, el niño aprenderá a expresar sus emociones. Los padres son el modelo y referencia que tienen los niños.
– Consulta con un profeisonal. Si tu hijo presenta alguno de los síntomas que aparecen en la tabla anterior.
– Favorece actividades que le gusten al niño: hacer deporte, andar, estar al aire libre, etc.
María Martín Vivar. Psicóloga. Unidad de Psiquiatría y Psicología del Niño y del Adolescente
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