La Navidad tiene el increíble poder de sensibilizar nuestros corazones y de hacernos reflexionar. Estas fiestas navideñas son un momento propicio para proponernos con fuerza enseñar los valores de la Navidad a los niños, ser mejores personas y ayudar a quienes más lo necesitan.
Por este motivo imprescindible aprovechar la Navidad para transmitir a nuestros hijos todos los valores positivos que están relacionados con el verdadero espíritu navideño.
Los valores de la Navidad:
cómo transmitir el espíritu navideño a los niños
Los padres podemos hacerles comprender los valores de la Navidad a nuestros hijos de muchas y distintas formas. La comunicación en familia es fundamental, asi como la narración de historias, la transmisión del significado de los símbolos navideños y, sobre todo, las fábulas y los cuentos pueden sernos de gran ayuda al ser relatos que pueden servirnos como base.
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1. El valor de la unidad: la Navidad es un tiempo para disfrutar en familia. Nuestros hijos lo saben, pero a veces se les olvida. Por eso, podemos aprovechar las reuniones, cenas y comidas para recordárselo. Cuéntales con entusiasmo quiénes vienen a cenar y poned juntos la mesa si vais a celebrar en casa las fiestas navideñas.
También podéis preparar un postre delicioso para llevarlo a casa de vuestros familiares y amigos. En Internet encontraréis cientos de recetas y veréis cualquier excusa es buena para disfrutar las horas juntos. El cuento infantil de Los músicos de Bremen resalta la importancia del valor de la unidad. ¿Lo conoces? Si no es así, puedes buscarlo y contárselo a tus hijos esta misma noche antes de que se vayan a dormir.
También puedes contarles o leerles la fábula La rana y el renacuajo, que enseñará a tus hijos que lo verdaderamente importante es el interior de las personas. Seguro que les encanta y los acerca un poco más al espíritu de la Navidad.
2. El valor de la solidaridad: los catálogos de los juguetes que llegan a nuestras casas generan en los niños un afán consumista que, a veces, hay que frenar. Por eso, es importante inculcarles el valor de la solidaridad. Hacerlo es muy sencillo. Basta por ejemplo con colaborar en alguna de las operaciones kilo que se organicen en nuestra localidad. Las parroquias y los colegios suelen hacer actividades de este tipo cada año.
Una tarde en casa puede ser el momento perfecto para disfrutar del cine en familia con peliculas relacionadas con valores tan importantes como el de la solidaridad. Relatarles el cuento de La Cerillera también es una buena manera de explicarles en qué consiste este valor fundamental. Si combinamos ambas actividades ¡lo habremos conseguido!
3. El valor de la generosidad: en relación a la solidaridad tenemos que hablar de la generosidad. Este valor enseña a los niños que en el mundo hay gente que no tiene recursos y que se ve obligada a celebrar la Navidad de una manera distinta. En nuestras manos está ayudarles. ¿Cómo podemos hacerlo? Limitando los deseos de nuestra carta y dedicando una de nuestras peticiones a quienes más lo necesitan. La fábula de El buey y la cigarra es un relato que puede hacerles entender lo importante que resulta compartir lo nuestro con los demás y la importancia del trabajo ajeno.
4. El valor de la humildad: la humildad es un valor olvidado en gran medida nuestra sociedad. La Navidad es buen momento para recuperarlo. Tenemos que hacer ver a nuestros hijos qué cosas de las que piden son las que necesitan de verdad. Cuando alcanzan la adolescencia muchas veces «no tienen qué ponerse». Debemos ser humildes y comprender que las cosas se hacen con lo que uno tiene, no con lo que cree que debería tener.
La voluntad es el ingrediente estrella de toda buena conducta. Muchas veces pedimos más de lo que necesitamos y nos tornamos egoístas y avariciosos. Esto es precisamente lo que le pasa a La Lechera en el cuento. ¿Se lo has narrado alguna vez? ¿A qué esperas para hacerlo? Seguro que les ayuda a entender todas estas cosas. Cuando se lo hayas leído saldrá de ellos mismos ser un poquito más humildes.
5. El valor de la gratitud: cuando llega el día 8 de enero, toca volver a la rutina. Los niños al colegio y los mayores a la oficina. Pero no podemos olvidar, de la noche a la mañana, todo lo que la Navidad nos enseña. Por eso es una idea estupenda hacer una segunda carta a los Reyes Magos con motivo del fin de la Navidad. Nos reuniremos en familia para redactarla. Podemos hacerla todos juntos o escribir varias.
Tenemos que darles las gracias a sus majestades por los momentos compartidos, los regalos recibidos y lo bien que nos lo hemos pasado todos juntos. Así, cerraremos el capítulo festivo haciendo balance. Si hay algo que hayamos hecho mal, también tendremos que escribirlo. Así podremos ponerle remedio a lo largo del año, trabajar para solucionarlo y no caer en el mismo error la próxima Navidad.
La educación de los hijos es siempre más sencilla cuando uno se arma de paciencia y transmite los valores esenciales del aprendizaje con cariño y desde la experiencia. Por eso, escoger el momento idóneo para hacerles comprender qué cosas están bien y cuáles están mal es algo fundamental. Las Navidades son un momento mágico ¿por qué no o aprovechamos al máximo?
Elisa García
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