¿Cuántos padres, desesperados, no saben tratar a sus hijos adolescentes egocéntricos y egoístas? No hay que olvidar que son características propias de la adolescencia, se quieren autoafirmar. La dificultad está en comprender estos cambios y establecer unos límites, motivarles para que salgan de ellos mismos y ayudarles a encajar las frustraciones.
Egocentrismo: el pensamiento centrado en sí mismo
Para Manuel Álvarez, presidente de la Sociedad Andaluza de Medicina Psicosomática, la personalidad egocéntrica, el pensamiento centrado en sí mismo, considerar sobre el propio ombligo, no comporta beneficio alguno en la propia salud mental. La inseguridad es un factor por el que las personas pueden llegar a pensar sólo en sí mismas. Mirar más allá, afrontar compromisos con responsabilidad, produce miedo en muchas ocasiones.
No hay que olvidar el por qué de este pensamiento tan centrado en sí mismo de los adolescentes: tienen un mundo a parte, surge un nueva intimidad, un espacio que no quieren que nadie entre por miedo y por nuevo, porque aún es un niño pero la química, es decir, la descarga hormonal va haciendo su trabajo, haciendo madurar no solo su sistema reproductor sino también su sistema nervioso. Está más cansado, está creciendo, tiene más sueño por la mañana.
Teresa Artola, autora del libro Situaciones cotidianas de tus hijos adolescentes, aclara este comportamiento: «quieren autoafirmarse, manifiestan afán de libertad e independencia. En este afán se basan las actitudes de oposición y muchas conductas de rebeldía. Además, afanan también diferenciarse de los demás, ser distinto, original e incluso extravagante».
Sin embargo, todo tiene su parte positiva. Poner el propio yo en oposición a los demás, es el primer refugio del adolescente desde donde se vislumbra los barruntos de la madurez. La famosa crisis de identidad es necesaria para que ésta salga favorecida y mejorada.
Adolescentes: todos tienen la culpa menos ellos
«Yo he estudiado, es el profesor que no se aclara y por eso me ha suspendido»; «Es mi amiga la culpable, me ha dejado plantada»; «Mi compañero tiene la culpa, me dijo que nos escapáramos de clase»; «Mamá, es que tu tienes la culpa de quedarme sin amigos, porque no me compras el pantalón de moda y estoy desfasada»; «Papá, vas a tener la culpa de mi depresión como no me compres la moto». Los adolescentes pasan por la etapa de no sentirse culpables ni responsables de nada. Todos tienen la culpa menos ellos. Hay que hacerles caer en la cuenta que está no es la forma más rápida de madurar, ni de ser una persona auténtica.
Conversaciones egocéntricas de adolescentes
Esta actitud un tanto narcisista y egocéntrica, se manifiesta también en las conversaciones que mantienen con los demás, en la actitud con sus propios amigos o compañeros.
1. La amistad. Siendo a esta edad la amistad algo esencial para ellos, no caen muchas veces en la cuenta de que sus conversaciones se reducen a hablar de sí mismos, no preguntan por los intereses de los demás, y no saben escuchar con verdadera atención y desinterés.
2. La actitud ante sus propios amigos. Oyen pero no escuchan, porque su pensamiento se centra en recordar alguna vivencia que a ellos mismos les ha pasado similar a la que le cuenta su amigo, sin tener en cuenta verdaderamente, el interés o preocupación del amigo.
Consejos para padres de hijos adolescentes
1. No desistir frente a sus contestaciones, motivarles adecuadamente, decirlo en el momento oportuno. Los adolescentes en este punto, son como los de siempre, «los que no somos los mismos somos los padres, que en muchas ocasiones tiramos la toalla y no ejercemos bien la autoridad (permisividad) o por el contrario, la ejercemos con chillidos y castigos desproporcionados.
2. Marcar límites. El adolescente que creciera sin límites, haciendo lo que él quiere, sin llevarle la contraria, salvándole siempre a él y dejando por ejemplo a un profesor en evidencia, o protegiéndole en exceso frente a amigos que no «le bailan el agua», sería un adolescente débil, sin haberle ayudado a enfrentarse a ninguna frustración, inmaduro, con incapacidad para superar el dolor, los disgustos y otras inclemencias de la vida.
3. Evitar sobreprotegerle. El dolor siempre ayuda a madurar. Deben pasar por saber que es la decepción de amigos, la rabia por no hacer el plan que él quería, la poca paciencia porque las cosas no salen bien, y deben saber qué se siente aparcando sus opiniones o sus planes por aceptar una opinión o plan de los demás.
Patricia Palacios
Más información: Situaciones cotidianas de tus hijos adolescentes, de Teresa Artola González.
Te puede interesar:
– Educando adolescentes: va a lo suyo