El complejo de Edipo es el término acuñado por Freud para hacer referencia a un conjunto de emociones y sentimientos, en muchos casos contradictorios, en relación a los progenitores. Cuando el pequeño se «enamora» del progenitor del sexo opuesto, convirtiéndose el otro progenitor en un rival, entran en juego muchas emociones y conflictos determinados por la presencia ambivalente sentimientos amorosos y sentimientos de hostilidad.
Es una reacción natural que forma parte de su desarrollo, y que constituye un paso en el camino de la formación de su identidad psicosexual y de género.
En un período de la niñez, en torno a los 4-6 años, es común observar ciertas actitudes en los niños y niñas: celos cuando los progenitores se abrazan, posesión hacía alguno de ellos, rivalidad con el otro, etc. El complejo de Edipo es algo natural que no debe alarmarnos ya que es algo transitorio que se soluciona con el tiempo a medida que el niño o niña alcanza la madurez.
La historia del complejo de Edipo
El complejo de Edipo es un concepto central en la Teoría Psicoanalítica de Sigmund Freud. Empleó el término «complejo de Edipo», tomándolo de una tragedia griega de Sófocles, en la que Edipo, sin saber que son sus progenitores, se enamora de su madre, la reina Yocasta, y mata a su padre, el rey Tebas, para ocupar su puesto.
Freud se refiere al complejo como una manifestación del deseo amoroso o sexual del niño o de la niña, sería la representación inconsciente a través de la que se expresa dicho deseo.
El complejo de Edipo en el desarrollo de los niños
El complejo de Edipo se produce en el seno del desarrollo, en concreto en una de las primeras etapas del desarrollo psicosexual de los niños y niñas. Entre los tres y los cinco de años de edad, los niños y las niñas toman conciencia de su identidad de género y comienzan un proceso en el que se identifican como niños o como niñas. En este proceso los progenitores se convierten en modelos masculinos y femeninos que tienden a imitar.
Al tomar como modelo al progenitor que define el género quieren ser como él o ella y por lo tanto también quieren el amor del otro progenitor.
Manifestaciones del complejo de Edipo en los niños
El niño experimenta un sentimiento de amor hacía la madre, la idealiza y se muestra posesivo con ella. Quiere su amor y sus atenciones. Compite por la madre con otros varones cercanos, generalmente con el padre que se convierte en un rival. El padre es un rival y aparecen sentimientos de hostilidad y odio. Es normal que el niño se aleje del padre que le quita el protagonismo con la madre. También puede producirse esta rivalidad con otros hombres cercanos, hermanos de edad similar, etc.
El complejo de Electra: complejo de Edipo en las niñas
En el caso de las niñas el complejo de Edipo es conocido con el nombre de complejo de Electra. Es el complementario del complejo de Edipo. En este caso, la niña experimenta sentimientos positivos amorosos hacía el padre y la madre se convierte en un rival que despierta hostilidad y sentimientos negativos.
Consecuencias del complejo de Edipo
El complejo de Edipo, o de Electra, es algo natural en la mayoría de los niños y niñas de ese rango de edad. Aunque se manifieste con algunos cambios de actitud y de conducta, suele ser algo pasajero que finaliza cuando el niño o la niña madura. En la mayoría de los casos las consecuencias no tienen más importancia.
En algunos casos, cuando el complejo de Edipo no se resuelve de manera natural, puede provocar repercusiones en el desarrollo psicosexual del niño o de la niña. En estos casos suele tener implicaciones en las futuras relaciones de pareja que establezcan y en su bienestar.
Por lo tanto, es muy importante favorecer una adecuada y natural resolución del complejo de Edipo o de Electra.
Trucos para afrontar el complejo de Edipo y lograr una solución adecuada.
1. Lo más normal es que se resuelva de manera natural, por lo tanto no debemos alarmarnos ante las actitudes del niño o de la niña.
2. Evita las burlas, aunque nos pueda parecer gracioso.
3. No refuerces el complejo. En ocasiones, de un modo inconsciente reforzamos la alianza con el niño o niña o la descuidamos al percibirnos amados u odiados. Es muy importante no tomarlo como algo personal y no entrar en el juego.
4. Evita incrementar sus celos. A veces, nos puede parecer gracioso que el niño o niña se ponga celoso, pero evita muestras de cariño hacía tu pareja con ese fin.
5. Busca tus momentos de intimidad con tu pareja y enseña al niño o niña a respetarlos y aceptarlos.
6. Demuéstrale vuestro cariño incondicional y enséñale que se puede compartir el afecto que no es necesario competir por el mismo.
7. Procura tiempo de juego y diversión del niño o niña a solas con el progenitor que despierta sentimientos negativos. De este modo compensaremos con sentimientos positivos los sentimientos de hostilidad y rivalidad.
8. Cuidado con los hermanos del mismo sexo en edades parecidas, ya que pueden experimentar el complejo a la vez siendo el objeto de hostilidad cada uno de ellos.
9. Presta especial atención si la pareja está en fase de separación, ya que pueden reforzarse las hostilidades y los sentimientos negativos.
Celia Rodríguez Ruiz. Psicóloga clínica sanitaria. Especialista en pedagogía y psicología infantojuvenil. Directora de Educa y Aprende. Autora de la colección Estimular los Procesos de lectura y escritura.
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