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Las primeras tareas domésticas que ayudan a ‘hacer familia’

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Desde el momento en el que los pequeños caminan con soltura, los niños pueden tener asignadas tareas en la casa, que consisten no solo en ordenar su habitación, sino sobre todo ayudar a los demás miembros de la familia como los padres o los hermanos en las distintas tareas domésticas que ayudan a «hacer familia«.

Niños voluntarios para cuidar de la familia

Cuando los niños todavía son pequeños, suelen ofrecerse voluntarios para ayudar a los mayores. Debemos aprovechar esa predisposición iniciar para inculcarles esa vocación de servicio que no solo hará de ellos personas disciplinadas sino que les enseñará en pensar en los demás. Por eso, ir asignándoles pequeñas tareas domésticas, adecuadas a su edad y su capacidad, no debe ser tomado como una forma de que los padres trabajen menos sino como una oportunidad para educar en valores.

Los niños viven en familia y, para que entiendan este concepto, es muy importante que cuiden de la familia, que se ocupen de las necesidades de aquellas personas con las que comparten casa.los padres suelen tener claro que es bueno que los niños aprendan desde pequeños a cumplir ellos solos algunas normas. Por ejemplo, con mucha frecuencia se les asigna la responsabilidad de ordenar sus juguetes. Este tipo de tareas domésticas ayuda a fomentar su responsabilidad y su capacidad de sacrificio, pero no son suficientes para desarrollar otros valores.

Cómo asignar las tareas domésticas a los niños



Cuando encargamos tareas domésticas sencillas, tenemos que incluir algunas que no redunden en beneficio propio inmediato, como vestirse y desvestirse solos, y que no tengan que ver exclusivamente con su cosas, como recoger la habitación. Es bueno que entiendan desde la infancia que la mayor parte de las tareas se hacen por los demás. Los encargos forman parte de educar en el orden, pero ¿cómo deben ser los encargos para los niños?

Así, un niño de unos tres años puede tener asignado algo sencillo, como colocar la servilleta de cada uno en su plato, o asegurarse de que tanto él como los hermanos tienen su peluche en la cama a la hora de dormir. Pueden colaborar en la cocina con alguna tarea menor que no suponga riesgos, como remover el cacao o incluso batir unos huevos.

Poco a poco irán adquiriendo compromisos mayores: poner y quitar la mesa, recoger la ropa sucia, ocuparse de la comida y bebida de la mascota, sacar la basura, echar una mano con algún hermano o preparar los bocadillos del colegio de todos.

En función de cómo sean nuestros hijos, podemos establecer un sistema de asignaciones o uno de turnos. Lo importante es que lo cumplamos y hacerles comprender que en ningún caso es un castigo sino que forma parte de la vida en común de la que tantas veces nos beneficiamos.

Alicia Gadea

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