Los sistemas de retención infantil para los coches son obligatorios e importantísimos pero, ¿se colocan en el sentido de la marcha, o al contrario que ésta? Según asegura la consultora de SRI y portavoz en España del modelo sueco de seguridad vial, Cristina Barroso, poner a los niños de espaldas a la marcha aumenta la probabilidad de que salgan ilesos en caso de accidente en un 500 por ciento.
Esta experta asegura que si el coche se detiene súbitamente mientras el niño viaja de frente a la marcha (y sujeto por una silla), todo su cuerpo sale proyectado hacia delante. Sin embargo, como la silla está sujeta al asiento y el torso del niño está atado a la silla, lo único que se desplaza con tal fuerza es su cabeza, lo que podría llevar a que se rompa el cuello del niño.
Por ello, explica que todo lo que no sea «sujetar la cabeza para evitar que estire del cuello», podría ocasionar «una lesión muy grave en el niño». Algo que se produce, según matiza Barroso, «no necesariamente a velocidades altas, porque en niños pequeños, el tamaño de la cabeza representa un 30 por ciento del total del cuerpo y el cuello está compuesto en su mayor parte de cartílago».
Instalar la silla de espaldas a la marcha
No ocurre lo mismo cuando se instala la silla de espaldas a la marcha. Según ha indicado esta experta en una entrevista con la agencia de noticias Europa Press, cuando la silla va instalada de espaldas es el respaldo el que hace todo el esfuerzo. «La cabeza queda apoyada sobre éste y el cuello no se estira, así que el niño no sufre daños», ha matizado.
Es por estos motivos por los que insiste en pedir a los padres que coloquen al niño de espaldas a la marcha, recordando que colocarlo de frente le expone a un gran riesgo de que, si se tiene un accidente, sufra lesiones graves o mortales incluso si se circula a una velocidad baja.
Distracciones al volante
Pese a que esta experta es tajante, otros no opinan igual. Para el técnico experto de PONS Seguridad Vial, Octavio Ortega, llevar al niño de espaldas al adulto impide que éste pueda comprobar de un solo vistazo el estado del niño, lo que puede llevar a que el conductor se distraiga.
Según Ortega, cuando el niño va en el asiento trasero del coche y en sentido opuesto a la marcha hay «muy poco control sobre el niño» por parte de los adultos que van delante. Así, comenta que si el conductor oye un ruido que sale de la silla «no sabe si el niño se está riendo o, por ejemplo, se está ahogando», lo que le distrae de la conducción. «Con que el niño se mueva un poco, se genera intranquilidad en el adulto y puede ser más peligroso», ha argumentado.
Unas críticas que no son aceptadas por Barroso, que asegura que están basadas «en cuestiones subjetivas de toda índole». Según ella, en Suecia, que es uno de los países con menor siniestralidad, los niños de hasta al menos cuatro años van sentados en el lado opuesto a la marcha.
«Tampoco existe ningún estudio oficial que refleje un mayor riesgo de lesiones en impacto trasero por viajar en sillas a contra marcha; ni el estudio que refleje que el niño se maree más por viajar de ese modo; o que se lesione las piernas por llevarlas dobladas», comenta la experta, mencionando algunas de las principales críticas a esta forma de llevar a los niños en el coche.
Educación vial
Contra aquellos padres que no cumplen la normativa en materia de seguridad vial, Barroso apuesta por la educación. Según ella, si se hablara más claro y hubiera más precisión en los mensajes, los padres serían «más conscientes de los riesgos y, al igual que sucede con otras cuestiones, adoptarían las medidas de seguridad eficaces sin necesidad de que exista una Ley que los obligue».
De este modo, esta experta apuesta por la enseñanza y el convencimiento en lugar de el castigo, un punto sobre el que está de acuerdo Ortega, que se muestra a favor de la educación vial continua e, incluso, «como asignatura» en los colegios, un asunto sobre el que ya hay una iniciativa en marcha.
«Una persona desde que se saca el carné no vuelve a tener un reciclaje más allá de las campañas en los medios», alerta el asesor de PONS Seguridad Vial, que apuesta por que sería bueno que los conductores recibieran «toques» de sus propios hijos de manera indirecta a través de la formación que se le daría a los niños.
Cómo elegir los Sistemas de Retención Infantil
Hoy en día el mercado tiene una enorme variedad de Sistemas de Retención Infantil, pero tal variedad no siempre significa calidad, y sobre esto han hablado estos dos expertos, que explican lo difícil que puede resultar en alguna ocasión saber cómo elegir el mejor SRI. Sobre las diferencias de unos y otros, Barroso aconseja fijarse en su capacidad de protección, no de retención.
«Una silla resultará segura cuando, además de retener, minimice el riesgo de lesiones potenciales en el tipo de impacto más frecuente y lesivo: el frontal», explica esta experta, que agrega que a la hora de elegir la silla hay que tener también en cuenta la edad, peso y altura del niño.
Según esta experta, los menores de cuatro años deberían viajar con sillas orientadas al lado opuesto de la marcha y, a partir de esta edad, pasar a lo que se conoce como sillas de grupo dos y tres, que son elevadores cuyo uso puede alargarse hasta que los niños alcancen los 150 centímetros de estatura.
A la hora de elegir los sistemas de retención infantil los padres suelen tener unos fallos comunes, mencionados por esta experta.
1.- Mala elección de la silla: bien porque resulte demasiado grande o demasiado pequeña o porque, en el caso de los menores de cuatro años, los padres los coloquen de frente a la marcha con un sistema de arnés o escudo.
2.- Incorrecta instalación.
3.- Errores en la adaptación. Las sillas cambian a medida que los niños van creciendo, por lo que es común que los padres fallen en el tamaño de la silla o en el ajuste de los arnés o del cinturón de seguridad.
Para concluir, descarta que más dinero sea sinónimo de mayor seguridad. Según Barroso, existen sillas con un precio elevado cuya eficacia es menor que otras que no exigen un gran desembolso. Por ello, menciona que el precio medio de una silla eficaz ronda los 350 euros para los dispositivos de hasta cuatro años, y los 200 para los que son para niños de hasta 12 años.
Ángela R. Bonachera
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