El momento de ir al supermercado a hacer la compra puede resultar arduo para las familias: los niños en ocasiones se aburren entre pasillos de alimentos y se ponen nerviosos. ¿Qué hacer? La solución no tiene por qué pasar por dejarlos en casa: en el supermercado también se puede aprender mucho y los niños pueden divertirse.
La Tropa Supersana de la Asociación Española de Pediatría aseguran que los viajes al supermercado pueden ser un buen momento para que los pequeños aprendan nuevas lecciones sobre los alimentos. Eso sí, todos sabemos que en ocasiones es difícil «contener» a los niños así que, ¡hay que tener grandes dosis de paciencia!.
Estas son las pistas para «desarrollar el superpoder de la alimentación» aconsejadas por la Tropa Supersana y el doctor José Manuel Moreno, coordinador del Comité de Nutrición de la asociación, para llevar a cabo mientras se hace la compra en el supermercado, ¿qué te parece?
Ideas para aprender en el supermercado
– Involucrar. Según este experto, involucrar a los pequeños en el proceso de compra les permite conocer la diversidad de alimentos que hay: si la fruta o las verduras son de temporada; qué tipo de pescado van a comer, de qué parte del animal es la pieza que estamos comprando o qué propiedades alimentarias tienen, por ejemplo, las lentejas (mucho hierro) o las naranjas (ricas en vitamina C).
– Recordatorios. Recorrer los pasillos nos facilita recordar a nuestros hijos cuáles son los alimentos más convenientes en cada momento y cuáles los que más pueden perjudicarle. «En verano, por ejemplo, es un buen momento para que el niño sepa que beber agua y/o comer fruta son opciones recomendables para combatir el calor ya que le ayuda a hidratarse», explica el experto, que añade que en invierno la comida de cuchara, las naranjas o la miel son ideales para fortalecer el sistema inmunológico.
– Etiquetado. Coger los productos de la estantería es una buena oportunidad para que aprenda a interpretar el etiquetado, «eso le permitirá que en el futuro sepa elegir los mejores alimentos», asegura el pediatra, que explica que el niño podría empezar por conocer la fecha de caducidad y los ingredientes básicos, algo fundamental en el caso de que tenga alguna alergia. Además, desde el año pasado la información de los alimentos está más clara, ya que la nueva legislación ha obligado a las marcas a hacer cambios en la manera de informar de sus productos: la letra más grande, revelar el tipo de aceite que se usa o eliminar tecnicismos para usar el nombre común.
– Menú. La hora de la compra es el momento en el que se diseña el menú de manera saludable. Le puedes hacer partícipe de ello permitiéndole, con tu ayuda, que elija alguna comida. De esa forma pondrá en práctica lo aprendido y se interesará más por la alimentación. Además, podrá ver cómo se cocina y participar en su desarrollo, lo que reforzará su autoestima y le ayudará a conocer proceso culinario.
– Origen. Otro aspecto a tener en cuenta para que entiendan el proceso de los alimentos es saber de dónde vienen. Con las verduras y la fruta no vamos a tener ningún problema. Pero en el caso de los animales, debemos tener en cuenta la edad del niño. Si los más pequeños relacionan la procedencia de lo que comen, por ejemplo, un entrecot, con un ternerito o un pollito, pueden desarrollar aversión a ciertos platos. Para evitarlo, mejor ser cuidadosos en este tema y centrarnos en los productos de la tierra hasta que el niño comprenda cómo funciona la naturaleza.
– Precio. Podemos aprovechar la oportunidad para que conozca el precio de los alimentos y así realizar en un futuro una compra inteligente. Jugar con él con presupuestos ficticios puede ayudarle a aprender a priorizar entre lo importante y, si sobra, los caprichos. Aunque seguramente, su primera reacción fuera gastar todo el presupuesto en bollería y helados y dejar (si deja) algo para los alimentos prioritarios.
– Nombres. Para los más pequeños, una buena manera de empezar a conocer los nombres de los alimentos y, además, recibir mensajes saludables, son los juguetes con formas de alimentos. «Hay estudios que demuestran una relación entre la variedad en la dieta del adulto y haber jugado de pequeño con piezas que representan frutas, verduras», asegura.
Ángela R. Bonachera
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