¿Escoliosis? Parece un nombre raro, pero gran cantidad de niños deben familiarizarse a él desde edades tempranas. Como definición, la escoliosis es una desviación de la columna que forma una curva en la que las vértebras de apartan del eje central. Te contamos todo lo que necesitas saber sobre esta deformidad.
Los pediatras de la Asociación Española de Pediatría (Aeped) explican que esta deformidad en la columna «muestra una prominencia asimétrica (chepa) a uno de los lados de la espalda«, algo que es totalmente visible y que se puede palpar cuando el niño se inclina hacia delante.
Curvas de la espalda
En este sentido, no todos los niños con escoliosis tienen la espalda igual: las curvas pueden ser torácicas, lumbares, cervicales (algo más raro) o incluso presentarse en varias zonas a la vez.
Asimismo, es posible que se den dobles curvas que, al desarrollarse en sentido contrario, no alteran la verticalidad de la espalda, lo que tendría como consecuencia que su detección sea más tardía.
Las causas de la escoliosis
Una reacción muy humana ante cualquier enfermedad es querer encontrarle la causa. Sin embargo, no siempre ésta es clara. «La gran mayoría de las veces no se identifica la causa», explican los pediatras, que indican que en estas ocasiones se trata de una «escoliosis idiopática». Hay ocasiones en las que la escoliosis se origina por una enfermedad neurológica, tumoral o infecciosa o se relaciona con algún síndrome, pero esto es mucho menos frecuente.
La escoliosis en niños
Los pediatras explican que, aunque la escoliosis es similar en ambos sexos, las niñas tienen más riesgo de progresión en esta enfermedad, especialmente si les quedan más de dos años por crecer.
Sobre crecimiento, los expertos clasifican la escoliosis según la edad a la que aparece.
-Congénita: cuando los niños nacen con malformaciones en las vértebras que provocan la escoliosis.
– Infantil: entre los 0 y 3 años
– Juvenil: entre los 3 y los 10 años
– Adolescente: a partir de los 10 años
El diagnóstico de la escoliosis
Por lo general, el diagnóstico de la escoliosis es bastante sencillo. «Se diagnostica con la exploración de la espalda», detallan, al tiempo que indican que es también muy importante comprobar la longitud de las piernas del niño, «palpando las dos crestas iliacas, ya que el niño puede torcerse porque uno de los miembros inferiores sea más corto», indican al respecto.
«Una vez que se ha visto que las piernas son iguales, el médico buscará asimetrías entre ambos lados de la columna, buscando prominencias», resumen, señalando que lo que el médico hace es revisar la altura de los hombros y, en algunos casos graves, si el tronco está inclinado hacia un lado.
Ahora bien, además de esta exploración, hay una prueba clínica que da más información: el test de Adams, en el que las prominencias se hacen más evidentes: «estando de pie, el niño se inclina hacia delante sin doblar las rodillas, como para tocarse los pies con las manos».
«La radiografía confirmará que existe una curva y si asocia rotación de las vértebras, y cuantificará la curvatura», detallan los pediatras, que matizan que se habla de escoliosis cuando el ángulo de la curva es mayor de 10 grados.
Los síntomas de la escoliosis
Por lo general, la escoliosis no tiene síntomas: no duele. Es más, si la escoliosis fuera dolorosa habría que pensar que un proceso «infeccioso, neurológico o incluso tumoral pueda estar detrás», subrayan los pediatras.
En este sentido, también es bueno conocer que la escoliosis no suele tener repercusión sobre los órganos internos. «Solo en las deformidades muy grandes, poco frecuentes por otra parte, puede haber problemas cadiopulmonares o digestivos por falta de espacio», matizan al respecto, al tiempo que comentan que si la escoliosis es descubierta en edades tempranas y presenta vértebras malformadas, «es conveniente descartar lesiones de corazón, renales o neurológicas asociadas».
La evolución de la curva
Al igual que la espalda no es igual a lo largo de toda la vida porque la persona va creciendo, la curva producida por la escoliosis va evolucionando. Por ello, cuanto más quede por crecer y mayor sea la curva en el momento del diagnóstico, peor será la evolución. «Otros factores a tener en cuenta son los antecedentes familiares, el tipo de curva y si se trata de una niña», comentan los pediatras al hablar de los factores que influyen en la evolución de la curva de la espalda. «Después de la primera regla, el riesgo de progresión disminuye mucho», puntualizan.
El tratamiento de la escoliosis
Una vez detectada la escoliosis, el ángulo de la curva y la edad determinan qué tratamiento debe seguirse. Hay dos principales: el conservador (corsé), que frena la progresión de la deformidad pero no la corrige; y la cirugía, que sí lo hace pero se reserva para aquellas curvas de gran magnitud o que, aunque no sean tan marcadas, tengan riesgo de progresar mucho.
«El objetivo del tratamiento es evitar grandes deformidades en la edad adulta«, explican los pediatras, que indican que estas deformidades pueden desarrollarse si la curva llega a alcanzar 50 grados al final del crecimiento, «por lo que se ha de intentar evitar la progresión de deformidades inferiores a los 40-45 grados y corregir con cirugía aquellas que sean mayores».
Al respecto, los pediatras concluyen explicando qué tipos de corsés existen:
-Boston: el más usado, debe mantenerse en torno a 22-23 horas al día.
-Charleston o Prividence: se usan para curvas muy flexibles cercanas al tórax y sólo por la noche.
Ángela R. Bonachera
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