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Omitir el desayuno, especialmente perjudicial para los diabéticos

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Es necesario desayunar. Los expertos lo dicen por activa y por pasiva, pero no todo el mundo hace el caso que debería. En esta ocasión, otro estudio vuelve a poner sobre la mesa el asunto, alertando de los riesgos especialmente preocupantes para los diabéticos: las personas con diabetes tipo 2 que se saltan el desayuno tendrían picos de azúcar en sangre durante el día.

El estudio, elaborado en la Universidad de Tel Aviv, encontró que cuando 22 pacientes con diabetes tipo 2 no desayunaban se producía un aumento de las hiperglucemias entre el almuerzo y la cena. Asimismo, se observó una pérdida de la eficiencia orgánica para procesar la glucosa o de la capacidad de convertir el azúcar en sangre en energía, según explica Scientific American, que se ha hecho eco de la investigación.

Para la investigadora principal del estudio, Daniela Jakubowicz, los hallazgos de este trabajo vienen a significar que reducir la cantidad de almidón y azúcares en el almuerzo y la cena «no influirían en los niveles de glucosa en sangre elevados si los pacientes también se saltan el desayuno».

Diabetes

Al respecto, en Scientific American recuerdan que la Organización Mundial de la Salud cifra en uno de cada diez personas diabéticas en el mundo. «Como en el estudio, la mayoría padece diabetes tipo 2, que está asociada con la obesidad y el envejecimiento; aparece cuando el organismo no puede producir o procesar suficiente cantidad de insulina», señalan al respecto.

Así, este estudio quiso comprobar los efectos de no desayunar en personas diabéticas, y citó en dicha universidad a 12 hombres y 10 mujeres de unos 57 años y con sobrepeso. Todos llegaron en ayunas para hacerse análisis de sangre y se les pidió que consumieran dos o tres comidas diarias.

Dos comidas diarias

Los autores del trabajo monitorizaron también estas comidas, de tal forma que todos comieron la misma cantidad de calorías en el almuerzo y la cena. Dos y cuatro semanas después de este primer encuentro, los investigadores repitieron el proceso, pero esta vez desayunando.

El resultado fue que los niveles de azúcar en sangre los días que los participantes se saltaron el desayuno fueron un 40 por ciento más altos después del almuerzo y un 25 por ciento más altos después de la cena que los días que consumieron las tres comidas del día (desayuno, almuerzo y cena).

La explicación de esto la da la propia autora principal del estudio: al no desayunar, el páncreas no habría podido producir la cantidad adecuada de insulina para controlar los niveles de glucosa en sangre.

El estudio, muy relevante para defender la necesidad del desayuno y más aún en personas diabéticas, tiene ahora otro asunto pendiente: comprar esos resultados con otra investigación realizada con personas que no sufren esta enfermedad para conocer si esto mismo puede ocurrirles (aunque en menor medida) a aquellas personas que no sufren esta enfermedad.

La importancia del desayuno



Ya en 2006 desde el Ministerio de Sanidad se alertaba de la importancia del desayuno y del peligro de que los niños se saltaran esta comida esencial. En una campaña lanzada para promover el desayuno en las casas españolas, cifraban en un 8% los niños españoles que acudían al colegio sin haber desayunado. «Se ha demostrado que la prevalencia de obesidad es superior en aquellas personas que toman un desayuno escaso o lo omiten», aseguran desde el ministerio.

Al respecto, se ha encontrado que para el 19,3% de la población infantil y juvenil (1-24 años) el desayuno consiste únicamente en un vaso de leche, mientras que para el 56% el vaso de leche se acompaña de algún hidrato de carbono (pan, galletas, etc.), lo que sigue siendo insuficiente. De hecho, sólo un 7,5% de los niños toman un desayuno equilibrado compuesto por leche, fruta o zumo e hidratos de carbono.

«El desayuno es una de las tomas del día más importante y debería cubrir, al menos, el 25% de las necesidades nutritivas del escolar», insisten los expertos, que indican que el aporte energético del desayuno es de gran importancia, ya que permitirá lograr un adecuado rendimiento tanto físico como intelectual, en las tareas escolares y en el trabajo diario.

El desayuno admite una oferta de alimentos variada, pero para que tenga las mejores cualidades nutricionales debe incluir: un lácteo (un vaso de leche, un yogur, queso de cualquier modalidad); un cereal (preferiblemente pan, pero también copos de cereales, galletas, magdalenas, bizcochos…); una grasa de complemento (preferentemente aceite de oliva, pero sin denostar la mantequilla, margarina…); una fruta o su zumo (cualquier variedad en estación y zumos naturales diversos); mermeladas, miel y, en ocasiones, jamón u otro tipo de fiambre.

Ángela R. Bonachera

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