No, tu hijo no puede ser tu «mini-yo». Por mucho que tenga tus ojos, tu sonrisa, tus gestos o tus gustos, tu hijo tiene una personalidad propia y los padres jamás debemos tratar de construir pequeñas copias de nosotros mismos, pues esto les daña. Así lo asegura el director de uno de las escuelas más prestigiosas de Reino Unido, el Wellington College.
En concreto, sir Anthony Seldon asegura que los padres son «narcisistas despistados» que dañan a sus hijos con sus «delirios» cuando quieren que los pequeños se parezcan a ellos. En resumen: el hijo de un médico no tiene que ser obligatoriamente médico, aunque su abuelo también lo haya sido.
Esto es diferente al hecho de que los padres debemos dar ejemplo: una cosa es ser modelos para nuestros hijos, y otra imponerles que hagan exactamente lo que nosotros. Ellos tienen su personalidad, y deben desarrollarse de acuerdo a ella, siempre con la educación y el apoyo de la familia, especialmente los padres.
Asimismo, Seldon ha comentado en la revista Insight que los padres deben «ser educados» para que aprendan a trabajar junto con las escuelas para educar a sus hijos: este deber no es sólo de unos o de otros, sino de ambos pilares de la infancia de los niños.
Los padres tienen que ser padres desde el principio
Las palabras del director del prestigioso centro son muy claras: «los padres necesitan ser padres desde el principio. La expresión ‘padres helicóptero’ es una excusa de los colegios para expulsarlos. Necesitamos educar a los padres sobre una buena paternidad y trabajar juntos para educar a los niños», según puede leerse en el diario The Telegraph, que se ha hecho eco de las palabras de este importante experto en educación.
Seldon es además tajante al hablar de la función de las escuelas: según él, la preparación para los exámenes es sólo el 25 por ciento de la labor de los centros de enseñanza, mientras que el 75 por ciento debe dedicarse a ayudar a los niños a que se desarrollen intelectualmente, emocionalmente, psicológicamente y artísticamente. «Y necesitamos a los padres para entender su papel en este proceso», puntualiza en unas interesantes palabras para reflexionar.
Con todo, es realista: ser padre no es fácil, no tenemos «las claves de qué es ser un buen padre», motivo por el cual insta a los gobiernos y colegios a «ser claros sobre qué es ser un buen padre». Así por ejemplo, para este experto un «padre pobre» no es el que no tiene dinero, sino aquel que impide la independencia de su hijo y que desea que se convierta en un «mini-yo«. «En lugar de dejar que el niño sea lo que quiera ser, atrofian el sentido de desarrollo y autonomía de sus hijos«, advierte severo.
Vivir a través de los hijos, un gran error
Sobre esto también se ha pronunciado un conocido de la escena educativa británica: el director de la Escuela Eton, Tony Little, quien alerta del aumento de padres que viven a través de sus hijos, es decir, que transmiten sus ambiciones y aquello que les hubiera gustado hacer a sus pequeña prole.
En este sentido, asegura que los padres parece que tienen algo así como «una plantilla de resultados», de modo que cuando los niños no se ajustan a lo que sus padres hubieran deseado, aparece el estrés para ambos: para el niño por no cumplir con las expectativas de sus progenitores, y para estos por ver que no consiguen lo que quieren.
A este estrés se une también el de los exámenes. Ya en otro artículo en esta revista hemos hablado de diversos estudios que alertan sobre las demasiadas presiones a las que están expuestos los niños de países occidentales como Reino Unido o España.
En el país británico no son pocos los que se están levantando en contra de los exámenes continuos, especialmente a los niños, asegurando que los gobiernos están «obsesionados» con los resultados de los exámenes y que tienen «una creencia equivocada de que un niño con una buena puntuación en un examen tendrá un trabajo muy buen pagado».
Para los directores de estos dos prestigiosos centros educativos, sin embargo, hay otro factor mucho más determinante del futuro laboral de los niños que los resultados en los exámenes: su bienestar, pues esto determinará su estudio cuando dejen la escuela y cómo se enfrentarán al mundo laboral.
Ángela R. Bonachera
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