Todos queremos que nuestros hijos sean buenos, trabajadores, inteligentes… y, sobre todo, que sean felices. Una de las claves de la felicidad no es dar muchos regalos a nuestra prole, sino educarles bien para que sean buenas personas y entiendan la importancia de la amabilidad y la empatía.
La empatía, la capacidad de preocuparse por lo que pasa a los demás, es esencial en el día de hoy y así lo transmiten los padres. Sin embargo, una investigación elaborada en la Universidad de Harvard (Estados Unidos) ha puesto de relevancia que los niños no «reciben» este mensaje de sus padres: la mayoría cree que sus padres se sentirán más orgullosos de ellos si sacan buenas notas en lugar de si ayudan a un compañero de clase, por ejemplo.
Este trabajo se ha basado en encuestas a 10.000 niños del país norteamericano que estudian en los últimos cursos de Primaria y los primeros de ESO. Según sus datos, los jóvenes hoy en día valoran más su felicidad personal porque así creen que lo hacen sus padres.
Alerta sobre las generaciones futuras
Con los resultados de su estudio, los autores alertan de que cuando los jóvenes «no priorizan el cuidado por los demás y la justicia sobre aspectos de éxito personal» acaban teniendo «más riesgos de desarrollar formas de comportamiento dañino«. Estos comportamientos dañinos son la crueldad, ser deshonestos y no respetar a los demás, según señala la propia investigación.
Por suerte, no todo está perdido: a juicio de los autores del informe, la amabilidad y la justicia «aún cuentan» para jóvenes, padres y profesores como valores importantes.Por ello, han elaborado estos consejos a seguir para que los niños de hoy sean ciudadanos éticos, amables y justos hoy y cuando crezcan.
Consejos para criar hijos amables
1.- Practicar la amabilidad
Tal y como recuerdan los autores de la investigación, los niños no nacen siendo buenos ni malos, sino que la educación que reciben y practican es la que determinará cómo se educan y, por tanto, serán en el futuro.
Por ello, para ser amables ponen el ejemplo de un instrumento: hay que practicar para aprender a tocarlo… y así ocurre con la amabilidad: se debe ensayar cada día, ya sea ayudando a un compañero con los deberes, por ejemplo.
2.- Las dos habilidades esenciales
En la vida y en la amabilidad hay dos habilidades que son esenciales, y que los padres debemos enseñar a nuestros hijos: la cercanía y la perspectiva. La cercanía, porque debemos ser atentos con los demás y mostrarnos cercanos y preocupados por su bienestar; y la perspectiva, porque debemos ser capaces de ver la situación en su totalidad y, de este modo, identificar las diferentes formas que hay de enfrentarse a ella.
Los autores de la investigación aseguran que si los niños son capaces de ponerse en la piel de los demás, pensando en diferentes perspectivas según quién experimente cada situación, estarán desarrollando interés por aquello que les pasa a los demás y, por tanto, podrán ser más justos con su entorno.
3.- Dar ejemplo
Los hemos repetido muchas veces: los padres debemos dar ejemplo a nuestros hijos, pues los mayores que educan a los niños somos su modelo a seguir. Ahora bien, como puntualizan los investigadores, ser el modelo de un niño no significa ser perfecto ni tener las respuestas a todas las preguntas que nos puedan formular.
Ser un modelo a seguir es «lidiar con nuestros defectos, reconocer nuestros errores, escuchar a nuestros hijos y alumnos y conectar nuestros valores con su forma de ver el mundo», en palabras de los autores de la investigación.
Aquí ponen de relevancia que no sólo los padres son los modelos, sino también los profesores. Todos debemos tratar de ser buenos modelos y, a su vez, poner en práctica las dos perspectivas de las que hemos hablado antes: mostrarnos comprensibles, empáticos y justos.
4.- Adiós a los sentimientos destructivos
Enfado, envidia, miedo, vergüenza… son sentimientos destructivos de los que nadie se escapa: todos los hemos sentido alguna vez, pero debemos aprender a controlarlos y hacerlos constructivos y enseñar a nuestros hijos a conseguirlo.
5.- Autocrítica
El último consejo es tan claro como sencillo: hacer autocrítica. Los padres, pero también los profesores y demás educadores, debemos pararnos a pensar qué mensaje estamos transmitiendo a nuestros hijos con nuestro comportamiento, y si es ese el que queremos enviarles. Si no es así, hay que ponerse manos a la obra para cambiar.
Ángela R. Bonachera
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