Categorías:

«La educación no tiene que ser pública, ni privada, ni concertada, sino buena»

Tabla de contenidos

Recién elegido presidente de CECE (Confederación Española de Centros de Enseñanza), su aquilatada experiencia en Educación convierte a Alfonso Aguiló en un analista perfecto de los problemas por los que atraviesa España. Para él, la clave de la solución es tan sencilla de enunciar como difícil de poner en práctica; que todos trabajemos lo mejor que podamos en lo que nos corresponde.

-¿Qué nos pasa con PISA? ¿Qué tenemos que cambiar?

Creo que PISA tiene una cosa muy buena: nos ha puesto en el mapa. Había algunos que pensaban que éramos muy buenos, otros que éramos un desastre y PISA nos ha dado pistas de cómo van las cosas, de en cuáles podemos mejorar, qué estamos haciendo bien, etc. Tener referencias internacionales de cómo se hacen las cosas es algo muy bueno.

-La culpa de que los resultados no sean los esperados, ¿de quién es?¿De los padres, los hijos, los profesores, el Estado…?

Yo siempre digo que la culpa es un poco de todos. Tendemos a echar la culpa a los demás de las cosas que no van bien, y aunque eso es algo natural, para que las cosas mejoren lo que hace falta es que cada uno asumamos nuestra culpa y veamos qué podemos hacer mejor. Hay que mejorar las leyes, la familia, la escuela, el trabajo del profesor y también el trabajo del alumno. Porque a veces cuando se habla de educación se habla de todo menos del alumno y este debe ser el protagonista.

-Las calles se llenan de pancartas: «Educación pública para todos». ¿No hay educación pública para todos? ¿Todos quieren educación pública?

Educación pública para todos, o sea, educación pública única solamente se pide en regímenes totalitarios. La educación no tiene que ser pública, ni privada, ni concertada, sino buena. La educación no debe tener tantos apellidos y no deberíamos hacer tanta ideología de grupo y tanta educación a la contra de otros, sino decir «¿qué vamos a hacer unos y otros, todos, para que mejore?» Creo que eso es lo importante.

-Explíquenos, para entender bien el concepto, qué es un colegio concertado.

Un concierto es una forma de facilitar financiación pública a proyectos educativos plurales para lograr una mayor igualdad. Esta cuestión tiene un anclaje muy claro en la Constitución, recogida en el artículo 27, donde se habla de la libertad de enseñanza y de la obligatoriedad y la gratuidad de la educación básica. Se entiende -y así lo han dicho repetidamente sentencias del Tribunal Constitucional-, que para que haya libertad de enseñanza tiene que haber una oferta plural y para que esta oferta sea plural tiene que estar financiada. Si no, solamente hay pluralidad para quien se la puede pagar y entonces no habría igualdad. Ese es el sentido del concierto.

-Desde el punto de vista económico, ¿qué supone para las administraciones públicas que haya colegios concertados?

La educación concertada es una gran aportación para el sector: supone un ahorro muy grande, implica poder dedicar más dinero a la enseñanza pública, por lo que salen beneficiados ambos.

-Usted es firme defensor de la escuela diferenciada, ¿qué aporta?

Yo soy defensor de la pluralidad de modelos. No quiero vender ningún modelo concreto a nadie, sino que la gente conozca los modelos existentes y que elija el que más le guste. Creo necesario que la educación diferenciada salga del debate político e ideológico en la que algunos la quieren introducir. Me recuerda al debate del uniforme escolar: hace no mucho, se consideraba algo enormemente conservador, elitista, de derechas. Hoy se ha asumido por escuelas del espectro más diverso. El día que logremos asumirlo con la enseñanza diferenciada, que la gente pueda ver cuáles son sus ventajas, sus inconvenientes, su atractivo, sus preferencias y no haya esta contaminación política que ahora mismo hay, será un gran día.

-Sobre el acoso escolar, ¿por dónde deberíamos empezar a trabajar?

En las escuelas, cuando se tenga noticia de cualquier indicio de acoso escolar, se debe poner en marcha el protocolo que esté establecido, enterarse bien de qué ha sucedido y tomar las medidas necesarias. Dicho esto, también hay que hacer una llamada a la sensatez: a veces, a pequeñas cosas que ha habido siempre en las escuelas se les da una importancia exagerada.

-¿Y si nuestros hijos son los acosadores?

El otro día una madre me comentaba que tenía una gran preocupación para advertir a su hijo de los comentarios que hacía que le parecían poco adecuados. Hay veces que puede haber comentarios en tono de broma, pero hay otros que son discriminadores, que se metan mucho con el compañero, que se rían de él. A veces los alumnos son muy crueles y lo que falta es que se lo hagan ver. Cuando hay fenómenos de acoso y todos los que lo ven no hacen nada, quiere decir que hay una tolerancia al acoso general en la educación que reciben los alumnos. Ahí está la escuela, la familia, los medios de comunicación, está todo.

María Solano

Lee la entrevista completa aquí.

Te puede interesar:

El respeto hacia los profesores

Quién responde por el acoso escolar

Otros artículos interesantes