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Única, personal e intransferible

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«Hace tiempo que sobrevivo a esta situación dolorosa, de mala manera y ya no puedo más». Las experiencias vitales son las que nos van haciendo ser como somos. Nos abren perspectivas desconocidas, nos brindan la oportunidad de responder ante las necesidades ajenas. Podemos dar nuestra capacidad de querer, de acompañar, de sonreír, de escuchar, de decir con nuestra actitud: ¡A tu disposición!

Da lo mismo lo que digamos. Lo realmente importante es lo que hacemos. Somos lo que hacemos. Es importante pararse a pensar cómo nos gustaría ser, tener la ilusión de conseguir un modo de ser y de estar en la vida. Si nos gustaría ser personas con las que habitualmente se puede contar, habrá muchos momentos en los que lo que nos apetecería hacer no es posible, el otro, nos necesita. Cambiamos los planes, la organización, incluso los gustos, pero por un motivo, tenemos una razón para actuar así. Estamos haciendo uso de nuestra capacidad de elegir. Estamos actuando de determinada manera porque queremos. Hemos tomado una decisión. Sentirse libre a la hora de vivir es esencial.

Una mujer feliz

Foto: THINKSTOCK 

Ser feliz a pesar de todo

Seguro que alguno estará pensando: «¡Pero si a mí las circunstancias me están imponiendo continuamente lo que tengo que hacer!». Empiezo el día teniendo que llevar a mis hijos al colegio, no puedo elegir quedarme en la cama si estoy cansado. Mi madre está enferma y tengo que acompañarle, está sola. Mi marido viaja y no le veo cuando lo necesito. Mi mejor amiga trabaja hasta muy tarde y no puedo ni tomar un café con ella. Mis hijos me necesitan para hacer los deberes. El dinero no me llega para vestirme como me gustaría y mi casa es pequeña y oscura. No me digas que puedo elegir. Ante este tipo de «limitaciones» que continuamente escuchamos, tenemos la posibilidad de elegir libremente esas circunstancias, de quererlas como si las hubiésemos buscado. De ese modo es posible ser feliz a pesar de todos los pesares.

Víctor Frankl, neuro-psiquiatra Austriaco que sobrevivió al campo de concentración de Auschwitz, en su libro «El hombre en busca de sentido» explica cómo pudo resistir las torturas y la muerte de sus seres queridos. Hay un reducto de libertad que nadie nos puede arrebatar y que nos permite buscar el sentido de la vida, de los acontecimientos, en especial de los dolorosos. La capacidad de «aguante del espíritu» nos permite estar por encima de los condicionamientos físicos y morales, de las limitaciones internas y externas. Todos ellos, parecen restringir el margen de nuestra libertad humana y entonces ha llegado el momento de encontrar una referencia, un sentido para no perder la orientación.


Siendo conscientes de la realidad, valorándola objetivamente, podemos tomar decisiones interiores llenas de sentido.


Estamos poniendo en marcha un valor intransferible: la libertad interior que nada ni nadie nos puede arrebatar. La responsabilidad de encontrar la tarea justa en el momento adecuado, también es única, personal e intransferible. Cada día que la vida nos regala es la ocasión de poner toda nuestra energía al servicio de una causa buena y constructiva. De vivir con sentido.

Mónica de Aysa. Master en matrimonio y sexualidad

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