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Navidades familiares

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Si bien la Navidad es una fiesta con un profundo sentido cristiano, también puede ser una fiesta para todos los que quieren vivir la alegría, el amor y los buenos deseos para los demás.

La Navidad significa tanto para el cristiano, como para el que no lo es, un mensaje del valor universal del amor, dispuesto a darlo todo sin pedir nada. Todos los días pueden ser Navidad para el que es capaz de perdonar a los demás y transmitirles amor y paz.

Apena comprobar que cada año la Navidad tiene menos raigambre religioso. El acontecimiento espiritual se convierte para muchas personas en un acontecimiento comercial, en una fuente de un consumismo exacerbado. Otros consideran estos días sólo como un tiempo de descanso y de vacaciones.

Los laicistas se afanan para erradicar de las decoraciones de nuestras calles y de los espacios públicos los signos cristianos que evoquen lo que se celebra. Se instalan luces decorativas de dibujos geométricos, bolas decorativas, el papa Noel y los renos de Santa Klaus. Son alérgicos a los villancicos y por supuesto emprenden una agresiva campaña para retirar los belenes de las escuelas y las oficinas públicas. Sin embargo, alegra comprobar que aumentan los nacimientos en muchos escaparates comerciales.

Navidad en familia

Foto: THINKSTOCK 

La realidad es que descristianizar la Navidad no favorece la tolerancia y el diálogo entre las diversas confesiones religiosas, lo que ellos manifiestan pretender con estas actuaciones de rechazo a los símbolos cristianos. Los que no participan del origen religioso de esta fiesta hacen realidad el dicho atribuido a Chesterton de que:»cuando uno deja de creer en Dios acaba creyendo en cualquier cosa»

Un detalle sencillo que ayuda a mantener el sentido de estas fechas es el utilizar tarjetones de felicitación con motivos cristianos, en los que deseemos Feliz Navidad y no sólo el manido Felices Fiestas.

«La Navidad no es un aniversario, ni un recuerdo. Tampoco es un sentimiento. Es el día en que Dios pone un belén en cada alma» (Enrique Monasterio)

Aunque esta fiesta se haya mercantilizado en demasía los abuelos hemos de procurar que las celebraciones navideñas, sigan siendo una buena ocasión de manifestar el amor entre los miembros de nuestra familia. Nos reunimos en una celebración familiar para relacionarnos más y así manifestarnos nuestro amor recordando a la humilde familia de Belén sobre la que se asienta y recibe su fuerza la familia de siempre y de hoy. Estos encuentros servirán para amarnos un poco más, y así ya estaremos viviendo la Navidad en nuestro interior. Disfrutaremos en el ambiente único e irrepetible que esta fiesta de la Navidad es capaz de crear.

El objetivo de los abuelos será lograr que en nuestra familia extensa todos convivan en una ambiente distendido y alegre y pongan su interés en hacer felices a los demás, lo que no siempre es fácil cuando se reúnen varias familias con personas de distintas edades y con intereses dispares. Será básico el papel de los abuelos para tratar de integrar en una unidad familiar a todos los miembros de la familia extensa. Ayudará el motivar a hijos y nietos para que organicen una tertulia familiar con «actuaciones divertidas» y en la que no deben faltar los villancicos.

«La habilidad no está en organizar una fiesta, sino en traer a personas capaces de poner alegría» (Nietzsche)

Si en nuestras reuniones navideñas estamos atentos a lo que necesiten los demás -que es una forma de salir de uno mismo- el ambiente de alegría y el cariño familiar/fraternal crecerá en nosotros, y así el otro sentirá la Navidad en su interior, por encima de la fiesta y los regalos. La fiesta se puede organizar con todo género de detalles, pero la alegría familiar no aparecerá si cada uno, rechazando el egoísmo, no pone lo mejor de sí mismo para hacer felices al resto de los familiares.

Y si a estas entrañables celebraciones familiares añadimos el sentido espiritual de lo que celebramos y se está viviendo la Navidad como recuerdo de la llegada del Amor a la tierra, la venida al mundo del Hijo de Dios hecho hombre, nos sentiremos más felices pues profundizaremos en el origen de nuestro amor familiar.

El belén y el árbol de Navidad

El belén nos habla de la bondad y la humildad de Jesús que vino a nosotros para traernos la alegría y la paz.

«Miremos el pesebre: la Virgen y san José no parecen una familia muy afortunada; han tenido su primer hijo en medio de grandes dificultades; sin embargo están llenos de profunda alegría, porque se aman, se ayudan, y sobre todo están seguros de que en su historia está la obra de Dios» (Benedicto XVI)

El origen del «belén» o el «nacimiento» se remonta a San Francisco de Asís que lo revivió en una cueva de Greccio en 1223. Después se extendió la costumbre por Europa de representar el nacimiento con la Sagrada Familia en un portal – casi siempre una cueva en un entorno montañoso – y con los personajes recogidos en el evangelio: ángeles que anunciaron a los pastores la buena nueva y éstos que acuden a adorarle con sus regalos, y los Reyes Magos camino de Belén, que poco a poco avanzan y llegan al portal el día de Reyes.

Los nietos con su imaginación más viva diseñan el belén  -esté es el punto en el que cuesta más el acuerdo- y luego en una alegre tarde, se monta el belén familiar.


Al correr el tiempo los nietos recordarán entrañablemente como construían el belén con su abuelo, y mantendrán esta tradición cultural que muestra el verdadero sentido de la Navidad.


Por su parte los nietos de 3 a 6 años montan su propio belén infantil, sencillo y se les enseña que deben respetar el belén familiar. En su belén se les concede la posibilidad de variarlo a lo largo de las fiestas: las figuras son irrompibles.

El árbol de navidad también es un signo cristiano. Los antiguos germanos adornaban en el solsticio de invierno, un árbol de encino para alegrar la naturaleza que aparecía más muerta y fría, y como culto al dios Odín. Cuenta la tradición que San Bonifacio, evangelizador de Alemania, derribó el árbol dedicado a Odín y plantó un pino, que adornó con manzanas y velas como símbolo cristiano del amor de Dios. Así surgió la tradición cristiana del árbol de Navidad.

José Manuel Cervera González. Secretario de la Asociación de Abuelas y Abuelos

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