Hay elecciones, en materia de vestuario, complementos y aspecto físico general que pueden provocar reacciones negativas en algunas personas. Si el aspecto físico es, por su inmediatez, el primer elemento, el otro y mucho más importante, es la actitud ante la vida, nuestra forma de estar en el mundo.
No olvidemos que actitudes como el pesimismo, el victimismo, la desconfianza, la intolerancia, la ausencia de autocrítica, la autosuficiencia, o el egocentrismo no sólo no gustan a nadie, sino que no conviene albergarlas en nuestro interior. Para caer bien no hay nada mejor que querer a los demás, escucharles, respetar sus emociones y situarse en su lugar.
¿Cómo iniciar una amistad?
En muchas ocasiones, especialmente al inicio de una amistad, hay que hacer un poco de teatro porque como dice el refrán, la primera impresión es la que cuenta, y algo de verdad hay en eso. Sin embargo, una personalidad no puede construirse ficticiamente, uno no puede vestirse de simpático, generoso o majo en el momento que se quiera y funcionar de otra manera en un ámbito distinto, pues supondría una esquizofrenia que dejaría una fractura en nosotros. Con el tiempo, acabamos mostrando nuestro auténtico yo, que siempre pugna por salir. Lo que de verdad debería preocuparnos es construir una personalidad auténtica, profunda, con carácter, rica y adornada de esos valores que son los que nos hacen personas.
La destreza emocional de las relaciones sociales
Hay personas con las que resulta agradable estar porque su destreza emocional hace a cualquiera sentirse bien a su lado. Tienen un sorprendente talento para comprender lo que sucede en el interior de las personas y eso, les hace ser muy sociables. Las personas más dotadas para las relaciones humanas son aquéllas que observan los sentimientos de los demás, saben reconocerlos, saben preverlos y saben estimularlos positivamente.
Estas personas caen bien porque tienen un conjunto de cualidades un tanto misteriosas, que se manifiestan en su forma de saludar, en el tono de voz que emplean, en el modo de interesarse por un detalle personal, en una mirada que despierta un sentimiento de cercanía y de conexión, que hace al interlocutor sentirse bienvenido y valorado.
¿Quiénes no caen bien a los demás?
– Los egoístas: las personas que van a lo suyo (y eso siempre se nota), que ven en los demás escalones para que su propio ego quede por encima.
– Los mentirosos: aquellos que tienen el vicio de la mentira inserto en su personalidad y de los que nunca sabes si te están diciendo la verdad o están jugando contigo.
– Los narcisistas: aquellos que piensan que son bellezas andantes y que todos los que se cruzan con él/ella se quedan prendados.
– Los antihigiénicos: aquellos que piensan que su aspecto, su cuidado personal es solo cosa suya sin darse cuenta de que también es algo que tiene que ver con los demás.
– Los abusones: aquellos que creen que la violencia, verbal o psicológica, es un modo más para conseguir lo que quieren, y que la utilizan en la mayor parte de sus relaciones.
– Los que tienen diarrea verbal: y no dejan de hablar, de opinar, de decir lo que piensan aunque no tenga nada de valor.
– Los frikis: en el sentido de que se creen con más personalidad por hacer cosas raras (en el más amplio sentido de la palabra).
¿Quiénes caen bien a los demás?
– Los generosos: que son los que dan más de lo que sería justo, los que se dan a sí mismos.
– Los sinceros: que siempre dicen la verdad y se puede confiar en ellos, son leales y dicen las cosas a la cara, aunque sean fuertes.
– Los humildes: que se conocen bien, con sus virtudes y sus defectos, y por lo tanto son alegres, constantes, maduros, de carácter.
– Los limpios: que se cuidan, que son bien educados, que van bien vestidos.
– Los tranquilos: que no se ponen nerviosos por nimiedades, que no son agresivos… hasta que hay que defenderse o defender a su amigo.
– Los discretos: que hablan con cordura, dando en el clavo y saben escuchar cuando es lo que toca.
– Los normales: que son uno más, pero que en cuanto los conoces un poco siempre te acaban sorprendiendo un día y otro.
Ricardo Regidor
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