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Educar los sentimientos de los chicos

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Madre educando a su hijo

Foto: THINKSTOCK 
Por Andrés María Valdés Chápuli, Director de Valora Family Consulting
     

Una de las normas principales de la educación es que debe ser personalizada: ni se puede educar igual a un chico que a una chica, ni educar a Pepe y a Juan de la misma forma. Todos son únicos e irrepetibles, y tratarlos igual es un error. Pero entonces, ¿un hijo, un plan educativo? Es bastante común que los padres sientan vértigo cuando vienen a consultoría por primera vez y escuchan esto. Afortunadamente, todos nuestros hijos, sean varones o mujeres, tienen muchas cosas en común que no cambian de uno a otro. Todos somos animales racionales con emociones y sentimientos. Los sentimientos son involuntarios y, además, nos piden actuar. Y todos usamos la voluntad para gestionar la relación entre nuestras emociones y la realidad. Sea agresivo como Pepe o tímido como Juan, nuestro hijo deberá saber lidiar de modo eficaz con ambas.

Ordenar los instintos

La biología distingue entre varón y mujer, y prepara a cada sexo para realizar funciones complementarias. Las funciones del varón le conforman una realidad, como sostiene la reconocida neuróloga canadiense Louann Brizendine en El cerebro masculino, predispuesta para «la lucha, defensa del territorio y competencia». Ciertamente, esta tendencia biológica orienta la vida racional y afectiva de niños y preadolescentes, y les lleva a «pelear y pegarse con entusiasmo, compitiendo por los juguetes e intentando dominar al otro», como apunta la divulgadora; pero se trata de un hecho que debemos «tener en cuenta», no de una ley inmutable ante la que sólo cabe someterse. Podemos, mediante la educación, ordenar, que no sofocar, estos instintos.

Es cierto también que esa complementariedad entre hombres y mujeres nos lleva a sentir lo mismo, pero a expresarlo de forma distinta, como dice Elsa Punset en Una mochila para el universo.


La manera particular de sentir de los varones obliga a hacer una labor extra para que reconozcan, acepten y encaucen correctamente sus emociones.


Por esta razón, es importante enseñarles poco a poco a los chicos la importancia de conocerse, haciéndoles descubrir lo que sienten y cómo expresarlo. Cuando son pequeños, es muy efectivo empezar contándoles cuentos y jugar a «cazar» emociones, a reconocer estos impulsos en los personajes: «el oso estaba enfadado», «la rana se puso triste» o «el gallo estaba muy, muy contento».

Más adelante, podemos ayudarles a identificar los detonantes de su estado de ánimo al preguntarles qué es lo mejor y lo peor que les ha pasado en el día, porque les conducimos a identificar un sentimiento con un suceso. Y, además, es muy útil para que aprendan a encauzar sus instintos hacer que se planteen si el comportamiento que han tenido como respuesta a esa emoción ha resultado lo que ellos querían o no.

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