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La relación con los nietos

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No conocí a mis abuelos paternos y de los maternos, que eran ya «viejos», me queda un vago recuerdo pues era un niño y sólo tengo vivo el triste momento de su muerte. Actualmente, el aumento de la esperanza de vida hace que muchos de los nietos de esta generación tengan abuelos y se relacionen con ellos.

Ahora los nietos conocen a unos abuelos jóvenes, animosos, que lo probable es que duren mucho y por ello convivan largo tiempo con los nietos, no sólo en su infancia sino que lleguen a la juventud, incluso puede que a la madurez del nieto.

Esta situación nueva, no es probable que se repita en el futuro pues se ha retrasado bastante la edad de contraer matrimonio e incluso luego, en algunos casos, se tarda en tener los hijos. Lo normal volverá a ser que los nietos conozcan a abuelos «viejos».

Abuelos y nietos, relaciones más libres

Actualmente, estas dos generaciones, abuelos y nietos, aunque distanciadas por la edad, fácilmente mantienen unas relaciones más libres. Los abuelos no tienen con los nietos la responsabilidad educativa, que sí tienen los padres y, por ello, los nietos aceptan mejor la relación con los abuelos no necesitando rebelarse como quizá lo hacen con sus padres. La vida más tranquila de los abuelos aporta al nieto un sentimiento de apaciguamiento y de seguridad, y estos saben ganarse pronto el cariño de sus nietos.

Abuelo con su nieto

Foto: THINKSTOCK 

Ocurre en ocasiones que los padres escuchan poco a sus hijos -sobre todo a los más pequeños- y a los abuelos, con demasiada frecuencia, se les escucha poco o se les hace poco caso. Sin embargo, los nietos y los abuelos sintonizan bien y saben comunicarse.

La mayor disponibilidad de tiempo de los abuelos y su serenidad les predispone para escuchar con paciencia a los nietos, contarles cuentos, o «las batallitas del abuelo». Los pequeños manifiestan especial interés por conocer historias familiares de sus padres -que el abuelo se preocupará siempre de que recojan aspectos positivos-, que les lleven a conocer más a sus progenitores y valoren más los esfuerzos que realizan para educarles y sacar adelante a la familia. También así les ayudan a desarrollar su inteligencia e imaginación.


«La asignatura que enseña un abuelo no se enseña en ningún otro sitio» (Arthur Kornhaber, psiquiatra infantil)


Cuando un niño está triste, el abuelo -o mejor la abuela con los más pequeños- le consuela y le ayuda a comprender el motivo de su tristeza y, si fuera el caso, a asumir el dolor: son un «paño de lágrimas». Así, el niño se tranquiliza y se siente comprendido.

Por otro lado, las caricias de los nietos son muy agradecidas y satisfacen a los abuelos, pues es sabido que en la vejez la piel es mucho más sensible.

En general, los nietos conversan con los abuelos de temas diferentes a los que mantienen con sus padres: son más íntimos y confidenciales. Hablan en un ambiente más sereno, más tolerante y con más libertad que cuando lo hacen con sus padres.

Durante la infancia el abuelo puede ser un compañero de juego y un buen narrador de historias. Cuando los nietos crecen, y sobre todo en la adolescencia, los abuelos pueden llegar a ser amigos y confidentes pues los nietos consideran voluntarias estas relaciones y, por ello, más satisfactorias. Especial importancia pueden tener las conversaciones de la abuela con la nieta adolescente.

En la juventud es frecuente que los nietos manifiesten que sus abuelos fueron modelos que influyeron de manera significativa en sus vidas. También es probable que cuando el abuelo disminuye sus facultades sea el nieto joven el que se responsabilice de la ayuda que la familia le presta. Por su parte, los abuelos podemos transmitir a los nietos una imagen de la serenidad y felicidad con que debemos vivir nuestra paulatina vejez.

«Los nietos son la recompensa de Dios por haber llegado a viejos» (Mary H. Waldrip)

Es bastante normal el que los nietos pequeños se sientan más cercanos y queridos por las abuelas, si bien cuando crecen se acercan más a los abuelos. Con frecuencia las abuelas sustituyen a las madres: les dan la merienda y la cena, les ayudan en los deberes escolares, en algunas ocasiones se relacionan con sus maestros e incluso los llevan al médico. Lo que hace que las abuelas normalmente se sientan más satisfechas que los abuelos con el papel que realizan con sus nietos.

Los abuelos muestran a los nietos otra forma de vida, otros hábitos y modos de actuar, lo que ayuda a su socialización. Hay estudios que ponen de manifiesto que los nietos que pasan tiempo con sus abuelos a la larga tienen mejores habilidades sociales y son menos problemáticos en la adolescencia.

En conversaciones con abuelos de nuestra Asociación de Abuelas y Abuelos de España, comprobamos que les satisface mucho colaborar en la educación de los nietos, pero necesitan que sus hijos les manifiesten su aprecio a la labor que realizan. Por ello, se quejan cuando sus hijos les consideran un simple recurso para «librarse de sus hijos» y los utilizan como simples «cuidadores» de los nietos, y no llegan a valorar la labor educativa que los abuelos realizan.

Los padres quizá no valoran suficientemente que antes los abuelos eran libres para organizar su vida y ahora, con la atención continuada a los nietos, han supeditado su horario personal pues, en bastantes ocasiones, llevan los niños al colegio, e incluso a actividades extraescolares, y luego los cuidan por la tarde hasta que concluye el trabajo de los padres. Como es lógico los abuelos más jóvenes están más disponibles y tienen más energía para el cuidado de los nietos, para la colaboración en su educación y mantienen mejor la necesaria disciplina.

Si los padres mantienen unas buenas relaciones con los abuelos y se mantiene un clima de felicidad familiar, el niño adquiere la noción importante de lo que es una familia y la serenidad de los abuelos le ofrece una buena imagen de la vejez.

José Manuel Cervera González. Orientador familiar. Secretario de la Asociación Abuelas y Abuelos

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