Cualquier momento es bueno para ser padres. Los hijos son una alegría que se experimenta de manera distinta en función de la edad de los progenitores. Pero no tiene sentido esperar a que aparezca el momento perfecto, porque no existe. ¿Demasiado joven? ¿Demasiado mayor? ¿Un trabajo demasiado inestable?…
¿Un trabajo demasiado estable? ¿Demasiado absorbente? ¿Una casa demasiado pequeña? ¿Demasiado urbanita? ¿Demasiado lejos de los colegios? ¿Demasiados ahogos económicos para pagar una educación? ¿Demasiado riesgo de perder la holgada posición económica?
Hay tantos «demasiados» que sería imposible describir cuál es el momento perfecto en el que una pareja debe animarse a tener un hijo. Dicho de otro modo, el momento perfecto será aquel en el que un bebé esté en camino. Solo variarán los obstáculos a los que tenga que hacer frente. Sin embargo, entre algunos inconvenientes, cada edad tiene numerosos beneficios para la maternidad.
Madres adolescentes
Aunque la sociedad nos ha hecho creer que este escenario, fruto en muchas ocasiones de embarazos no deseados, es el más negativo para la maternidad, lo cierto es que esta percepción es bastante reciente. Hasta hace menos de un siglo, la mujer comenzaba su vida adulta a partir de los 17 o 18 años sin que ello supusiera merma alguna en su capacidad para ser madre. Al contrario, la mujer, físicamente preparada ya para el embarazo, el parto y la maternidad, tiene una energía desbordante que utiliza con sus hijos.
El condicionante más habitual que se pone en estos casos es el económico. Parece que un embarazo limita las posibilidades de desarrollo profesional de una joven. Sin embargo, además de las organizaciones que ayudan a las jóvenes a seguir adelante con sus estudios, existen ahora numerosas posibilidades de estudiar online, en horarios diferentes de los habituales, y compaginar esas actividades tanto con un trabajo como con la maternidad.
Madres jóvenes
Una de las características sociales que más se ha desarrollado en los últimos años es la tendencia a posponer tanto la vida en pareja como la maternidad hasta que los puestos laborales no estén muy asentados, hasta tal punto que empiezan a criticarse las bodas y maternidades al poco de terminar los estudios. Sin embargo, ser madre en esta etapa tiene importantes beneficios.
Desde el punto de vista laboral, si bien es cierto que no se puede negar el riesgo que se corre de que una empresa con pocos criterios éticos prescinda de su trabajadora, también lo es que a la madre le queda un larguísimo recorrido profesional por delante. No le faltarán las oportunidades en solo unos años cuando ella, frente a otras compañeras, ya haya pasado la etapa en la que los niños pequeños demandan más. Al mismo tiempo, su juventud le permitirá hacer frente con menos esfuerzo a los retos físicos y mentales que supone la atención y la educación de los hijos.
Madres no tan jóvenes
Que las circunstancias personales, laborales o sociales obliguen a una mujer a posponer su maternidad o que, por voluntad propia, se tengan hijos más allá de esa barrera aparente de los 35 años, no supone que sea un mal momento para ser madre. Si bien es cierto que al embarazo se le suman algunos condicionantes de carácter físico, no lo es menos que esta circunstancia varía enormemente de mujer en mujer y depende de otros factores tales como la salud, la práctica de deporte o el ritmo de vida.
Además, aunque hay algunas complicaciones del embarazo y el parto que se pueden dar con mayor frecuencia en mujeres de más edad, el aumento de los porcentajes no implica que siempre se tengan que producir esas complicaciones, ni que se produzcan necesariamente todas. Sí exige, y los facultativos son muy conscientes, un seguimiento pormenorizado de algunos de estos riesgos. Pero con los avances médicos actuales, los controles necesarios están garantizados.
A cambio, una mujer madura aportará a su maternidad una serenidad que una joven puede no tener. Las experiencias vitales acumuladas a lo largo de los años también serán un aporte más a la educación de los hijos. Y una trayectoria laboral más desarrollada puede ayudar a quitar estrés respecto al futuro profesional.
María Solano
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