Ayer por la tarde escuché con asombro cómo definía una persona su vida: «Tengo la sensación que soy como un hámster dentro de una jaula dando vueltas a un columpio. Todos los días me levanto, desayuno, trabajo todo el día, duermo y el fin de semana a casa de éste o del otro, siempre igual, dando vueltas alrededor de la misma noria».
¿Por qué será que una mujer joven, sana, con trabajo, con un marido enamorado de ella puede tener esa terrible sensación?
Todos experimentamos contactos positivos y negativos que influyen en cómo nos sentimos y en cómo nos comportamos.
Esa es la razón por la que en los lugares en los que nos sentimos cómodos somos naturales y estamos abiertos a cualquier propuesta. Lo mismo ocurre con las personas que nos quieren y nos valoran; producen un estado de confianza y bienestar, un ánimo, que nos permite vivir bien.
Impulsar las emociones positivas
Hay que ser conscientes del efecto que producimos en los demás, porque muchas veces su ánimo depende de esto. Hay personas expertas en levantar el ánimo ajeno. Siempre tienen algo positivo que decir. Se fijan en lo que el otro hace bien y se lo dicen. Potencian sus habilidades y les ponen en situaciones que les llevan a lucirse. Incentivan los hobbies, alaban los esfuerzos, agradecen todo lo que se hace por ellos, premian constantemente con la actitud y las palabras todos los esfuerzos de los demás y dejan claro que están agradecidos.
Esta actitud vital, tan positiva, hace posible que el comportamiento de las personas resulte influenciado por una corriente que constantemente te envuelve de energía y de ganas de continuar esforzándote.
Potenciar las emociones positivas nos lleva a vivir una vida más feliz y a trabajar de un modo más eficaz.
Nos protegen y pueden llegar incluso a contrarrestar el efecto de la negativas. Alimentan la flexibilidad y pueden llegar a transformar a las personas. Ayudan a potenciar otras áreas de pensamiento y creatividad. Crean recursos psicológicos, sociales, físicos e intelectuales duraderos que sirven cómo reserva en tiempos difíciles. Fomentan el mejor rendimiento.
El bienestar mental es tan importante en la vida de pareja como en la profesional y social. La ausencia de emociones positivas es lo que lleva a las personas a sentirse como un ratón enjaulado, dando vueltas alrededor de su pequeña y aburrida noria. Se nos presentan muchas ocasiones de poner las emociones positivas en marcha:
– Cada vez que vemos un esfuerzo, valorarlo y decirlo.
– ¡Verbalizar lo que sentimos!
– Agradecer todo lo que hacen por nosotros: si nos limpia alguien la casa, si nos escuchan, si nos esperan, si cuentan con nosotros para un plan, si nos llaman, si nos ponen la mesa o nos hacen la cena, o se ofrecen para hacernos un favor, o nos llevan o nos traen, o nos dicen que nos quieren o no lo dicen pero lo demuestran.
Si nos ayudan a descansar, si nos alegran la vida, si nos facilitan el trabajo o el estudio, siempre hay que potenciar lo positivo del otro, de modo que su vida nunca llegue a ser la del ratón en la jaula.
Mónica de Aysa. Master en matrimonio y sexualidad