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La política y el interés de los jóvenes

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Son pocos los jóvenes que militan en partidos políticos, por apatía o por desconocer que «hacer política» es un modo de servir y mejorar la sociedad. Estamos ante una generación, quizá la primera, que piensa que va a vivir peor que sus padres. Destacan por ser más tecnológicos, menos preocupados por el medio ambiente que sus progenitores,  y políticamente situados sobre todo en el centro izquierda.

En general, los jóvenes españoles de entre 18 y 25 años son bastante escépticos con respecto a la integración social, apenas confían en las instituciones -las ONG son las más valoradas- y más de la mitad confiesa que lo de ayudar en casa no va con ellos.

Consejos para trabajar en política

Enrique José Varela, en su blog «El intento de vivir una utopía vital«, da los siguientes consejos para «trabajar en/para la política, esto es para militar o colaborar («simpatizar») con un Partido, hay que tener claras las siguientes premisas:

1. Hay que desear, querer con mucha fuerza, participar en la vida política de un partido. Sin esta premisa es muy difícil superar la dialéctica interna de los Partidos, sus «leyes de hierro» no escritas, a las volátiles y fluctuantes élites. Sólo con el deseo, y un profundo convencimiento en el ideario del Partido y en las propias fuerzas, es posible sortear estos grandes obstáculos. Los partidos son estructuras de oportunidad, y estas cambian en función de las generaciones de líderes y los tipos de elección.

2. Participar en política es hacerlo en todas sus facetas, desde la elaboración de programas, hasta el reparto de propaganda, pasando por la actividad en los diferentes niveles de organización del Partido (local, regional, estatal o internacional). Lo habitual es que alguien que desea «ser y estar» en un Partido pase por todas ellas, aunque no es siempre así. Los Partidos no son estructuras de poder meritocráticas.

3. Hay que mantener cierto espíritu crítico dentro de los Partidos, que como organizaciones, elaboran e interpretan un discurso colectivo, que desean sea asumido por todos/as los/as militantes. Sin embargo, sin un mínimo de capacidad crítica en las Ejecutivas o Asambleas (o como quieran que se llamen) en los diferentes niveles de participación-decisión de los que los Partidos se doten, no hay forma de hacer política de una manera «honesta» (coherente con uno mismo). La dialéctica es el instrumento de confrontación, y los votos son el reconocimiento de la democracia interna en los Partidos.

4. Tener una posición básica (siguiendo lo que dice Maslow y su «pirámide de necesidades», no hace falta ser rico de cuna, ni empresario de postín) familiar, social y/o económica no es un requisito previo, pero son condiciones que amortiguan tanto los gastos que implican dedicarse a la política partidaria (excluímos de esta premisa a los cargos electos que disponen de su prespuesto), como los costes de oportunidad que supone el tiempo de participación activa en ella. Algún/a demagogo/a puede tildar esta visión de conservadora (recalcitrante, incluso), propia de un «burnout» de la política, o la de un hombre traspasado por la experiencia… pero es puro realismo. Creo en la utopía (me afilié a mi Partido en 1998, no os digo más), pero mezclada con ciertas dosis de cordura. Cuanto menos necesites de la política (amigos, dinero, posición social…), menos disgustos llevarás el día que no estés en ella.

5. La política es un estadio más o menos importante en la vida de las personas, pero donde cohabitan hombres y mujeres que lo han sido todo a través de ella, sólo han vivido de ella, y creen que sin ella «no future» (como decían los Sex Pistols). Lo inteligente es pensar que el tiempo que uno le dedique sea pleno en valores, compartido con otras facetas de la vida (familia, amigos, otros ámbitos profesionales que no incurran en incopatibilidades*), y que tras ella, aparece la normalidad, la cotidianeidad.

6. Así pues, tras la política hay vida, lo que significa que hay que ser conscientes de la temporalidad de esta situación. Evitaremos así ser engullidos por la «máquinaria organizativa» que todo Partido despliega en aras a su supervivencia. El hombre y la mujer son el Partido pero no al revés».

Consejos para incentivar la participación en la política de los jóvenes

–   La sociedad competitiva en la que vivimos empuja a dedicar más tiempo a uno mismo que a los demás. Participar en diversos colectivos sociales ayuda al enriquecimiento personal, a la formación y a la responsabilidad social.
–   Se debe fomentar en las aulas y en las familias la cultura de la participación para opinar, mejorar o cambiar situaciones sociales.
–   Las ventajas de un joven a la hora de involucrarse en alguna asociación son las siguientes: poder cambiar o mejorar leyes, normativas o determinados beneficios sociales; satisfacción de contribuir en la sociedad; formación integral; perspectivas laborales.
–   Algunas medidas que pueden pedir los jóvenes a través de asociaciones culturales, sociales y políticas son estas: viviendas al alcance de sus ingresos; oportunidades laborales y empleo estable; forma de hacer los contratos laborales; medidas de seguridad ciudadana, sobre todo por la noche; espacios de ocio y tiempo libre; calidad de enseñanza; descuentos en transportes, ocio, cultura, viajes y formación académica.
–  De nada sirve protestar cuando las cosas no funcionan cómo a uno le gustaría. El joven tiene que aportar soluciones a través de las aulas o asociaciones y presentarlas a las personas que gobiernan o publicarlas en los Medios de Comunicación.

Cristina Murcia

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