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La fobia escolar, causas y soluciones

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Cuando los niños ponen excusas para no ir al colegio del tipo «me duele la cabeza», «estoy enfermo», «no quiero ir», o «¿cuándo llega el fin de semana?»… puede ser que prefiera simplemente estar en casa, no tener que madrugar o dedicarse a jugar. La pereza le puede en ese caso. Pero también puede suceder que haya otra causa más profunda que genere esos sentimientos y conductas.

En el primer caso no se debe prestar atención a esa conducta, pero hay que hacer ver al niño que es su obligación y debe ir al colegio. Con ello, estaremos enseñándole a asumir sus responsabilidades, superar la pereza, a esforzarse por lo que debe hacer y a su vez, no estaremos arriesgando nuestra autoridad ante una posible apetencia o capricho por parte del niño.

Pero si estas conductas se repiten de manera constante, es posible que nos encontremos ante un problema de fobia escolar. En este caso, debemos tener cuidado con el modo en que respondemos ante ellas y estudiar la causa de por qué ir al colegio es un drama. Será importante no reñirle o hacerle sentir peor, aunque le obliguemos a ir al colegio.

Para evitar no prestarles la ayuda adecuada, lo más recomendable es tratar de detectar cuál es la causa y poner las soluciones pertinentes lo antes posible.

Cómo solucionar el problema de la fobia escolar

1. Si la fobia escolar es de tipo social, dependerá de la edad, el modo en el que se le dé solución, ya que ante este tipo de dificultades son los propios niños los que deben enfrentarse a ellos. No suele ser muy aconsejable que el adulto interfiera porque, por un lado, a él no le dará fuerza ni estrategias para aprender a desenvolverse en futuras ocasiones y, a su vez, los compañeros lo tomarán como otro motivo más para ponerse en contra. Por lo tanto, la ayuda en este caso debe hacerse de manera muy indirecta, sin que ellos perciban que ni padres ni profesores están tomando parte en el asunto.

Dependiendo de la causa que origine los problemas de relación social, la ayuda deberá enfocarse de un modo u otro pero, en términos generales, se pueden tener en cuenta los siguientes consejos:

– Abordar el problema desde el aula por parte del profesor

Trabajando situaciones simuladas, dinámicas de grupo, introduciendo de manera trasversal consignas y valores.

–   Buscar dentro del grupo el niño o niña que más afinidad tenga con vuestro hijo

Este niño o niña será de gran utilidad para tratar de ayudarle y que se apoye en él.

–   Propiciarle diferentes grupos de relación social

Clases extraescolares, deporte, grupos de hijos de amigos de los padres, amigos del barrio… No debemos limitarle sólo a su grupo de clase porque de ahí pueden surgir relaciones muy bonitas o duraderas, pero al final es un grupo que les ha venido dado. En cambio, existen otras relaciones que surgen por intereses, afinidades o gustos de las que disfrutan más y, sobre todo, les ayudan a fortalecer su autoestima, tener seguridad, y apoyos cuando con su grupo de clase no se sienten bien o tienen dificultades.

–   Potenciar su autoestima con refuerzo positivo

Haciéndole ver la gente que le quiere, dándole muchas muestras de cariño y haciéndole ver que cuenta con muchos más apoyos que los compañeros de clase.

2. Si la fobia escolar viene por dificultades de aprendizaje:

–   Detección de las dificultades

Lo más importante para poder dar solución a una dificultad de aprendizaje es analizar cuál es la causa y detectarlo lo antes posible. Para ello, será conveniente acudir a profesionales especializados del propio centro educativo o externos y que el mismo profesorado nos puede aconsejar.

–   Programa de intervención

Una vez detectado el problema es importante hacer un buen programa de intervención, si fuera necesario, que quedará en manos de un profesional. Desde casa se deberán seguir también unas pautas para ir en la misma línea de trabajo. En ocasiones, no es necesario un programa específico y con un refuerzo es suficiente. Pero es conveniente valorar si como padres vamos a ser capaces de ofrecer al niño este apoyo o es conveniente delegarlo en otras personas para que la relación padres-hijo no se deteriore.

Las medidas extremas, como cambiar al niño de colegio, deberían ser cuidadosamente meditadas y dejadas como último recurso, siempre y cuando tengamos la total certeza de que el problema está en el colegio como tal, y que no puede solucionarse.

Conchita Requero
Asesora: María Campo Martínez. Directora de Centros Educativos Kimba.

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