¿Por qué hay jóvenes inmaduros? Sin duda, el ambiente en el que han crecido juega un papel determinante. Cuando se ha potenciado la comodidad, se han permitido los caprichos que se le han antojado, no se le exige o no se le niega nada para que no «sufra» o sienta «frustración«, cuando no se le castiga por su mal comportamiento… es del todo probable que un niño criado de este modo se convierta en un joven -y posteriormente adulto- inmaduro e infantil.
Para una persona así, su meta será divertirse y evitar todo aquello que le suponga un esfuerzo o responsabilidad.
La autoestima es el camino hacia la madurez
Sin madurez no hay autoestima, por muy grandes que sean los éxitos que se alcancen. Aceptarse supone conocerse y asumir sin dramatismo la propia realidad. Al hombre le es fácil idealizar su valía personal, e incluso es frecuente que en momentos depresivos se infravalore. Lo que verdaderamente es difícil -no lo consiguen todos- es tener un conocimiento realista de su persona y aceptarlo.
Aceptarse cuesta, porque cuando se es joven con frecuencia se valoran más las deficiencias (incluso físicas) que las virtudes. Sólo el tiempo nos ayuda a entendernos y a descifrar en parte ese gran misterio en que se resuelve nuestra personalidad. En términos absolutos no puede hablarse de un joven maduro, porque todavía no ha tenido el tiempo suficiente para descifrar el lenguaje con que está escrita su vida. Eso no implica que en términos relativos hablemos de jóvenes maduros o hasta de niños maduros.
Las características del joven inmaduro
1. La persona inmadura tiene un desfase notable entre su edad cronológica y mental, lo que conlleva que no se conozca correctamente así misma. Esta falta de conocimiento da lugar a una inestabilidad emocional que se refleja en cambios repentinos de humor injustificados y la falta de responsabilidad ante cualquier problema o deber.
2. Los inmaduros suelen estar aquejados de perfeccionismo, quieren hacerlo todo bien y exigen lo mismo a los demás. Consecuencia de todo ello es un soporte afectivo muy débil.
3. El inmaduro carece de un proyecto vital, ya que su ideal es «vivir al día» y esto no consiste precisamente en aprovechar y valorar el presente, sino en tratar de realizar el máximo de actividades lúdicas u ociosas que se puedan, además de tratar de lograr placer y satisfacción en todo lo que se hace. Esto implica un modo de vida hedonista, consumista y materialista.
4. Su voluntad débil, frágil y voluble, lo que le lleva a estar sometido a los vaivenes de su estado emocional, que no olvidemos que es inestable y cambiante. Por este motivo, la persona inmadura no tiene una moral razonada y razonable que le lleve a tener un espíritu crítico que guíe sus pasos, por lo que piensa según lo que vive, y no al revés, que es como debería ser.
Cómo ayudar a los jóvenes inmaduros
Parece difícil, pero existen tres rasgos en los que podemos incidir para ayudar a los jóvenes a desarrollar su madurez:
1. Da una importancia justa a sus éxitos. Uno de los rasgos del inmaduro es su perfeccionismo, por lo que su tolerancia a la frustración y al fracaso es mínima. En una sociedad en la que se valora exclusivamente el éxito y se oculta con vergüenza el fracaso, no se favorece nada que las personas alcancen un nivel de autoconocimiento necesario para darse cuenta de que de estos tropiezos se pueden aprender grandes lecciones. Por eso, es una manera de ayudar al inmaduro es dándole una importancia justa a sus éxitos y quitándole importancia y animándole cuando algo le haya salido mal, además de hacerle ver las consecuencias positivas que ese error puede tener.
2. Exigir al inmaduro debe ser una tarea a llevar a cabo entre las personas que le rodean. Pero no se trata de ser intransigentes y severos, sino de ponerle el listón alto en sus labores y no aceptar cualquier chapuza. En las relaciones personales, también se le debe exigir para que logre ser responsable: que llegue puntualmente a las citas, que no las anule de repente «porque no le apetece», que cumpla sus promesas, etc. En definitiva, que cumpla con aquello a lo que se compromete.
3. Los golpes duros les enfrenta a la realidad. En ocasiones, un golpe duro de la vida provoca que un joven inmaduro se dé cuenta de que su modo de vida no era adecuado, lo que puede ayudarle a empezar a plantearse la manera de cambiar.
– La persona inmadura tiene un desfase notable entre su edad cronológica y mental
– Sin madurez no hay autoestima, por muy grandes que sean los éxitos que se alcancen
– Para una persona inmadura, su meta será divertirse y evitar todo aquello que le suponga un esfuerzo o responsabilidad
Teresa Pereda
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