En un primer momento, los niños perciben el lenguaje escrito como las historias que se esconden en cada cuento que les cuentan sus padres desde muy pequeños, las palabras que acompañan esas ilustraciones que tanto les llaman la atención; más tarde,en la escuela infantil, también las maestras les contarán historias que estimulen su imaginación y su comprensión del lenguaje.
Sabemos que es beneficioso alimentar en ellos el deseo de escuchar cuentos, ya que constituirá una base fundamental para que más adelante se interesen por su lectura y posteriormente se encuentren lo suficientemente motivados para la creación de sus propios relatos escritos. Esto será posible, entre otras cosas, gracias a una adquisición consistente de la lectoescritura, que conseguirán generalmente al finalizar la etapa de Educación Infantil y donde son capaces de descubrir una nueva dimensión de la lengua, que les permitirá adoptar un papel protagonista en el relato escrito.
La primera expresión escrita de los niños
En esta etapa descubren que son capaces de escribir frases y pequeños textos con una intención determinada, y poco a poco aprenden a disfrutar de su producción escrita, manejando sus propias ideas, de un modo divertido e incluso poético, haciendo partícipes de sus obras a familiares y compañeros de clase. El día en que un niñ@ escribe su primer cuento (aunque sólo sean dos o tres líneas), ha dado un salto evolutivo importante, un hito que le lleva de un proceso mecánico y motriz del trazo de las letras, a un proceso más reflexivo de selección y ordenación de ideas y de reflexión y reformulación del texto.
A partir de aquí, una carta a un ser querido, un cuento para compartir con los compañeros de clase, una redacción sobre algún evento relacionado con el colegio, la descripción de su mejor amigo, jugar a ser poetas, etc., son algunas de las actividades de expresión escrita que va a desarrollar durante la educación Primaria.
Pasos para aprender a expresarse por escrito
Desde el punto de vista de la enseñanza de la lectoescritura, el proceso de composición de un texto se desarrolla en tres subprocesos, y aprender a escribir supone aprender cada uno de ellos. Estos pasos para aprender a expresarse por escrito son los siguientes:
1. Planificar. El primer paso para crear un texto escrito es pensar para quién va dirigido, esto motivará al alumno al inicio del proceso. Por ello, es importante que el niño tenga presente quien va a leer aquello que está escribiendo y cuál es su intención comunicativa.
2. Redactar. En función del destinatario, la redacción del texto irá orientada de un modo u otro, respetando siempre una serie de parámetros que deben existir en cualquier composición escrita, como son la corrección, la adecuación, la coherencia y la cohesión.
3. Revisar. Una vez redactado el texto, el proceso de composición no se da por finalizado hasta que no se ha revisado y realizado las correcciones oportunas para asegurarse de que realmente lo escrito se ajusta al propósito comunicativo que habíamos planteado en la fase de planificación.
No obstante, las fases que aquí describimos no son un proceso lineal en el que un subproceso se sucede inmediatamente después del otro, sino que suponen un proceso integrado en el que cada uno de los subprocesos se van repitiendo hasta que se cumple el objetivo inicial. De manera que al planificar ya estamos redactando, en el momento de la redacción también se revisa, en la revisión volvemos a redactar, etc. Por eso es fundamental que, en el entorno educativo, el maestro tenga claro qué actuaciones son las más apropiadas en cada uno de los subprocesos y la manera más adecuada de guiar a sus alumnos en cada caso.
Las correcciones de los textos: trucos para padres y profesores
En cuanto a la corrección de lo escrito, según Daniel Cassany (autor de varias obras en torno al proceso de composición del texto escrito), el alumno puede aprovechar la corrección, siempre que el objetivo de ésta no sea meramente calificar al alumno, sino informarle sobre sus fallos para que pueda aprender de ellos. Por lo tanto, no sólo es necesario corregir los aspectos relativos a la corrección morfológica y sintáctica, sino también otros como la adecuación, la coherencia y la cohesión; y no hay que limitarse a la corrección de errores, sino aportar comentarios de mejora y destacar los aspectos positivos en la redacción del alumno.
1. Es necesario esperar al texto acabado para iniciar la corrección. Si se corrige mientras el alumno escribe, podemos actuar en el momento en el que se produce el error, y resulta más eficaz el proceso de enseñanza-aprendizaje.
2. Conviene fomentar la autocorrección, ya que constituye una herramienta importante para hacer consciente al alumno de sus propios fallos, y que pueda evitarlos en un futuro.
3. Hay que diferenciar entre dos tipos de errores: el alumno puede equivocarse en lo que domina (ya sea por distracción o por falta de motivación) o bien puede cometer errores de competencia (es decir que falla en cosas que aún no domina). En este último caso, es necesario ofrecerle la información que aún no posee, para que pueda avanzar en el aprendizaje.Por ejemplo,el maestro debe informar al alumno sobre lo que tiene que hacer con los errores que ha marcado en el escrito: buscar en el diccionario, utilizar sinónimos, completar frases…
Actividades para mejorar la expresión escrita en casa
Aunque los niños aprenden a escribir fundamentalmente en el centro escolar, no debemos olvidar que la familia, y en concreto los padres, constituyen el eje central de su particular universo y son no solo modelos, sino un complemento fundamental al trabajo que se realiza en el aula. Para que el aprendizaje sea consistente debemos de darle un sentido práctico a aquello que enseñamos: conseguir que los niños consideren la escritura una habilidad fundamental para la vida y no una tarea escolar que solamente adquiere sentido ante la presencia del maestro.
Los padres pueden y deben de actuar como modelos, interlocutores y animadores para el fomento de la expresión escrita: leer y escribir delante de ellos, comunicarse con ellos por escrito y estimularlos para que lean y escriban con cualquier pretexto. Por ejemplo:
– elaborar juntos la lista de la compra
– intercambiarse notas
– escribir juntos una guía de lo que se hará el fin de semana
– escribir una carta a un familiar
– escribir una receta de un plato que les guste
– redactar lo que han hecho en alguna salida especial e ir archivándolas para tener un álbum de relatos familiares, etc.
Además de las actividades escritas, también es muy importante fomentar el diálogo con los niños, crear situaciones en las que tengan que expresarse verbalmente,e interactuar con ellos para que su expresión vaya siendo cada vez más rica, evitando muletillas, facilitándoles vocabulario nuevo, etc., ya que todo el trabajo oral servirá de base para la escritura.
De este modo, ofrecemos a los niños las herramientas adecuadas para que puedan llegar a ser personas competentes en expresión escrita.
Ana Barrantes. Autora del blog Neuropsicología y Aprendizaje
Para saber más:
Desarrollar las aptitudes para el aprendizaje