Si hay un momento y un lugar en el que la crisis de llanto de los niños se pone de manifiesto, ése es la entrada en el colegio. Se produce debido a la angustia por una separación que dura gran parte de la jornada y se repite a diario. Para un niño de a partir de tres años, esta separación resulta muy larga. ¿Cómo reaccionar cuando el niño llora de forma repetida todas las veces que tiene que ir al colegio?
Crisis de llanto por la angustia de la separación
Con frecuencia ocurre que, al dejar al niño en la guardería, en casa de algún familiar o con la niñera, le entre una crisis de llanto ante la separación de sus padres. En este caso, los padres hemos de reaccionar serenamente para demostrar al niño que tiene derecho a llorar, pero que no está viviendo una catástrofe. No se trata de comportarse con indiferencia, sino de tener una actitud tranquilizadora. Es aconsejable que los padres nos marchemos sin esperar a que el niño se calme. Con frecuencia los llantos cesan en cuanto los padres se dan la vuelta.
Sin embargo, es importante preguntar cómo ha pasado el día el niño cuando vayamos a recogerlo. ¿Han durado mucho los llantos? ¿Se ha puesto a jugar enseguida? Si el niño ha llorado demasiado tiempo o si ha permanecido indiferente, desanimado, sin moverse, los padres deben prestar a atención, reconsiderando las circunstancias o el modo de cuidarle.
Debemos tener en cuenta que los niños que sufren esta ansiedad por la separación de sus padres se estancan en su adaptación al colegio, se muestran pasivos y parecen no tener interés en crecer. Conviene que les contemos nuestras historias de cuando íbamos al colegio y que, al mismo tiempo, no nos mostremos excesivamente exigentes, sino comprensivos con su situación y con buen humor a la hora de llevarle a la escuela.
Los padres no podemos desaparecer
Cuánto antes se intervenga en la vida del niño, más posibilidad hay de que progrese rápidamente. Pero para enseñar al niño a superar su miedo a la separación no vale cualquier fórmula. Un error en el que podemos caer los padres es dejar a nuestro hijo con alguien que lo cuide y marcharnos aprovechando que está dormido.
Para el niño puede suponer una tremenda angustia despertar y ver que nos hemos marchado sin despedirnos de él, sin decirle cuándo volveremos. Hemos desaparecido y nadie le ha avisado de nuestra ausencia; su angustia aumentará, pudiendo incluso llegar a trastocarle el sueño.
El niño desarrolla esta reacción porque ve peligroso dormir: sus padres pueden desaparecer. Por eso, es recomendable que siempre que vayamos a ausentarnos, se lo hagamos saber al pequeño.
Entender la separación de los padres
Es preciso anunciarle que nos vamos a ausentar, que volveremos, que entendemos su tristeza, pero que la vida no se detiene por eso. El niño acepta estas palabras dichas con cariño y comprende lo que le dicen sus padres, aunque la separación sea dolorosa. Si es un niño mayor es conveniente recurrir a su afán por crecer, que le permitirá aceptar una separación temporal.
También puede ser de ayuda dejar al niño con un «capricho», que puede ser su peluche preferido, un juguete o una prenda impregnada del olor de su madre. Este objeto transaccional, al vincularle a su madre o a su casa, se convertirá en un factor de seguridad.
Sin embargo, no es aconsejable la separación en los primeros meses de vida del bebé, en cambio más adelante y siempre anunciándoselo, es aconsejable provocarla. Los niños que no han sido separados nunca de sus padres se sienten infinitamente más afectados que la media cuando se produce la primera separación. No están preparados para enfrentarse a ella, al contrario de los que se han beneficiado de un aprendizaje bien orientado.
Consejos para superar la ansiedad por la separación
– Invita a los amigos de tu hijo a que vengan a casa a jugar. Una vez establecida una relación de confianza, al niño le costará mucho menos ser él el que acuda a este tipo de citas.
– No faltes nunca a tu palabra. Si prometimos al niño ir a recogerle a una hora determinada estemos allí puntualmente. En caso contrario estaríamos fomentado su inseguridad y dependencia.
– No hay nada mejor para aprender a separarse que practicar. Si todos los fines de semana, por ejemplo, dejamos a nuestro pequeño una hora con sus abuelos llegará un momento en que no sólo no sufra ningún tipo de ansiedad sino que, por el contrario, estará deseando que llegue el sábado.
– No te comportes de forma insegura delante del niño. Transmitirle constantemente nuestros miedos terminaría por convertirle en un chico inevitablemente enmadrado y dependiente.
– Evita controlar constantemente a tu hijo. Aunque sea en casa debemos darle una cierta independencia y libertad. De este modo, aprenderá a estar solo y no necesitar nuestra constante compañía.
– Pasar un fin de semana en casa de un familiar puede ser la mejor forma de que nuestro pequeño comience a despegarse.
Conchita Requero
Asesora: Bernardette Lemoine. Psicóloga.
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