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El poderoso NO educativo: de 1 a 3 años

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A partir de los 18 meses, el poderoso NO educativo adquiere su máxima relevancia. Una vez que los niños han asumido el concepto del NO, se puede empezar a definir las primeras reglas, que deben ser impersonales. Es más fácil para un niño aprender que no debe hacer algo, siendo estos límites aplicables a todos, que hacerlo como una crítica o limitación personal.

Otro factor a tener en cuenta es la constancia en las reglas y que éstas sean seguidas por todos en la familia. Si a veces se obedecen y otras veces no, entonces el concepto de reglas será ambiguo y le quitará importancia. Para que el poderoso NO educativo sea efectivo de 1 a 3 años hay que saber utilizarlo. 

18-36 meses: el poder del NO alcanza su máxima potencia

Si bien NO suele ser una de las primeras palabras de muchos niños, no es hasta este momento cuando empieza a tener un verdadero significado. A partir de los 18 meses, los niños empiezan a entender lo que es no y a actuar de acorde a ello. Para que esta palabra continúe significando algo, es importante no saturarla. Todos sabemos lo cansado que es un ambiente de negatividad continuo y de negación a todo. Es difícil seguir tomando un NO en serio cuando es la respuesta a todo.

Consejos para limitar el uso del no:

1. Reemplazar el NO por otras palabras acorde a la acción que queremos impedir. Por ejemplo, para que el poder del NO sea efectivo, cuando quieras decirle que algo está «sucio» y por eso «no se toca», sutituye la palabra NO por «sucio». La próxima vez que lo intente tocar, con sólo decir «sucio» se transmitirá el mensaje.

2. Elegir nuestras batallas y limitar el NO a asuntos de seguridad o mala educación. A los 18 meses, los niños empiezan a entender conceptos como caliente o afilado, no obstante no aprenden que las acciones tienen consecuencias físicas hasta los 3-4 años de edad. Un niño en esta etapa puede saber que algo está caliente, pero no por ello deduce que quema. Aunque nuestro hijo se aleje de la chimenea cuando decimos «quema», hay que recordarle constantemente los peligros que conlleva. Los niños en esta fase del desarrollo no tienen una capacidad de generalizar, por ello hace falta volver a tener esta conversación cuando un objeto peligroso está al alcance.

3. Afianza tu lenguaje no verbal y ofrece seguridad. Un estudio en Canadá encontró que los niños de 2 años en adelante buscaban en el lenguaje no verbal otros factores de credibilidad y flexibilidad como apoyo para el aprendizaje; mostraban un mayor interés en aprender sobre un objeto con personas que trasmitían confianza a través del lenguaje no verbal, que de personas que parecían inseguras.

No sólo prefirieron un tutor confiado, sino que mostraron tener también una mayor preferencia didáctica por aquellas personas que manifestaron tener consistencia en su alto nivel de confianza. Esto demuestra la existencia de una sensibilidad socio-cognitiva a la hora de aprender, pudiendo aplicar esto hallazgos a la confianza y la constancia con la que delimitamos reglas, castigos y elogios.

4. Aplica un tono de voz firme. Los niños se encuentran varias veces al día frente a situaciones nuevas y, a pesar de que haya ciertas reglas que nos parezcan obvias, para ellos no lo son. He aquí la importancia de explicarles y redirigirles con constancia y paciencia. Un ejemplo que muchos padres afrontamos es «su primer Picasso» en una pared.

Si las ceras son lavables, podemos pedirle a nuestro hijo que nos ayude a limpiarlo; aunque no sea de mucha ayuda, la idea no es que sea capaz de dominar la fregona, sino que se sienta responsable de sus acciones. Le explicaremos que está mal, intentando tener un tono firme pero calmado; posteriormente le quitaremos las aceras y se las devolveremos otro día con un papel. Es posible que nos brinde con un par de «obras de arte» en la pared o los muebles por lienzo antes de que lo entienda, pero pronto limitará su creatividad al papel y entenderá la regla.

5. Enfatiza en lo positivo. En lugar de decirle sólo que está mal, dejarle saber cuándo está haciendo las cosas bien es una gran manera de procurar que vuelva a repetir estos comportamientos positivos. Lleva un poco de práctica entrar en la mentalidad de reforzar lo positivo y no sólo castigar lo negativo, pero a la larga es mucho más efectivo.

El NO educativo a partir de los 3 años

A partir de los 3 años, los niños tienen las habilidades lingüísticas y cognitivas para entender lo que son consecuencias. Por lo tanto, después de esta edad, cuando un niño decide comportarse de manera negativa lo hace de manera consciente, sabiendo qué está realizado, o cuándo está desobedeciendo; ya saben lo que hacen y tienen un objetivo en mente. La manera de educar, a partir de este momento, empieza a cambiar para adaptarse a los nuevos desarrollos y es cuando empieza a ser necesario el NO educativo de los padres.

Maite Balda Aspiazu. Psicóloga y Máster en Neurociencias Cognitivas

Asesoramiento: Osvaldo Poli. Autor del libro No tengas miedo a decir no

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