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La sinceridad, educar en valores

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Los niños viven la sinceridad de forma especialmente intensa entre los 3 y los 10 años y al principio, se sienten inclinados naturalmente a ella. Cuando son pequeños, suelen tener una gran sensibilidad a ser engañados y una gran facilidad para captar la sinceridad. Así, el ejemplo de los padres juega un papel fundamental y les ayudará a decidir si desean amar la verdad o ser mentirosos.

Durante la etapa infantil, el motivo fundamental por el que los niños son sinceros es que, diciendo la vedad, reciben el amor y la ayuda de sus padres y, además, éstos no les juzgan en ningún momento. Más adelante, al tener uso de razón, comienzan a entender la importancia de la sinceridad y su valor moral: decir la verdad es bueno. Desde ese momento, los niños se esforzarán por vivir la sinceridad y los padres deberán enseñarles cómo hacerlo.

7 pautas para educar la sinceridad

1.  Evita llamarle mentiroso. No debes tratar a tu hijo como mentiroso sino como una persona digna de confianza, aunque sepas  que miente. En el momento de la corrección evita usar el término mentiroso, en realidad los niños no desean la mentira ni son mentirosos.

Hay que diferenciar que lo que resulta negativo es la mentira, pero no él. Hacer esta distinción es la forma de motivarle positivamente hacia el bien y ayudarle a luchar para ser sincero. Así, tu hijo verá la mentira como un hecho accidental que pasó y no volverá a pasar.

2.  Busca el quién y el por qué. Ante un problema, lo más importante es la persona que lo sufre, y en el caso de la mentira tienes que reflexionar sobre la persona que lo ha hecho y los motivos que lo han llevado a hacerlo. Es muy importante que además, dialogues con sus profesores para buscar un plan de actuación común que vaya en la misma dirección.

3.  Fomenta el hábito de la sinceridad. Es importante que estimules a tu hijo para que cuente cosas de su día a día, por ejemplo, en un momento de tertulia familiar que compartáis todos. Si no fomentas la comunicación como un hábito más, será más difícil orientarle. Además, esa escucha debe demostrar interés y en ningún momento debe convertirse en un momento para juzgar lo que te cuenta, eso podría hacer que la comunicación se rompiese.

4. Elige el momento adecuado para reprenderle. En algunas ocasiones será necesario reprender a tu hijo, en ese caso, es importante que escojas un momento adecuado, estando a solas y procurando siempre no humillarle, dejándole una salida y demostrándole que tienes confianza y seguridad en que va a mejorar. Eso le ayudará a superarse.

5.  Enséñale otra opción a la mentira. Algunos niños y niñas no saben defenderse de las agresiones sin entrar en el juego de las mentiras, de modo que se acostumbre a hablar bien de los demás y no burlarse.

6. Confía en él. Tu confianza en él provoca que le duela interiormente el hecho de haberte defraudado cuando no ha sido sincero. Por el contrario, si muestras desconfianza, a él le será más fácil mentir porque sabe que esperabas que te mintiese, por eso, de actuar así, no te defraudaría.

7. Edúcale en positivo. La educación en la sinceridad ha de tener un enfoque positivo. No estés pendiente de descubrir y castigar las posibles mentiras (actitud de desconfianza), en cambio, alaba los actos de sinceridad e insiste en el valor de la sinceridad como algo propio de los niños. Actuando así educas en positivo.

Motivos por los que un niño miente

El motivo de la mentira ayuda a los padres a conseguir la corrección. Hacer un análisis de las causas que han provocado la mentira del niño hace que los padres estén en mejores condiciones de razonar con ellos y corregirles. Esos motivos suelen ser principalmente:

1.  Para quedar bien. En ocasiones, los niños sienten el deseo de quedar por encima de sus compañeros o evitar quedar mal ocultando algún hecho. Por eso, es necesario que tanto los padres como los profesores estén atentos y se preocupen cuando un niño alardea de algo (puede que esté dando mucha importancia al «tener»), cuando distorsiona la realidad o cuando directamente la omite.

2.  Para defenderse. Muchas veces el niño utiliza la mentira como defensa, para evitar un castigo por ejemplo. Es importante que esta técnica no se convierta en una costumbre y que el niño entienda qué es lo que ha pasado y quién ha sido el responsable, pero siempre recordando que no por reconocer la culpa se le va a castigar. El esfuerzo por reparar el daño será el mejor correctivo. De este modo, mentir ya no será una necesidad sino el camino que más compensa.

3. Por orgullo. Mentir por orgullo se traduce en mentir para ocultar una limitación o un fracaso. Este tipo de mentira pone de relieve la importancia de otros valores como la sencillez y la humildad en los que será vital educar al niño. Así, para evitar la mentira por orgullo es importante hacerles ver que no deben hacer trampas cuando juegan o que no es correcto esconder un error con excusas.

Patricia Núñez de Arenas
Asesoramiento: Fernando Corominas y José Antonio Alcázar.
Autores del libro: Virtudes humanas

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