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La merienda: cuida la salud de los niños

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Al igual que los adultos, los niños deben de realizar seis comidas diarias. A veces los más pequeños rechazan la merienda porque les interrumpe sus momentos de juego, o porque les resulta aburrido comer siempre lo mismo. Médicos y nutricionistas coinciden en la importancia de distribuir la alimentación a lo largo del día. 

Según el estudio realizado por Hábitos de merienda en escolares de nuestro medio» (Estudio HABIMER), el 76 por ciento de los niños entre 6 y 12 años merienda todos los días, e incluso, nueve de cada diez lo hacen cinco días a la semana. La falta de este hábito en la infancia puede implicar riesgo de obesidad infantil en el pequeño.

La merienda supone una buena oportunidad para consumir cereales y ayudar a alcanzar en la dieta total las seis raciones que se aconseja consumir como mínimo de este grupo de alimentos al día» afirma la doctora Beatriz Navia, profesora titular de la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense de Madrid y portavoz de la campaña «Pan Cada Día».

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Es importante crear unos buenos hábitos alimentarios en la infancia ya que serán difíciles de cambiar, por lo que merece la pena hacer el máximo esfuerzo educativo a estas edades con el fin de inculcar hábitos alimentarios y de vida saludable. 

Aportaciones de la merienda en los niños

La merienda debe de aportar aproximadamente un 15 por ciento de la energía diaria que necesita el pequeño. Basada en fruta, cereales, galletas y lácteos, alcanzaran la energía necesaria para su recreo. 

– Fruta. Al ser rica en azucares simples, que se absorben con facilidad, son una recarga de energía al instante. Además, la fruta aporta vitaminas que aumentan la defensa y fibra que regula el buen funcionamiento del intestino.

– Carbohidratos. Encontrados en los cereales, galletas y el pan, garantizan una buena reserva de energía hasta la cena.

– Lácteos. Un vaso de leche, yogures o queso aportan proteínas y calcio necesario para el crecimiento.

Consecuencias de no realizar la merienda.

– Abatimiento y cansancio. El gasto energético del niño y del adolescente durante el día es muy elevado, por lo que el periodo comprendido entre la comida y la cena puede resultar muy largo y hacer que el niño presente síntomas de cansancio.

– Grandes comilonas. Otro problema es la ansiedad con la que puede llegar el niño a la hora de la cena, por lo que la merienda es una forma de distribuir los alimentos para no pasar largos periodos en ayunas.

– Desequilibrios y trastornos en el metabolismo de los niños en el metabolismo de los niños como la obesidad o el sobrepeso, exceso de colesterol y azúcar en la sangre.

Noelia de Santiago Monteserín

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