El niño que toma pecho tiene una mejor regulación de su metabolismo, una mayor protección inmunológica frente a infecciones, un menor riesgo de sensibilidad alérgica y también una menor probabilidad de muerte súbita. Probablemente, también tenga una menor incidencia de algunas enfermedades a medio y largo plazo, tales como diabetes mellitus, obesidad o enfermedad cardiovascular.
Los beneficios de la lactancia para la mujer
La lactancia materna vale la pena porque tiene también importantes beneficios para la mujer. Por un lado, favorece su recuperación tras el parto, ya que favorece la liberación de una hormona (oxitocina), lo que a su vez contrae más precozmente el útero, con lo que la pérdida de sangre tras el parto será menor. Además, las mujeres que han dado pecho tienen menor riesgo de padecer cáncer de mama. Otro aspecto favorable de la lactancia materna es, sin duda, el establecimiento de un estrecho vínculo afectivo entre la madre y el hijo. Por último, también debe ser considerado el ahorro económico respecto a la lactancia artificial.
Mito y error: la leche materna es tan buena como la «leche artificial»
Las contraindicaciones absolutas de la lactancia materna (algunas enfermedades, uso de drogas o fármacos) son muy limitadas. En definitiva, los beneficios son bien manifiestos y, por tanto, la promoción de la lactancia materna debe seguir siendo un hecho.
Algunas de las ventajas más importantes de la lactancia son los siguientes:
1. Es el alimento más adecuado y natural para el bebé.
2. Se adapta en cada momento a las necesidades del niño.
3. Le protege frente a infecciones.
4. La leche materna está siempre preparada y a la temperatura adecuada.
5. Favorece la recuperación de la mujer tras el parto (disminución de sangrado, mejoría de anemia*).
6. Logra un mayor vínculo afectivo entre la madre y el hijo.
7. Supone un ahorro económico a la familia.
La puesta al pecho del bebé
Habitualmente la decisión de dar el pecho se toma durante el embarazo y es importante tenerlo claro antes de dar a luz .Actualmente se recomienda que la puesta al pecho sea lo antes posible tras el nacimiento, y preferiblemente en la primera hora de vida, es decir en el mismo paritorio o incluso en el quirófano si ha nacido por cesárea con anestesia epidural.
El motivo es que la primera hora de vida es una fase de alerta activa. Así, es sobrecogedor observar los movimientos de un neonato colocado sobre el abdomen dolorido de una madre tan feliz como cansada por el parto. Ese niño es capaz de «reptar» literalmente sobre la superficie abdominal materna hasta alcanzar con sus manos la glándula mamaria y ponerse a mamar sin que nadie se explique cómo lo ha aprendido. La respuesta es sencilla: la succión, la prensión palmar (reflejo del recién nacido por el que el bebé flexiona la mano ante cualquier roce sobre su palma) y el movimiento deslizante son reflejos primarios del ser humano que aseguran su supervivencia. Además, el amamantamiento inicial ayuda a estimular la producción de leche materna y provoca la contracción del útero materno, lo cual ayuda a prevenir el sangrado excesivo.
Al principio, el niño extrae calostro (primer tipo de leche que produce la glándula mamaria) y la sensación que tiene la madre es de que no produce casi nada pues se trata de poca cantidad. Esto es importante que lo sepa para que no se desanime.
Por otro lado, algunas madres creen que no podrán amamantar después de la cesárea, lo cual no es verdad. La lactancia puede comenzar durante las primeras horas posteriores al parto en la sala de recuperación, al igual que ocurre con un parto vaginal.
Si se desea dar lactancia natural, hay que poner el bebé al pecho lo antes posible.
Paréntesis científico respecto a la lactancia materna
Hace 50 años se recomendaba esperar a que el niño tuviese más de doce horas de vida para darle alimento y así evitar atragantamientos. Sin embargo, los niños hacían hipoglucemias (descensos de la glucemia en sangre). Por ello, hace unos 25 años ya se empezó a recomendar una alimentación más precoz, pero no antes de las tres horas de vida para evitar que la supuesta falta de coordinación de los reflejos de succión y de deglución de las primeras horas de vida facilitara un paso de la leche al aparato respiratorio (aspiración).
Así pues, se iniciaba a las tres horas de vida con una solución glucosada (y no con leche). Sin embargo, se ha comprobado que el riesgo de aspiración precoz sólo se demuestra en neonatos enfermos, y no en la mayoría de niños sanos. Además, en caso de aspiración, la leche materna produce una lesión pulmonar menos importante que la propia solución glucosada.
Isidro Vitoria Miñana. Pediatra de la Unidad de Nutrición y Metabolopatías del Hospital La Fe de Valencia. Autor del libro Cuidados del bebé.Verdades, mitos y errores, de Ed. Medici 2014. Pediatra. Blog Pediatría y nutrición infantil. Recursos para padres
Recomendado por:
– AEPAP Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria
– SEDCA Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación
– Faros Familia. Página para padres del Hospital San Joan de Deu. Barcelona.
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