¿Qué diferencias existen en el funcionamiento del cerebro del hombre y el cerebro de la mujer? Es evidente que existen unas determinadas características corporales que diferencian al hombre de la mujer. Y a la vez, somos capaces de apreciarnos también distintos en la forma de pensar, sentir, hablar… El cerebro es el que guía todas estas acciones.
Diversas investigaciones han concluido que existe una diferenciación biológica cerebral para la diferenciación sexuada de las personas. El cerebro se compone de dos hemisferios unidos por diversas estructuras entre las que domina el cuerpo calloso.
Se sabe que la plenitud personal se alcanza cuando se armonizan ambos hemisferios, aunque cada uno de ellos nos aporta unas determinadas cualidades, y en función del predominio de uno u otro presentamos más o menos cualidades del sexo varón o del sexo mujer.
Hay que tener en cuenta además que la construcción de la mayor parte de los circuitos neuronales se produce durante las primeras 18 semanas de gestación y con posterioridad está directamente relacionado con los cambios gonadales que se dan en los primeros dos años de vida.
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Dos sexos, dos hemisferios cerebrales
De modo general, se puede decir que en el varón existe un predominio del hemisferio izquierdo, en el que característicamente predomina un razonamiento secuencial y lineal. El hemisferio derecho por tanto es el que se relaciona más con el funcionamiento femenino, con un mayor procesamiento afectivo.
La mujer piensa en términos de imágenes y globalidades, utilizando lo anterior para generar nuevas ideas de información, con una mirada contemplativa del mundo. La mujer es más capaz que el hombre de traducir a gestos las reacciones emocionales más primarias, procesando más eficazmente el lenguaje no verbal y resolviendo los problemas mediante una percepción intuitiva bastante escasa en los varones.
Por su parte, los varones, en quienes el centro de gravedad del intelecto se orienta hacia actividades propias del hemisferio izquierdo, suelen abstraer las cualidades de la realidad para generalizarlas, procesando una cosa cada vez.
Desde el punto de vista emocional, interpretan y registran ideas emocionales no verbales, si bien tienen la capacidad de traducir a palabras las sensaciones experimentadas de forma visceral, y elaboran la resolución de los problemas con un orden lógico.
Procesamiento de las emociones
En el procesamiento de las emociones, es necesario distinguir tres elementos:
1. la experiencia subjetiva o sentimiento: analizado interiormente y comunicado hacia fuera;
2. los afectos: agradables o desagradables;
3. el componente cognitivo del sentimiento, que depende del procesamiento de la corteza.
De alguna manera, podemos decir que «la emoción se siente, se expresa y aporta conocimiento».
En cuanto al procesamiento emocional, relacionado con la maduración afectiva de la persona, las mujeres son más vulnerables a la presión psicológica que suponen los conflictos interpersonales. En este sentido, el cerebro femenino reacciona con una alarma mucho más negativa que el masculino ante la idea de cualquier conflicto interpersonal. El estrés interpersonal agudo facilita el aprendizaje y memoria en los varones y lo dificulta en las féminas; mientras que el estrés crónico haría más vulnerables a los varones y no afectaría tanto a las mujeres.
La memoria emocional distingue entre sexos
Otra de las características diferenciales entre el «cerebro» del varón y el de la mujer guarda relación con la memoria emocional. La mujer procesa la emoción facial triste mejor que el varón, reteniendo más fuertemente las emociones negativas y recordando con más viveza los acontecimientos. Finalmente, la mujer, a diferencia del varón, tiene un sentido más emotivo del humor por activación de zonas amigdalares, al igual que ocurría en los procesos descritos anteriormente.
Esta zona es esencial para el aprendizaje emocional, la inteligencia social, la respuesta rápida a estímulos, la creación y almacenamiento de memorias y la respuesta a estímulos placenteros o desagradables. Ya en índole de inteligencia social, el cerebro femenino predispone más que el masculino a la empatía, a la confianza, al sentimiento de vínculos con otros, así como para ofrecer y recibir apoyo. A pesar de lo dicho anteriormente, la noción de persona ha de dar razón de que la persona real se da en dos formas corporales «ontológicamente» distintas.
Varón y mujer se distinguen en la relación nuestra original, es decir, son iguales en cuanto personas, pero se diferencian en el modo en que cada uno se abre a la relación con los demás, precisamente por la diferencia corporal. Diferencia que no rompe la igualdad esencial.
Mónica de Aysa. Máster en Matrimonio y Sexualidad
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