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Claves para educar en habilidades sociales

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Desde los 2 años de edad, podemos educar en habilidades sociales a los niños, que les ayudarán a potenciar y a desarrollar su inteligencia emocional. A través de las preguntas, de nuestros comentarios y afirmaciones, los padres tenemos el poder de dirigir la atención de nuestros hijos hacia aquello que pensemos que les puede ayudar a crecer como personas.

Es importante que estas preguntas sean abiertas y no encierren juicios de valor encubiertos. Es decir, en vez de preguntarles «¿Por qué eres tan desordenado?, podemos preguntarles ¿por favor, puedes recoger la habitación?».

Ideas prácticas para el desarrollo de la inteligencia emocional

1.   Hacerles preguntas emocionalmente inteligentes: las preguntas pueden abrir puertas o levantar muros. Ya hemos visto cómo podemos ayudarles a canalizar sus emociones a través de las preguntas. Además, podemos entrenar su mente para:
–   La creatividad: «¿Cómo podemos conseguir*? ¿de qué otra forma podemos conseguirlo?»
–   La felicidad: buscar motivos para sentirse felices (por ejemplo: «¿qué cosas te han gustado del día de hoy?»)
–   Ser optimistas: «¿qué ventajas tiene esta situación? ¿qué oportunidades se te abren?»

2.   Ante un mal comportamiento, separar la emoción del comportamiento: por ejemplo, imaginemos que nuestro hijo pega a su hermano porque se ha enfadado. Si censuramos, si le regañamos por pegar a su hermano  y no prestamos atención a la emoción del enfado, el niño puede llegar a asociar que «enfadarse es malo» y aprender a «reprimirlo», pero no aprenderá a regular el enfado de forma saludable. «Podemos mostrar respeto por su enfado, y sin embargo, censurar su comportamiento para, a continuación enseñarle formas saludables de expresar su enfado («entiendo que estés enfadado, pero no te permito que pegues a tu hermano. Si estás enfadado, lo puedes resolver hablando, diciendo lo que te molesta sin gritar, pidiendo lo que necesitas  o, pidiéndome ayuda a mi»)

Técnicas para canalizar las emociones

Habilidades sociales

Desde muy pequeñitos, los niños pueden aprender e interiorizar los siguientes mensajes y técnicas sencillas para canalizar sus emociones:

–   «Hay algo que puedes hacer». Lo primero que debe saber tu hijo es que, todas las personas tenemos el poder de cambiar nuestras emociones. Ante una situación que nos hace sentir mal, siempre podemos elegir, quedarnos fastidiados, o hacer algo para sentirnos mejor.

–   «Haz algo que te gusta y te sentirás mejor». Explícale que siempre que  se sienta mal (esté aburrido, enfadado, impaciente, triste) o que sencillamente, quiera sentirse mejor, sólo tiene que ponerse a hacer algo que le guste y su emoción cambiará. Dile que se haga una lista con las cosas que le gusta hacer y que cuando se  quiera sentir mejor, la mire.

–   «Piensa en positivo». Explicarle que cuando dice «No puedo», le está dando esa orden a su cuerpo y, por lo tanto, es seguro que «NO PODRÁ». Preguntarle: ¿Lo quieres conseguir? (pregunta poderosa). La respuesta seguro que es: «Sí!». A continuación le puedes explicar: «El truco para conseguir algo es que pienses y digas «Sí puedo!» y que lo intentes muchas veces, porque no siempre se consigue todo a la primer»a. Animarle a que diga varias veces «Sí puedo!». Y acompáñale. Esta técnica es muy útil en los casos en los que se sienten inseguros o frustrados porque no consiguen algo (ej.- cuando están aprendiendo a hacer algo, como, montar en bici)

–   «Usa tu imaginación». Proponerles juegos en los que utilicen su imaginación (ej. Imaginarse un jardín mágico en el que podemos jugar y hacer todas las cosas que nos gustan) y hacerles ver lo bien que pueden sentirse. También puede utilizar su imaginación cuando le de miedo algo, para disfrazarlo y reírse. Por ejemplo, si te dan miedo las arañas, te puedes imaginar una araña con patines que intenta caminar y se resbala todo el rato.  La fantasía está siempre con nosotros y, por tanto, nos puede ayudar a gestionar el aburrimiento, tranquilizarnos en una situación de nervios o superar miedos.

–   «Eres cuerpo». Cambiando nuestra postura podemos cambiar nuestras emociones. Descruzando los brazos, relajando los músculos, sonriendo, poniendo más erguida nuestra postura, practicando la respiración abdominal, podemos relajarnos y sentirnos mejor.

Carmen García de Leaniz y Lola Gutiérrez. Profesoras del Colegio Everest Monteclaro

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