Los temores infantiles varían dependiendo de la personalidad y el carácter del niño, y de las situaciones que él vive, pero son universales. El miedo de los niños por edades es variable, tiene etapas y distintas intensidades. El miedo de los niños empieza alrededor del primer año de vida y se presenta con mayor incidencia hasta los 6 ó 7 años.
Los miedos de los niños van cambiando según la edad y es muy importante que vayan superando los miedos que aparecen en cada etapa para que el miedo no se enquiste y aparezca el problema.
El miedo de los niños se manifiesta por edades
El miedo en la Primera Infancia. 0 a 3 años
1. Desde los 6 meses. Miedo a los extraños, a las alturas, a los animales, a ruidos fuertes.
2. Hasta los 2 años y medio: miedo a la separación de los padres, a los desconocidos.
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El miedo en la etapa prescolar. 3 a 5 años
Miedo a los monstruos, la oscuridad, los fantasmas, personajes de cine o TV, a los animales.
El miedo en la etapa escolar. 6 a 11 años
Miedo al daño físico, los accidentes, las heridas, a la sangre, a las inyecciones.
Miedo al fracaso escolar, a la crítica, a un compañero, a la separación de los padres.
El miedo en la pubertad. 12 a 15 años
Miedo a la crítica, al fracaso, al rechazo por parte de sus iguales (compañeros de clase), a amenazas de otros niños, a los cambios de su propia imagen.
El miedo en la adolescencia
Los propios de la pubertad continúan.
Miedos relacionados con el mundo interpersonal, el rendimiento personal, los logros académicos, deportivos y de reconocimiento por parte de los otros, y a la muerte.
¿Por qué tenemos miedo?
1. El miedo está presente en todos nosotros, está anclado en los genes, y nos acompaña siempre. Es necesario para evitar peligros, para mantener nuestra integridad física. El miedo no es un problema, a no ser que se convierta en el problema.
2. Los miedos también se aprenden. Los padres con tendencia a ser miedosos educan hijos como ellos, en mayor proporción que el resto de progenitores.
3. Hay un tipo de miedos que se adquieren por las experiencias vividas. Por ejemplo: miedo a no poder respirar, si se ha tenido un ataque de asma.
4. «Si no te vas a la cama, vendrá el coco y te llevará». En ocasiones, sin pretenderlo, somos los padres quienes generamos los miedos en nuestros hijos.
5. El miedo a dormir solo puede estar relacionado con otros miedos. Si tu hijo sufre pesadillas, acércate a calmarle y reconfórtale hasta que se tranquilice; nunca lo hagas nervioso o enfadado. Puedes inventarte un cuento relacionado con un mundo maravilloso, que solo podía verse cuando uno se dormía y en el que siempre había chuches y peluches para los niños que eran capaces de dormirse solitos.
Ana Gutiérrez y Pedro Moreno, psicólogos clínicos
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