Una cosa es que los jóvenes no puedan emanciparse porque su situación económica no lo permita y otra, que quieran seguir viviendo a costa de sus padres. Este planteamiento no prepara para la vida y por eso, los padres tenemos que colaborar para que el joven madure y la convivencia familiar sea lo mejor posible.
Decir que cada vez los jóvenes se independizan más tarde no es algo nuevo. Hoy en día, se enfrentan a trabajos inestables, a sueldos algo bajos, y sobre todo, a unos costes de la vivienda desorbitados, por lo que son muchos los que alargan su estancia en el hogar paterno para poder ir ahorrando algo de dinero o hasta que su situación económica se asiente.
En principio, para los jóvenes que se independizan tarde, la convivencia no tiene porqué ser problemática, pero a veces sucede que algunos jóvenes quieren vivir como si estuvieran solos, se olvidan de los demás miembros de la familia que conviven con ellos, no maduran ni asumen ninguna responsabilidad propia de su edad o suponen un mal ejemplo para los demás hermanos.
Para no llegar a esta situación, es aconsejable que padres e hijos hablen tranquilamente sobre el estilo de vida dentro del hogar y las progresivas responsabilidades y áreas de independencia que el joven debe asumir.
Normas de convivencia con jóvenes en casa
Los padres tenemos que asumir que ya no hay un adolescente en casa y que no debemos intentar controlar las actividades de los jóvenes que se independizan tarde. Del mismo modo, el joven tiene que entender que no puede hacer lo que le viene en gana y que deberá respetar las normas de convivencia presentes en el hogar. La relación de dependencia ha cambiado, pero siguen existiendo responsabilidades.
Cada hogar es libre de establecer las normas que crea conveniente, pero siempre pensando en que el hijo necesita su parcela de independencia y libertad de movimientos. Los padres nos ganamos a pulso una paz merecida en esta edad madura y el hijo debe ser consciente de que no vive «en la Posada del Peine». Si se queda en casa tendrá que asumir el estilo de vida que reine en ese hogar. Además, no olvidemos que en caso de que tengamos más hijos menores, el ejemplo del comportamiento del joven tendrá una influencia enorme sobre ellos, y de eso también tiene que ser consciente el hijo mayor.
A los hijos menores podemos hacerles ver las responsabilidades y libertades por franjas de edad que se viven en el hogar, de manera que sepan que éstas irán cambiando conforme vayan creciendo.
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El tiempo libre de los jóvenes
Es evidente que el joven ya no es un niño ni tiene que andar pidiendo permiso constantemente a sus padres para poder realizar algunas actividades. Pero aunque sea mayor, es bueno que el hijo comente los planes de salida o viajes que tiene previsto con nosotros, no tanto para obtener nuestro consentimiento, sino por la delicadeza de informarnos y que también nos podamos organizar. Nuestro ejemplo puede ser esencial: cuando uno de los progenitores o los dos se van a realizar cualquier viaje o incluso un recado corto, se lo comunican a los hijos, para que ellos sepan en todo momento dónde pueden encontrarles. De esta manera, los hijos tienen que entender que es necesario que ellos también estén localizables, y que no les estamos pidiendo nada que no hagamos nosotros, los padres.
Distribuir el dinero en casa
Si el joven ya trabaja aunque siga viviendo en casa, los padres debemos hacerle consciente de un importante matiz: ya no depende económicamente de nosotros, por lo que todos sus gastos correrán de su cuenta. El joven tendrá que pagarse con su dinero las salidas nocturnas, la ropa que quiera comprarse, la gasolina del coche o el transporte urbano. Él tiene que saber distribuirse el dinero del que dispone para atender a sus propias necesidades y no acudir a los padres para que le subvencionen todas sus actividades.
Sin embargo, sólo si los padres vemos que es realmente necesario, podemos prestarle ayuda económica para un gasto extraordinario, pero dejando claro que no es algo que vaya a repetirse habitualmente. De esta manera, el joven aprenderá a distribuirse bien el dinero, sabrá valorar lo que gana y renunciará a caprichos u otros aspectos más superficiales para así poder cubrir sus necesidades.
El hijo emancipado
¿Y si nuestro hijo decide emanciparse? ¿Todavía debemos seguir desarrollando algunas responsabilidades como padres?
En primer lugar tenemos que considerar que la decisión de irse es suya y por lo tanto, no podemos interferir. Lo mejor es adoptar una postura de apoyo y darle buenos consejos. Puede que tengamos miedo a que no le vaya bien, pero ya es una persona adulta, y debe desenvolverse como tal. Y por supuesto, que asuma todas las consecuencias de su emancipación, es decir, que si él puede hacerlo, los padres no tenemos por qué pagarle a medias el piso o sus necesidades, ni hacerle la comida o lavarle la ropa. Aunque por supuesto, el joven debe tener muy presente que siempre tendrá un sitio en la mesa para cuando quiera venir a visitarnos y que le echaremos una mano en la medida de nuestras posibilidades si le surgen imponderables que no le permitan pagar su manutención (por ejemplo, si tiene que trasladarse de ciudad por motivos de trabajo y no gana suficiente como para pagar sus necesidades).
Consejos para familias con jóvenes en casa
– No todas las familias son iguales a la hora de establecer normas para el joven trabajador que vive en casa. Algunos, por ejemplo, dan una pequeña aportación a los padres para los gastos corrientes de la casa, mientras que otros progenitores prefieren que no sea así y que ahorren para su futuro. En cuestiones de dinero, es importante sentarse a hablar desde el principio.
– Hay que animar al hijo a que mientras esté en casa, medite sobre su situación y haga lo posible para independizarse en un futuro. Podemos ayudarle a apuntarse a pisos de Protección Oficial o a que piense si le gustaría vivir en un piso de alquiler.
– Los problemas de los hijos jóvenes emancipados económicamente pero que viven en casa tienen que resolverlos ellos, no los padres. Ellos le podrán aconsejar, pero hay que dejar que sea el joven el que salga del atolladero por sus medios.
– Es bueno que siempre hablemos con los hijos mayores sobre los planes familiares que tengamos pensado realizar. Hay que hacerles ver que respetamos su independencia, pero que seguiremos contando con ellos.
– No tenemos que olvidarnos de comentar con los hermanos pequeños que la situación del hermano mayor es diferente y que a cada hijo les exigimos de forma diferente y acorde con la edad que tienen.
– Es bueno que los hijos mayores que viven en casa sigan colaborando en la marcha del hogar, pero añadiendo encargos «más adultos» a los que ya tienen. Por ejemplo, además de que tiendan, saquen los platos del lavavajillas, etc., como uno más, podemos añadir que se ocupen de los temas de la comunidad de propietarios, mantenimiento de los coches, recoger o llevar a los hermanos pequeños, etc.
Teresa Pereda
Asesora: Natividad Fernández de la Lama, orientadora familiar.
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