Ha llegado la primavera y también, las alergias, los ataques de asma, las urticarias, la astenia y, sobre todo, esa sensación de que pasar el tiempo entre paredes es la mayor pérdida de tiempo si se tienen 13, 14, 15 ó 16 años. Prepárate para los cambios en los adolescentes en primavera.
¿Cómo ayudarles en este nuevo tramo de su travesía, que además coincide con el último trimestre del curso? En este artículo te contamos cuáles esos cambios en los adolescentes en primavera y te damos las claves para afrontarlos.
Pediatras, nutricionistas, psicólogos y psiquiatras son algunos de los especialistas que más hincapié hacen sobre la influencia que los cambios estacionales tienen sobre los hábitos de nuestros hijos.
Además, muchos profesores aseguran que las aulas de Secundaria son más «movidas» en los meses posteriores a las vacaciones de Semana Santa. Saben ya bastante, tienen hábitos más o menos adquiridos de trabajo personal y conocen bien el desarrollo de cada clase. Sin embargo, el ambiente primaveral altera el comportamiento del grupo y generalmente los alumnos parecen cansados o dormidos.
Factores que alteran el comportamiento del grupo
En primer lugar, es conveniente que si vemos a nuestro hijo especialmente apático, cansado o con pocas ganas de comer, le acompañemos al médico de cabecera para asegurarnos que no sufre una astenia primaveral. Es un trastorno que existe de verdad. Y su remedio es tan fácil, como un buen complejo vitamínico.
– Modificar ligeramente el horario de las tardes. Con el retraso de la noche solar, se puede introducir una hora de alguna actividad al aire libre, que puede servir para quedar con los amigos, hacer deporte y luego charlar. Baloncesto, pádel, running, pasear, ir en bicicleta… Pero siempre respetando el horario de la cena y las horas de sueño.
– Cambiar o variar el lugar de estudio. Quizás en nuestra casa hay algún espacio más luminoso que resulta más agradable estudiar, como una terraza o junto a un ventanal. Si no es posible, podríamos hacer algún pequeño cambio en su lugar de trabajo habitual que le proporcione más sensación de amplitud y luminosidad.
– Les recordaremos sus obligaciones en el estudio, en casa y con las actividades en las que se ha comprometido.
– Si quedan con los amigos al salir de clase, se «cuelgan» del teléfono hora y media, o emplean la tarde en mirar por la ventana mientras garabatean un papel mecánicamente y no les da tiempo a terminar las tareas, no montemos en cólera, dejémosles asumir las consecuencias a ell@s solit@s.
– Si a pesar de todas las horas invertidas en ir de compras y de los consejos dados, nuestra hija nos engaña y se viste en casa de una amiga de una forma que nunca haría en casa, no protagonicemos un drama sólo comparable a Hamlet o Edipo. Saben muy bien lo que hacen, nosotros hemos estado ahí para formarlos.
– La producción de hormonas se ve alterada por el mayor número de horas de exposición a la luz solar. Una buena razón para que nuestro hijo adolescente parezca un poco despistado y más disperso de lo habitual.
– Podemos darles un poquito de cuerda. Aprovechando que alargan los días y hace mejor tiempo, podemos dejar a nuestros hijos de 13 ó 14 años salir con sus amigos durante una tarde del fin de semana. Siempre hemos de dar oportunidades según el grado de madurez del hij@ para ejercitar su libertad, asumiendo después las consecuencias de sus actos.
– Revisemos objetivos del curso, horarios y espacios de estudio con nuestro hijo. Si es posible y cree que le ayudaría a centrarse, intentemos un cambio -por pequeño que sea- que alivie su sensación de pasarse la tarde encerrado, cuando apetece tanto pasear o vaguear con los amigos tumbados en el césped del parque.
Mª Jesús Sancho. Psicóloga. Máster en Matrimonio y Familia
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