El cambio de hora que se produce en otoño, por el que ganamos una hora de sueño, afecta al cerebro y a todas las funciones controladas por el reloj biológico. Los niños son más sensibles al cambio de hora porque este reloj biológico tiene tendencia a seguir funcionando con la misma velocidad todos los días, y cuando se cambia una hora se requiere un esfuerzo para adaptarse al nuevo horario de sueño.
El cambio de hora afecta al sueño y a las comidas
El reloj biológico afecta al sueño, a los horarios de comida, y tiene incidencia sobre el sistema nervioso afectando a los niveles de estrés y de ansiedad, procesos que son más difíciles de controlar por el organismo de los niños pequeños.
La mayor sensibilidad de los niños al cambio de hora va a hacer que su proceso de adaptación al nuevo horario dure entre tres y cuatro días, e incluso puede extenderse a una semana. Durante ese tiempo, a todos y a los niños especialmente, les va a costar más más levantarse y acostarse, y su apetito va aparecer en horas diferentes a las que se está acostumbrando.
Al llegar la hora de ir a la cama es normal que los niños sientan sueño, ya que el organismo está preparado para ir a dormir una hora distinta, lo que va a generar más somnolencia y más cansancio durante el día.
El cambio horario puede provocar síntomas como estrés, alteraciones de sueño, mayor cansancio físico o irritabilidad, que pueden ser más «notables» en niños o personas mayores ya que sus cerebros son «más sensibles» a esta modificación. Los colectivos más afectados son los niños y ancianos, ya que tienen un reloj biológico más rígido y cuentan con una mayor dificultad para sincronizarse con el nuevo horario.
Cómo realizar el proceso de adaptación al nuevo horario
Para ayudar a los niños, sobre todo a los más pequeños de edades comprendidas entre los 0 y los 3 años, a superar las consecuencias del cambio horario y la falta de luz y adaptarse al nuevo ritmo de sueño y de comidas, es recomendable adelantar cada toma diez minutos cada dos o tres días a los bebés lactantes y realizar una adaptación gradual de la hora de ir a dormir a los niños que van al colegio. Hay que tener en cuenta que durante unos días pueden estar más irritables y menos concentrados.
Marisol Nuevo Espín
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