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Los ojos del bebé y la estimulación visual

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Desde los primeros días de vida, los ojos del bebé y la estimulación visual juega un papel primordial en el modo de conocer la realidad. A través de los ojos entran en el cerebro del bebé numerosos estímulos y experiencias, empezando por reconocer a la madre. La capacidad visual de un niño aumenta con mucha rapidez y cada día que pase estará dispuesto a hacer nuevos descubrimientos.

Los recién nacidos distinguen claramente la luz de la oscuridad, ven grandes bultos, pero no son capaces de distinguir detalles. Sin embargo, la visión se desarrollará rápidamente y todos los elementos de su sistema visual -músculos, retina, pupila etc.- se ajustan a una velocidad impresionante. En pocas semanas, el bebé identificará a sus seres queridos a distancia, distinguirán los objetos…

3 consejos para ayudar al bebé a desarrollar su visión

Aunque el desarrollo visual está genéticamente determinado, los ojos del bebé y la estimulación visual sin duda necesita de unas características ambientales concretas para un correcto desarrollo.

1. Reconocimiento de objetos. El niño pronto podrá fijarse en un determinado objeto durante un instante muy corto (de 4 a 10 segundos). En ese momento, sus ojos se agrandan y sus pupilas se dilatan.
Cuando pierde el interés, cierra los ojos o bien adquiere una mirada indefinida. Mediante la estimulación y la visión repetida de objetos adecuados, un bebé puede prolongar sus periodos de fijación, poniendo así las bases para su capacidad de concentración y de atención.

Cuando el bebé ya conoce el objeto y no le sorprende, su fascinación se debilita. Por eso, para mantener vivo su interés hay que ir aumentando, gradualmente, la complejidad de los estímulos que se le presentan.

2. Desplazamiento de la mirada. Hasta los dos primeros meses, no tienen éxito los ejercicios en los que hay que seguir con la mirada un objeto que se mueve, salvo que el objeto se desplace muy lentamente. Con estos ejercicios, se consigue que el niño aprenda a situar un objeto en el espacio, aislarlo del fondo y desarrollar una coordinación óculo-manual: sincronizar la mirada al movimiento de sus manos, pies, cuerpo etc.
A esta temprana edad, será bueno que los juguetes que utilices (sonajeros, pequeñas pelotas blanditas etc.) sean de colores de mucho contraste y si además tienen sonido, les facilitarán la atención.

3. Mirarle a los ojos y fijar la mirada. Lo que más atrae a un bebé son las caras de las personas, en especial la de su madre. Por eso, desde los primeros días de vida hay que procurar colocarse siempre en el campo de visión del bebé cada vez que nos dirijamos a él. Esto permitirá al niño distinguir los mensajes no verbales, como los gestos, y le enseñará a asociar la cara con la voz. Siempre hay que mirarle a los ojos, para establecer más lazos de unión.

Recuerda que cada «sesión de estimulación» debe ser corta. No le tengas más de dos o tres minutos seguidos frente a esos objetos ya que le estimularán tanto que no sabrá «desconectar» de ellos. Tendrás que ser tú quien le dosifique la atención.

Beatriz Bengoechea. Orientadora familiar

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