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Los límites entre fantasía y realidad

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Cuando la imaginación desbordada de los niños les causa miedos es importante poner límites sin prohibir ni regañar, sino educándole para distinguir entre fantasía y realidad. Entre los 3 y los 10 años es normal que los niños muestren una imaginación desbordada y que ponen en práctica continuamente en sus juegos, pero no deben confundir nunca con la realidad que les rodea.

Los límites entre realidad e imaginación

Pero a veces esa imaginación puede tener sus pequeños inconvenientes, y es en esos momentos cuando los padres debemos intervenir para marcar los límites entre fantasía y realidad:

– Aprovecha los momentos en los que no se encuentra jugando para hablar con el niño sobre cosas reales (que cuente cómo se lo pasa en el colegio, cómo son sus amigos, etc.), sin forzar la conversación. Cuando cambie de tema y comience a hablar de monstruos, síguele la corriente.

– Para superar algunos miedos causados por su fantasía, hemos de explicarle las razones. Si le asustan los leones, le explicaremos que viven en África y que en nuestra casa es imposible que entren. Por supuesto, nada de burlarnos de ellos.

– Puedes ir explicándole, poco a poco, con argumentos de acuerdo a su edad, que no todo lo que sale en la televisión se ajusta a la realidad.

Claves para pensar en la imaginación de los niños



– Participa en sus juegos fantasiosos. Es más importante que ponerle los pies en la tierra recurriendo a argumentos «lógicos». Hace falta entrar en su fantasía y comerse ese helado imaginario o actuar como si fuéramos auténticos indios.
– Si inventa historias asombrosas puedes potenciar esa gran capacidad creativa y animarle a plasmarlas en dibujos, que modele sus personajes, o que elaboren imágenes de algo que no existe, como un animal imaginario, etc.
– Es necesario fomentar en la familia un clima creativo: es importante que en casa haya buenos libros, que los niños acudan a alguna obra teatral o que la organicen en casa junto a sus hermanos o primos.
– Hay que elogiar y valorar los trabajos creativos de nuestro hijo, y sobre todo, evitar comentarios sarcásticos o ridiculizarles. Muchos niños dejan de escribir, de dibujar o de tocar un instrumento como consecuencia de los comentarios burlones o críticos de sus padres, poniendo fin a un talento que podría haber dado muchos frutos.
– Para enseñarle a distinguir la realidad de lo imaginario, podemos plantearle qué podríamos hacer para entrar en casa si no tenemos llaves. Primero le ayudaremos a proponer soluciones factibles, reales, que se puedan ejecutar («la tía tiene una copia»). Después, le diremos que utilice la fantasía para saber cómo solucionaría el problema («si fuera Superman entraría volando»).

Conchita Requero

Asesores: Ricardo Regidor, periodista y editor, Teresa Artola, psicóloga

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