El invierno en los últimos meses del año trae consigo el frío, y con este los virus, resfriados y gripes. Los niños son los principales receptores y transmisores de estos visitantes que inundan las guarderías y colegios. Mocos, fiebre y dolor de garganta son algunos de los síntomas, que pueden dar paso a virus intestinales que atacan con diarrea y vómitos.
La gripe en los niños y el sistema inmunológico de los niños
La gripe es una enfermedad grave que se disemina con facilidad y respecto de la que los niños son muy susceptibles. Suele aparecer en las últimas semanas del año, aunque actualmente por el cambio climático, se está retrasando hasta primero de febrero. Entre los principales síntomas de la gripe en los niños destaca:
– Fiebre de 38º o más
– Dolor de garganta
– Escalofríos y dolores musculares
– Diarrea y vómitos
Cuando el niño padezca gripe, es muy importante no abrigarle demasiado con mantas ni con ropa, porque puede impedir que la fiebre baje. La habitación debe ser cómoda, ni demasiado calurosa ni demasiado fría. Los baños tibios también son buenos para bajar la fiebre, además de los correspondientes medicamentos.
En cuanto a la vacuna de la gripe, en España no se recomienda la vacunación generalizada, aunque si se le puede aplicar a niños con factores de riesgo a partir de los 6 meses. Es importante evitar los espacios cerrados y el contacto estrecho con padres y abuelos para prevenir el contagio, ya que sufren este tipo de virus con especial virulencia.
El sistema inmunológico de los niños
Los niños son más susceptibles a este tipo de infecciones respiratorias porque su sistema inmunológico es más inmaduro que el de un adulto. A pesar de esto, sus defensas están más ágiles, lo que permite que respondan más rápido a las infecciones y que estas no pasen a ser graves. De ahí, que los niños nada más coger un resfriado suelan tener fiebre, para contrarrestar la infección del virus. Los adultos, cuyo sistema inmunológico está más envejecido, toleran peor los virus, pero sus métodos para contrarrestarlos suelen ser más eficaces.
Los especialistas afirman que, por desgracia de los pequeños, coger un resfriado en invierno es necesario para la formación de su sistema inmunológico. La formación de las defensas de los niños depende de este tipo de virus para que poco a poco puedan ir haciendo frente a infecciones más graves, ya que si no llegasen a padecer estos resfriados, no podrían enfrentarse a una enfermedad mayor. Por tanto, esta etapa es casi inevitable, y además necesaria.
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