En gran medida, el desarrollo emocional de los hijos depende del afecto, los cuidados y la atención que recibe de sus padres, sobre todo en los primeros años de vida. Sin embargo, una conducta protectora en exceso puede perjudicarlos, en lugar de beneficiarlos.
Crear una esfera alrededor de los hijos para que nada les pase y evitarles cualquier situación de incomodidad, lleva a que los hijos crezcan bajo unas condiciones de perfección poco ajustadas a la vida real, la cual está cargada de retos que requieren del dominio personal para afrontarlas.
Efectos nocivos de la sobreprotección
Proteger más de la cuenta a los hijos puede crear en ellos vacíos en el plano sicológico como inmadurez, inseguridad, dependencia, debilidad, nerviosismo, timidez, poca tolerancia al fracaso, escasa capacidad de adaptación. Asimismo se pueden entorpecer los procesos físicos que marcan cada edad.
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