El embarazo, aunque sea una etapa única y maravillosa, puede convertirse para algunas mujeres en una época de angustia y dificultad, lo que se conoce comúnmente como depresión materna. Estudios revelan que al menos un 10% de las mujeres embarazadas sufren depresión entre las semanas 6 y 10 del último trimestre.
Además, al menos el 50% de las mujeres que sufren depresión durante el embarazo padecerán también depresión postparto.
Causas y síntomas de la depresión materna
Entre las principales causas de la depresión materna, se encuentra el cambio hormonal que se experimenta en esta etapa, que afecta a los neurotransmisores del cerebro que regulan el humor.
Otras veces, la depresión se debe más a factores externos como pueden ser problemas con la pareja o las situaciones estresantes como problemas laborales, la pérdida de un ser querido, una mudanza u otra situación de estrés.
La pérdida de embarazos anteriores, el sometimiento a un tratamiento de fertilidad o las complicaciones durante el embarazo pueden colocarte también al borde de la depresión.
Estos factores ocasionan un estado en las embarazadas que se conoce como depresión materna, que se refleja por medio de los siguientes síntomas:
– Tristeza persistente
– Cambios repentinos de humor
– Falta de concentración
– Ansiedad
– Irritabilidad
– Problemas para dormir
– Cansancio extremo
– Deseos de comer en todo momento o no comer nada
La depresión materna afecta al lenguaje del bebé
Además de los efectos que el estado de depresión tiene en las embarazadas, un estudio realizado por la universidad de Universidad de Columbia Británica (UBC), la Universidad de Harvard y el Hospital Infantil de Columbia Británica ha demostrado que la depresión materna influye en el desarrollo del lenguaje de sus bebés.
El estudio siguió a tres grupos de madres: uno recibió tratamiento para la depresión con IRS, en otro grupo las madres tenían depresión pero no tomaban antidepresivos, y un tercer grupo sin síntomas de depresión. Al medir los cambios en la frecuencia cardiaca y el movimiento de los ojos de los bebés ante sonidos e imágenes de video de lenguas nativas y no nativas, los investigadores calcularon el desarrollo del lenguaje de los bebés en el vientre materno, cuando estos llevaban 36 semanas de gestación.
Las conclusiones extraídas de este estudio fueron las siguientes: los bebés de las mujeres embarazadas que sufrían depresión y que seguían un tratamiento con inhibidores de serotonina (IRS) tenían más capacidad para sintonizar con los sonidos y con la lengua materna, lo que se traduce en una mayor facilidad para el futuro desarrollo del lenguaje. En cambio, los de las madres con depresión que no seguían tratamiento pueden tener más dificultades por lo que el periodo de ajuste al lenguaje será mayor.
Ana Vázquez Recio