SEVILLA, 4 Octubre
El presidente de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP), José Luis Bonal, así como el pediatra y miembro de la misma entidad Jesús García Pérez, han alertado este jueves del incremento de las consultas de pediatría en Atención Primaria derivado de los «problemas psicosociales cada vez más frecuentes del niño», un fenómeno que han achacado «a problemas desectructuración en el seno de la familia y a los cambios en el modelo de convivencia».
En rueda de prensa en Sevilla, estos especialistas se han referido así a uno de las principales ‘sociopatías’ que se abordarán en el XXVI Congreso de la SEPEAP y que, según han explicado, se han visto ahora «agravadas» como consecuencia de la crisis económica «y su repercusión en los entornos laboral y familiar».
Así, García Pérez ha aludido a un nuevo fenómeno que los especialistas ya conocen como ‘padres horizontales’, «y que no es más que el hecho de que las largas jornadas laborales de los padres, impiden ver a sus hijos prácticamente casi todo el día, porque cuando se levantan para trabajar el niño está aún durmiendo y cuando vuelve tarde del trabajo ya está acostado el pequeño».
Este problema de imposibilidad de conciliar vida laboral y familiar, ha continuado este especialista, está provocando cuadros clínicos de ‘distrofia social’, «que se manifiesta en nuestra consultas con niños que presentan angustia, miedo, cambio de carácter, agresividad, inatención, hiperactividad, impulsividad, etcétera».
Del mismo modo, ha lamentado que los problemas laborales y su retroalimentación con los problemas entre la pareja «provocan en el niño también manifestaciones puramente clínicas, como dolores de erráticos, incontinencia de esfínteres o cefaleas, que en un primer vistazo no se sabría a que vienen motivados si no se atiende durante más tiempo al niño y a los propios padres para saber que detrás del problema clínico del niño existe una carencia psicosocial», ha proseguido García Pérez.
En este punto, Bonal ha pedido un uso racional de las consultas por parte de los padres de lo que los especialistas denominan ‘el niño sano’, «que es aquel en el que los padres van continuamente a pesarlo, cuando tienen unas décimas de fiebre o sienten que no les has dado el tratamiento que ellos consideran el oportuno».
Si se hacen un uso responsable de las consultas y de los servicios de urgencias, podremos atender mejor y con más tiempos a aquellos niños que verdaderamente vienen con más problemas de salud y psicosociales, pero que suelen ir menos a la consulta por las mismas carencias de la familia.
Sea como fuere, han resaltado que el incremento de las consultas por trastornos de la conducta del menor está creciendo, «como lo demuestra el que en España cerca de un 7 por ciento de niños sufre Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), un 15% muestra trastorno negativista desafiante (TND) antes de los 16 años y entre un 4 y 14,5 por ciento presenta trastornos disociales antes de la mayoría de edad».
EDUCACIÓN «DEFICIENTE»
Para García Pérez, las causas de estos trastornos están en última instancia en una «educación deficiente». Los padres, ha sostenido, «deben procurar que el niño asuma poco a poco sus responsabilidades, estableciendo normas y límites y saber decir ‘no’ en determinados momentos».
Con todo, los pediatras puntualizan que hay que saber diferenciar entre las características de conducta que forman parte del desarrollo normal y aquellas que indican que el niño pueda tener un trastorno de conducta. «El diagnostico ha de ser meticuloso y riguroso, evitando diagnosticar al niño de algo que no tiene o dejarle sin tratamiento, lo que puede suponer un grave perjuicio para su evolución», ha afirmado García Pérez.
Así, y a modo de ejemplo, ha explicado que a los 2 años «lo normal es que los niños tengan rabietas, no obedezcan y se muestren intolerantes a los cambios. Morder, dar patadas, romper objetos es propio de niños de entre 4 y 8 años», ha agregado. En este sentido, ha incidido en que el pediatra debe conocer los factores de riesgo y los síntomas para poder hacer un diagnostico precoz.
EL NIÑO EN EL PROCESO SE SEPARACIÓN
En 2010, casi la mitad de las 100.000 parejas que tramitaron su divorcio en España, tenían hijos. «Esta situación produce un alto impacto emocional en los hijos», ha ahondado García Pérez como otro de los problemas que sufre el niño, por lo que ha considerado imprescindible «que los padres comuniquen a sus hijos la decisión sin rodeos, sin ocultar la realidad y, sobre todo, sin ningún tipo de versión subjetiva».
Según ha detallado, los efectos del divorcio varían dependiendo de la edad del niño. «Los más pequeños pueden sufrir trastornos del sueño, inhibición en el juego o miedo al abandono, mientras que entre los 5 y 9 años es frecuente que el niño muestre signos de tristeza por la falta del padre/madre que deja la casa y un bajo rendimiento escolar».
Aunque el tratamiento farmacológico y psicopedagógico deben ser la primera opción terapéutica, los expertos señalan que la implicación de la propia familia es fundamental para conseguir resultados satisfactorios.