MADRID, 18 Septiembre
Francisca Gamero estaba obsesionada con las orejas de su hija pequeña, que se empeñaban en doblarse y despegarse cuando se quedaba dormida.
Empezó poniéndole esparadrapos para mantenerlas en su sitio, pero aquella idea peregrina fue tomando forma poco a poco hasta convertirse en un producto del que han vendido ya más de 60.000 unidades en las farmacias de toda España.
«Un día fue con mi hija al pediatra y cuando vi que se me había olvidado quitarle los esparadrapos pensé ‘tierra, trágame'», relata Francisca desde Don Benito (Badajoz). Sin embargo, la especialista le aseguró que era una buena idea, que no dejara de hacerlo. «Yo había probado algunos otros productos, algunas pinzas que vendían en la farmacia, pero era todo muy aparatoso y poco efectivo».
Así que ni corta ni perezosa se lanzó a buscar una alternativa al esparadrapo casero. Gamero había mamado la iniciativa empresarial en casa, desde sus abuelos, y además de colaborar en la empresa agrícola familiar ya tenía otros antecedentes como emprendedora. «Había creado un pequeño supermercado y una empresa de distribución textil», relata, desmontando la imagen de ama de casa en paro que algunos medios han dado de ella. «Pero no me satisfacía lo que hacía».
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