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El contacto directo de la madre y el bebé desde el momento del nacimiento y la cohabitación favorecen la lactancia

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MADRID, 3 Agosto

El contacto directo con la madre desde el mismo momento del nacimiento –piel con piel– y la cohabitación del recién nacido con la madre –si no hay una situación clínica que lo impida-, son dos factores fundamentales para favorecer y mantener la lactancia materna en los recién nacidos, según ha asegurado el especialista en Neonatología del Hospital USP San José (Madrid), Montero Reguera.

Los niños sanos deben ponerse en contacto directo con la madre, piel con piel, desde el mismo momento del nacimiento y mantenerlos así hasta que se produzca la primera toma. Por ello, y salvo en el caso de circunstancias excepcionales, el recién nacido debe permanecer con la madre en la misma habitación.

Además, con motivo de la celebración de la Semana Internacional de la Lactancia, los expertos han recordado que los recién nacidos deben alimentarse al pecho a demanda y que no se debe esperar a que el niño llore. Asimismo, durante los primeros días se recomienda que al menos haga ocho tomas, que deben finalizar cuando el bebé se suelte espontáneamente.

Por su parte, el personal del hospital debe observar cómo se instaura la lactancia, resolver las dificultades, transmitir tranquilidad a las madres y ofrecerles todas las explicaciones necesarias sobre el proceso de inicio de la lactancia materna.

Del mismo modo, el experto ha destacado también la necesidad de que no se administren suplementos como agua, suero glucosado o zumos, cuando se está instaurando la lactancia, ni posteriormente, si no están médicamente indicados. Además, ha recomendado «evitar» el uso de chupetes durante el periodo de inicio a la lactancia materna y emplearlos sólo cuando esté bien establecida.

Después del alta hospitalaria, el bebé debe ser valorado por el pediatra o por una enfermera experta en los cinco o siete días siguientes, que reconocerá al recién nacido, reforzará la lactancia y ayudará a la madre a resolver las dificultades que hayan podido surgir.

No obstante, la última decisión sobre la alimentación del niño la debe tomar la madre con la información, la formación y el apoyo necesario tanto de los profesionales sanitarios como de la familia y su entorno.

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